El Hôtel de Pontalba un tipo de gran casa adosada de Francia, un palacete en sí mismo ubicado en 41 rue du Faubourg Saint-Honoré, en el distrito 8 de París. Desde 1971 pero su gran papel es el de fungir como la residencia oficial del embajador de los Estados Unidos de América en la República Francesa. Ahora servía como cuartel general de operaciones desde la llegada del Presidente americano, elementos del Servicio Secreto, CIA y FBI así como otras varias agencias pululaban por los pasillos hacia los diferentes cuartos que ahora estaban llenos de equipos y computadores. Teléfonos sonaban constantemente dando actualizaciones por minuto tal como se había acordado. Todos trabajando para poner al hijo del Presidente a salvo.
El Presidente Harrison se encontraba sentado en uno de los salones de la Residencia. El salón era grande en todo sentido, altos cielos blancos con paredes decoradas en detalles dorados, espejos del porte casi de las paredes, un enorme candelabro de cristales colgaba del techo, lámparas adornaban las cómodas y pequeños pedestales, estatuas y obras de arte podían ser apreciadas por todo rincón y muebles lujosos completaban un aspecto que evocaba lujo y realeza. Un piano negro de cola era una de las adiciones del Embajador ocupante que hacían al espacio un poco diferente a como lo recordaba. Había vivido en aquel lugar durante su periodo como Embajador en París hace lo que parecía una eternidad atrás por lo que el edificio le evocaba varios recuerdos.
Recordaba una madrugada en especial en aquel mismo salón. Había sido transferido a París desde Ginebra hace apenas dos meses por lo que las invitaciones y eventos eran pan de cada día dentro de su agenda. Al entonces su hijo tenía nueve años y parecía que todo en sus vidas era perfecto. Habían regresado de un baile en la residencia del embajador alemán exhaustos por completo. Todo el evento pasó casi desapercibido a sus ojos puesto que los había tenido pegados a su esposa toda la noche. Había lucido un elegante vestido de color vino, con los hombros descubiertos y las tiras en sus brazos, el cabello a un lado de su rostro y unas pocas joyas. Podría haber llevado sus jeans y sudadera favoritos para lo que a el respectaba, nunca se veía nada menos que hermosa pero aquella noche le quito el aliento.
Entraron a aquel salón habiéndose despedido de sus guardaespaldas y el personal de la residencia ansiosos por un poco de privacidad. Mientras él se quitaba la chaqueta del traje y la colocaba sobre uno de los sillones individuales su esposa había tomado asiento en la butaca más grande, su favorita, con vista a los impresionantes jardines del Hôtel de Pontalba, para sacarse los zapatos de tacón y frotar suavemente sus pies adoloridos. Aquella imagen marcada por la luz parisina que se colaba por las ventanas más la magia que causaban las lámparas y luces dentro hacían que ella emitiera un leve brillo. Cuando noto como el la miraba simplemente sonrió y levanto una ceja.
-¿Pasa algo?-pregunto mientras él se adelantaba hasta sentarse a su lado. Tomo su mano y beso sus nudillos, justo sobre sus anillos de matrimonio y compromiso. Había algo en aquellas piezas de joyería que siempre lograban atraerlo.
-Estas hermosa, nada fuera de lo ordinario a tus oídos amor-comento simplemente. Su esposa puso los ojos en blanco habiendo escuchado aquellas palabras miles de veces. Sin embargo la sonrisa que ilumino su rostro recordaba a Harrison cuanto adoraba las palabras de su esposo. Se quedaron en silencio unos segundos en los que el tomo la cinta de su hombro y la bajo unos centímetros más para besar su piel. Ahora la mirada de ella se volvió más inquisitiva, el simplemente le dedico una media sonrisa, de aquellas que ella encontraba irresistibles, a modo de respuesta-sabias lo que te esperaba cuando te casaste conmigo.
-Lo sé-dijo ella acariciando su rostro con ternura y verdadera adoración. Cualquiera que los viera podía sentir el amor que se profesaban el uno al otro, cuan verdadero y puro era aquel sentimiento que los unía-Te amo David.
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El Hijo Del Presidente Vol.1
RomanceMi nombre es Will Harrison. Toda mi vida he lidiado con como las personas a mi alrededor me miran, a la primera ven a un joven atractivo, inteligente, confiado, divertido, algo narcisista, mujeriego... pero luego, y sobre todo lo demás, ven al hijo...