El piso frío que yacía sobre sus pies la mantenía atenta al escenario frente a ella, el balcón a las afueras de su habitación contaba la historia mas bonita en el cielo que aquella tarde que se llenaba de colores hermosos y cálidos. Estiro su cabello entre sus largos dedos, deleitándose de la sensacion tan fina de una caricia propia, sus manos bajaron en un instinto hasta su estomago, este que aun permanecía plano pero pronto cambiaría. Rio para si misma mientras en pequeños circulos acunaba en caricias a ese ser que aun era muy pequeño.
—¿Que haces? —Esos ojos claros aparecieron tras ella, brillosos y curiosos como siempre desde haber nacido, aquellos que había heredado.
—Hola —Musito poniéndose a su altura, acariciando su rostro —No note que habías llegado —Beso su mejilla mirándolo sonreír.
—¿Te he asustado? —Pregunto con ese toque de malicia. Río bajito negando.
—Has llegado temprano cariño ¿Tienes hambre? —Lo miro asentir mientras correteaba a la cocina, río de nuevo antes su acto tan infantil. Bajo las escaleras a su propio paso, divisando en el trayecto los rincones de su hogar. Sus ojos se posaron en las fotografías enmarcadas en la pared, sus dedos se fueron hasta una que llamaba siempre su atencion, donde aparecía ella aun mas joven que ahora, donde un hermoso vestido blanco resaltaba su figura en el atardecer de una playa, su mente la llevo hasta ese día enterrado y tatuado en su mente.—Yo Lorelay Aniston te tomo a ti Richard Bronw como esposo. Prometo serte fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad. Amarte y respetarte todos los días de mi vida —Había pronunciado aquel juramento con sello en sus labios, su mano aferrada a la de el, sus ojos apunto de estallar en lágrimas, aquel gran lugar lleno de personas que ambos querían, todo era tan perfecto
—Yo Richard Bronw te tomo a ti Lorelay Aniston como esposa. Prometo serte fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad. Amarte y respetarte todos los días de mi vida
Miro su rostro su rostro sonriente, sus ojos claros de nuevo llenos de vida, la estudiaban curiosos, deleitándose en sus facciones sintió sus mejillas arder hasta el ultimo momento, donde ambos aceptaron ante todos que se amaban y así seria siempre aceptando en un juramento eterno sellado por anillos de oro que nunca romperían esa promesa escrita aquel día—¡Estas tardando mucho en bajar! —Lo escucho gritar sacándola de sus pensamientos, río negando apresurada a atender a aquel que había robado su corazon desde el primer día.
—¿Que quieres comer? —Apareció tras el sacudiendo su cabello oscuro.
—¡Galletas! —Expreso sin duda alguna.
—No puedes siempre merendar eso, ¿No quieres otra cosa? —Pregunto esperanzada de que esta vez se decidiera por algo mas sano.
—No, yo quiero galletas —Chisto de nuevo sin duda, sus labios exigían con seguridad aquel dulce preciado.
—Bien, entonces serán galletas —Acepto vencida, rindiéndose ante la idea de hacerlo cambiar, se encamino a la cocina siendo seguida por el. Pero de nuevo una foto enmarcada llamo su atencion esa que siempre admiraba con gusto, la quito de su lugar mirándola con atencion sonriendo por ese día que tanto adoraba.
Su piel permeada con algunos cabellos sueltos alrededor de su frente le daban un toque agotador, mas la sonrisa que se divisaba en aquella foto era tan genuina que no podía compararse a ninguna anterior, sus brazos acunaban fuerte a un pequeño ser humano, su bata de hospital azul combinaba a la perfección con ese diminuto gorrito que sostenía el bebé. De nuevo como antes su mente se guío veloz a ese recuerdo.
—¡Puja Lola! ¡Vamos tu puedes! —Un dolor punzante escocia cada rincón de su cuerpo, sus caderas adoloridas temblaban ante el dolor pronunciado allí en sus pliegues —Vamos cariño lo estas haciendo bien —Miro asustada al portador de esa voz, un Rick asustadizo apretaba su mano fuerte, mientras que susurraba una y otra vez cuanto la amaba
—¡Ya esta por salir! ¡Solo un poco mas! —La voz de esa doctora que había visto por tantos meses la alentó a seguir, con un ultimo aliento y ultimas fuerzas intento con todo su ser dar vida
Un llanto fuerte y descontrolado se incorporo en la pequeña habitación, ese sonido relajo cada musculo de su cuerpo, sus ojos cansados y llenos de lágrimas divisaron a ese pequeñin que con tantas ansias había deseado ver
—¡Felicidades! Es un hermoso varón —Dejaron en sus brazos a aquella cosita que había llevado dentro y hoy compartía con el ser que mas amaba, miro a un Rick lleno de lágrimas, sus ojos agotados exigieron un beso, sin dudarlo junto sus labios en un beso lleno de amor, de felicidad, de todo el alivio que ahora se sentía, habían comenzado una familia aquel día, ambos habían dado con amor vida a un nuevo ser humano —¿Como lo llamaran? —Pregunto de nuevo la doctora, ambos se miraron convencidos de aquel nombre que llevaría el pequeño
—Oliver —Pronunciaron al unisono—¿Mami estas bien? ¡Quiero las galletas! —De nuevo siendo interrumpida en sus recuerdos, sonrío al pequeño que permanecía con el ceño fruncido.
—Oliver, enojado eres igual a tu padre —Regaño en broma pellizcando su mejilla. El jovencito río ante el gesto de su madre
—¿Entonces es malo que mi hijo se parezca a mi? —Se dio la vuelta rápidamente para encontrarse con sus ojos claros, con su sonrisa genuina, sin dudarlo se movió rápido hasta el, besando sus labios en necesidad —¿Puedo saber que hice para recibir una bienvenida así? —Pregunto acunando la cintura de su esposa.
—¡Papi! —Grito el pequeño aferrándose a su pierna, lo elevo rápido mientras lo escuchaba reír.
—Estamos felices de verte —Se encogió de hombros serena mientras lo miraba fruncir el ceño.
—Oliver mira lo que trajo papá —Dejo en las mano del pequeño una galleta sacada de su bolsillo, este la tomo apresurado saliendo rápido de la sala.
—Que distracción mas grande, solo vienes a darles dulces ya no consigo que coma nada sano.
—Es igual a su madre de niña, ¿O crees que no lo recuerdo? —La pincho en su estomago haciéndola reír.
—Basta —se alejo sintiendo las carcajadas a punto de salir.
—Tus ojos gritan querer decir algo, dime ¿Que pasa? —Se acerco a ella abrazándola por detrás, acunando entre sus brazos a esa pequeña que era su esposa, con la que llevaba poco mas de ocho años casado, con la que compartía un hermoso hijo, una casa y una vida maravillosa. La sintió darse la vuelta poniéndose de puntillas, delicada roso suave su barba dejando un casto beso en sus labios.
—Estoy embarazada —Musito luego, dejándolo helado, lleno de una dicha indescriptible, una como aquella que había sentido por primera vez con su primer bebé.
—¿Estas jugando? —Pregunto entre una sonrisa llena de esperanza, la joven negó siendo sorprendida por unos brazos que la elevaron alto —¡Seremos padres de nuevo! —Grito.
—Seremos padres de nuevo —Murmuro ella contra sus labios. —Tan felices como ahora.
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Un amor en septiembre
Teen FictionEl amor prohibido duele, pero uno que no es correspondido destroza el alma en mil pedazos. ¿Que pasa cuando haz de vivir con ese sentimiento a boca cerrada? Es momento de que esta hermosa historia, donde una simple chica conoce lo maravilloso que es...