Capitulo 28 (FINAL)

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Sus ojos estaban cansados de tanto ver al cielo, sus labios susurraban las mismas palabras que hablo durante la noche, había perdido las ganas de hablar fuerte, pues no tenia fuerza, sus piel era mas pálida que de costumbre y aunque la primera ya florecía en todo el lugar como abril siempre acostumbraba a llegar. Abrió sus ojos de golpe, sintiendo como el aire que respiraba era insuficiente y aquel gesto hacia que su pecho ardiera en fuego, toco su pecho intentando aliviar el dolor que se forjaba allí, punzante en su cabeza. Estiro su cabello al volver a la normalidad, había tenido un sueño, uno que se había vuelto pesadilla en poco tiempo.
Por un momento sintió como sus ojos se abrían para luego ver su cuerpo desaparecer en la oscuridad de un mar de lamento, mientras intentaba salir de aquella que la hundía, que la apresaba y la dejaba sin aire.
—Lola...No estas lista, debemos estar allí en media hora —Aquella mujer a la cual llamaba madre se acerco, acariciando su cabellera sin brillo su mano se detuvo en su hombro y ella dejo un casto beso en los dedos de su madre.
—¿Como estar lista para dejarlo ir? —Río irónica mientras sus ojos volvían a mojarse, mientras el llanto de nuevo acaparaba sus ojos llenándolos de aquel liquido vital que salia frío tras sus mejillas.
—Lo siento amor... —La abrazo tras la silla, dejando que llorara todo lo que podía, dejando que limpiara su alma con toda esa agua que no necesitaba dentro.
—No estoy lista para renunciar a Rick, pero no puedo seguir viéndolo así, el no querría tener una vida así, estoy segura —Su voz quebrada solo provocaba dolor, la angustia iba tatuada en cada palabra y la pena parecía estar tomándola de la mano hacia el fin, sus huesos se habían convertido en polvo y su piel tan fría como la nieve en invierno.
—Nadie esta listo Lorelay, pero el necesita que lo dejemos ir, Rick estará mejor sin estar conectado a una maquina. —Se levanto abrazándose así misma, ya nada solía ser tan cálido como los brazos de el ¿Superaría su muerte? todo indicaba que eso nunca pasaría.
—El...el es mi otra mitad, la otra parte de mi corazon esta con el —Murmuro recordando aquellos momentos donde el sonreía, aquella vez donde por primera vez se entrego en cuerpo y alma, cuando lo vio dormir, respirar frío a su lado, su calor envolviéndola sus ojos estudiándola sin vergüenza —Sin Rick...ya nada sera igual. —Admitió con pesar, sintiendo como el peso de esas palabras caían sobre sus hombros débiles, como dagas envenenadas clavadas en su corazon latiente.

