Capítulo 25

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¿Un problema que creía desaparecería al estar mi familia llena de políticos? Simple, el no saber cuándo están molestos o cuando sienten algún tipo de emoción, es imposible saberlo cuando lo ocultan tras su rostro de póker. Tía So y mi padre son igual de difíciles de leer por lo que, una vez termino de contarle lo mismo que le conté a papá, ella igualmente me mira unos momentos hasta que finalmente me sonríe junto con el señor Rousseau.

-Entendemos-responde ella sonriéndome antes de apretar la mano del señor Rousseau quien sonríe con aquel característico ápice de humor en los labios hacia su mujer-sabes Will?, hubiera agradecido que me lo hubieras dicho cuando hablamos esa tarde

-Supongo que el pobre debió haber querido seguir con aquel acto de mantenerlo en secreto... yo lo hubiera hecho de igual manera-intervine el señor Rousseau-aunque claro yo no hubiera salido a besarla en medio del mundo entero... oh bueno no tan pronto

Yo sonrió junto con Tía So mientras los otros dos se ríen sonoramente. Sin embargo, la puerta nos interrumpe una vez el secretario de Tía So golpea y entra con una mirada de disculpa.

-Madame Présidentee, le diner est pret quand comme-dice en un rápido francés antes de volver a salir

-¿Qué dijo?-pregunto yo, tal ves si debí haber seguido francés, resultaría útil, el español y alemán no parecen muy útiles ahora  

-Que no se besa a la hija del presidente ruso en público-responde para mi sorpresa Tía So haciendo que todos estallemos en risa.

-Mon Dieu!, no lleva ni dos horas aquí y ya tiene a mamá contando chistes!-comenta Nico a su padre haciendo que su madre se sonrojase un poco, dicho eso se vuelve a mí en tono explicativo-dice que la cena esta lista para cuando deseemos seguir al comedor, preparamos escargots para ti amigo-termina haciéndome estallar en risas

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Ahora me encuentro tumbado en la cama de la excesivamente decorada habitación en el Palacio del Eliseo mientras tiro la camiseta a un canasto en la esquina. Son alrededor de las cuatro de la mañana y todo el cuerpo me duele. Quien me viera en lo agotado que estoy pensaría que vuelvo de una loca noche en París, de pasear y visitar los clubes de la Ciudad Luz. Cosa que no  puede estar mas alejada de la realidad.

La verdad es que acabo de regresar del gimnasio de un amigo de Nico en la 107 Avenue Parmentier a treinta minutos del Palacio, el cual, gracias a Dios, atendía las veinticuatro horas. Cuando le pregunte a Nico sobre un gimnasio que estuviera abierto ya que quería ir, siendo las 12 de la noche y después de un viaje por el Atlántico apenas sus padres nos dejaron solos, me miro como si me hubiera vuelto completamente loco.

-Broma de mal gusto yanqui-comentó sin darme mayor importancia, aunque cuando le sonreí divertido y con bastante seguridad me miro como si en verdad no estuviera hablando en sentido común-¿Es enserio Will?, ¿Seguro no es el Jet Lag hablando por ese cuerpo libertino tuyo?

-Exclusivamente libertino-le recordé riendo los dos antes de explicarle porque lo hago intentando contener un poco los comentarios sobre los terrores y sus protagonistas. El me escuchó atentamente antes de sonreír y levantarse.

-Pues iré contigo en ese caso-me dijo rápidamente y antes de que pudiera declinar su compañía, debe estar cansado, me calló continuando mientras se pone en marcha hacia la puerta-como que has mejorado un poco yanqui y no planeo quedarme atrás, voy por mis cosas.

Sé que lo dijo para aparentar que no lo hizo por mí en gran medida, pero yo sé que es así, lo conozco los suficientes años para darme cuenta de ello. Pero a la vez que salió, volvió a asomar la cabeza por la puerta.

El Hijo Del Presidente Vol.1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora