El Hijo Del Presidente Vol.1

Capítulo 32

Puedo decir sin lugar a duda que sin Nadya... es muy probable que no pueda lidiar con nada de esto.

Me refiero a que... mierda, en verdad no hubiese podido con esto en estas condiciones. Siento aun el corazón como si estuviese siendo estrangulado, me siento terriblemente cansado, estoy totalmente agotado, tengo un enorme nudo en la garganta que no me deja ni siquiera pronunciar palabra... y sobre todo no había llorado tanto desde hace lo que parece ya demasiado tiempo, son demasiadas sensaciones y sentimientos para una sola persona. Pero la idea de Rick... de que Rick esta...

No puedo ni siquiera repetir la palabra en mi cabeza.

Sobre todo porque yo soy el único culpable de esto.

Después de haber visto el reportaje Nadya me dejo desplomarme en sus brazos. Detesto sentirme vulnerable, detesto que la gente me mire cuando estoy expuesto, pero con Nadya sentir que ella esta a mi lado y que le interesa... es invaluable, especialmente sabiendo que no me juzga al respecto. No intentó animarme, hacer bromas o intentar que hablara, me dejo refugiarme en ella mientras me abrazaba o jugaba con mi cabello, ademas me decía cosas supongo consejos, historias, reflexiones o algo... pero la verdad es que no escuchaba nada de lo que decida mientras hacia lo posible para no encerrarme en mi mismo y volver a levantar todas mis murallas, el dolor es insoportable y ante eso la idea de encerrarme en mi para no permitir mas dolor es tentador... después de todo es el único mecanismo de defensa que conozco.

Admito que he estado considerando seriamente el hacerlo, a punto de dejar que todo me consuma, a punto de rendirme al dolor... pero ver como ella también sentía el dolor de la situación, tanto por mi como por él... a pensar de todo, aquella noción, aquellas lagrimas en sus ojos que se derramaron libremente por sus mejillas al igual que por las mías.. aquel hecho me recordó cuanto la quiero y cuanto la necesito... no puedo ponerla en riesgo, prometí protegerla y tengo toda la intención de cumplir con mi promesa.

Después de una hora mas o menos, intentó que yo comiera, pero cuando me negué no insistió. Más no me dejo salirme con la mía cuando apago las luces y me pidió que intentara dormir un poco. Un escalofrió me había recorrido la columna ese segundo. Sabia que significaría, pesadillas, terrores, dolor... tengo miedo de ello y de lo que de seguro vería en mis sueños, si estos días todo eso había sido difícil, no quiero ni considerar que me sucedería una vez esto se sume a ello apenas cierre mis ojos. Sin embargo no se lo puedo hacer notar, aquello es algo para lo cual no estoy preparado para que vea, menos aun en un momento en el cual en verdad no me encuentro ni remotamente preparado para afrontar la situación emocionalmente.

Regreso a mirarla un segundo.

La escena la he vivido varias veces, pero ahora todo es diferente... yo soy diferente.

Nadya esta dormida en la cama con el brazo un poco estirando en donde hace unas horas me había estado abrazando mientras yo esperaba que se durmiera para no preocuparla antes de levantarme. Continua llevando mi camisa, tiene el cabello esparcido cómodamente por la almohada y su rostro aun denota un ligero rastro de preocupación pero esta notablemente en calma mientras continua dormida. Creo que dormida es cuando más hermosa se ve, con el rostro tranquilo y en calma, no lo había notado antes ya que ella suele despertarse ante que yo y sobre todo porque estoy acostumbrándome a poder dormir después de tanto tiempo. Es la primera vez que tengo tanto tiempo para poder mirarla.

Cuando salia en mis aventuras de una noche solía hacer esto: mirarlas dormir unos momentos, a veces sintiéndome celoso de su paz y tranquilidad, en ese entonces no recordaba que era estar en paz, no tener tantos problemas o preocupaciones, tanto con que lidiar, pero ademas... siempre me dio un poco de tiempo extra para mi mismo sin estar solo. Aquellas veces buscaba un lugar que me permitiera mirar el cielo o el exterior para alternar mi visión entre ellas y fuera pero con Nadya mis ojos apenas han abandonado su rostro todo este tiempo en el que he estado sentado al filo de la venta con la espalda contra la pared y una pierna cayendo a un lado mientras la otra la tengo sobre el pequeño taburete que forma la hendidura entra la pared y el cristal. Verla de esa manera me da una sensación de no estar solo, de saber que ella estará a mi lado y, en cierto sentido, me da algo de paz en estos momentos.