Sus dedos se movieron a través de su cabello lacio y oscuro, sus hebras que ya no eran tan brillantes como antes permanecían opacas, suspiro mientras obviaba aquel detalle, sacudió aquella blusa de color azul que le había obsequiado hacia unos meses y que hoy apreciaba incluso mas que a su vida, abrazo aquella prenda apretándola fuerte contra su pecho, imaginando que esta tenia impregnada aun su olor a hombre, ese que tenia grabado en cada célula de su cuerpo tenue. Por ultimo, coloco aquel anillo plateado de hermosa joya en el mismo dedo donde alguna vez el lo había colocado por primera vez.
—Nunca voy a olvidarte amor —Murmuro posando sus dedos en aquella fotografía que aun guardaba, donde su cabello era mas corto sus labios mas finos y sus ojos mas jóvenes, donde ambos tenían apenas dieciocho años. Le sonrío delicada a aquella foto, donde no tenia ni la menor idea de que algún día se encontraría en la agonía donde se hallaba.
—Es..hora —Su madre apareció junto a Julia quien con ojos rojos asintio mordiendo sus labios, parecía evitar con todas sus fuerzas romperse en sollozos.
Se levanto atrapando entre sus brazos a su mejor amiga.
—Rick te amara siempre —Musito rompiendo en lágrimas.
—Nos amara siempre —Corrigió apretándola, cediendo paso a las lágrimas que eran tan amenazantes como cualquier arma.
Subieron al auto quien se dirigió lento a aquel hospital, su mirada se guío a través de la ventana, la tarde relucía en primavera tan hermosa como siempre, el sol brillaba, la brisa era cálida, flores de distintos colores se veían por el camino, pero nada reflejaba su alma quebrantada, tan rota y pisoteada.
—Llegamos —Las tres se encaminaron dentro de aquel lugar, permanecía igual que siempre, el mismo personal, el mismo color, el mismo techo pero el aura de aquel lugar era tan densa, tan espesa y sofocante que la ahogaba en tortura. Subiendo a aquella habitación se encontró con el llanto descontrolado de aquella madre que había criado a su hijo por tantos años, se quebró por completo, casi sintiendo los miles de pedazos en su cuerpo, ser suspendidos en el frío suelo de hospital, al toparse con su mirada triste, la madre corrió hasta ella apretandola entre sus brazos.
—Júrame que Rick nunca se ira, júrame que nunca me olvidara y que siempre recordara que soy su madre —Aquella suplica la descoloco, su dolor no era comparable, mas aun la entendía, el ultimo deseo seria que...
—Rick no se ira sin amarnos —Respondió limpiando las lágrimas que caían de la mejillas de aquella pobre mujer, miro por detrás de su hombro, donde miro como el padre de el y su hermano permanecían de pie mirando la desconsoladora escena trágica que era real y no tenia cambio, cerca una joven de gran panza permanecía sentada en unos de los bancos.
—Ah venido su esposa —Murmuro señalando, Marcy asintio.
—La esposa de su hermano, me hubiese gustado que la conocieras en otros términos —Respondió en una sonrisa falsa por demás débil y quejosa.
—Ya todo esta listo para el procedimiento ¿Quien pasara a despedirse? —Una enfermera salio de la habitación donde su prometido aun se encontraba, su corazon se encogió de golpe haciendo que su sangre fuera poca, mareándola por completo ¿Estaba en un mundo real? ¿En serio debía aceptar que el ya no estaría?.
—Lola ve tu, y-yo no estoy lista —La voz de Marcy la impulso a seguir, la miro unos segundos dudando de si hacia lo correcto, mas aun entro ágil a la habitación, sus ojos se posaron en aquel ser que seguía acostado en la misma cama de siempre, había llegado el día estipulado para desconectarlo, Rick había sido un chico enérgico, dulce y vivo, no tenia porque permanecer sufriendo de aquella forma, había regalado tanto amor que era imposible devolvérselo de la misma forma. Se acerco a el, acariciando levemente su mejilla fría, una lágrima cayo en su mejilla y mordió sus labios ante el nudo que se forjaba en su garganta. Se acostó en su pecho dejando que todas esas lágrimas salieran de sus ojos, se aferro con sus uñas a aquella sabana que lo cubría, suplico una y otra vez despertar, que solo fuera un sueño, quería verlo de nuevo sonreír, hablar, no importaba si no era a su lado, no importaba con quien fuera.
—¡Solo despierta! —Grito en desesperación —Solo abre los ojos, solo eso te pido Richard —Suplico —N-no...no puedes ser tan egoísta, no puedes dejar al mundo sin poder ver esos ojos tuyos, porque amor, te juro que son los mas hermosos, te lo diré todos los días si tan solo los abres una vez para mi...déjame ser egoísta, déjame tenerte un poco mas de tiempo. Nada sera igual sin ti, ya la vida no tiene rumbo, no tiene sabor, no tiene colores...Y-yo lo se ¡Ya estuve sin ti! No me dejes de nuevo...no lo hagas...Richard no te vayas. —Sus palabras salían lentas y dulces, con ese toque de exigencia, con ese dolor palpable con esa perdida inevitable.
—Señorita, la madre quiere entrar —La enfermera entro de nuevo, levanto su mirada limpiando las lágrimas, le sonrío levemente mientras asentía, pidiendo solo un par de segundos.
—Te amo —Musito, dejando un ultimo beso en su mejilla. Salio lento de la habitación mientras limpiaba aquellas lágrimas amargas de sus mejillas, miro a Marcy quien respiro hondo y se encamino dentro de la habitación, miro sus pasos lentos hacia la habitación antes de que un grito fuera pronunciado por la misma mujer, miro su rostro al pie de la puerta, sus ojos seguían mojados mas un brillo ahora los reemplazaba sostenía sus labios con ambas manos mientras que parecía petrificada. Antes de notarlo ella también se encamino a la habitación entrando con velocidad viendo como un Rick...parpadeaba una y otra vez.
—¡Rick!. —Grito fuerte abalanzándose de nuevo sobre el, siento su calor, ese que tanto amaba.

Un amor en septiembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora