Capítulo 41

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Lo primero que siento cuando recupero la conciencia es la suavidad y presencia de una almohada bajo mi cabeza. Estoy recostado en una cama dura y desnivelada cubierto con una sabana hasta el pecho medio más o menos. Siento todo el cuerpo como adormecido, sobre todo mi pierna derecha la cual parece sentirse un poco mejor y retenida por algo. Mi cabeza por otro lado la siento latir ante el nuevo esfuerzo de pensar pero, a pesar de ello, no me duele ni en un porcentaje similar a como lo estaba haciendo. Es aquel pensamiento que me regresa todos los recuerdos... el escape, las peleas, las muertes, los terroristas, el dolor, los golpes y, al final, la tenue imagen de Rick. La parte lógica de mi cabeza supone que fue una alucinación de mi cerebro a causa de la perdida de sangre... no me atrevía aun a tener esperanzas de que hubiese sido verdad y el estuviese vivo. 

Cuando abro los ojos una luz me deslumbra y me cuesta unos segundos acostumbrarme. Aun no he hecho el esfuerzo por moverme pero hasta acostumbrarme al entorno noto que estoy en una habitación amplia y blanca, con ventanas que, sumadas a la luz sobre mi cabeza, iluminan con fuerza el cuarto. Mis sentidos vuelven poco a poco, puedo olfatear el dulce aroma de varias flores, es más, parecen ser cientos ante la fuerza del aroma. Adicionalmente logro identificar un pitido cercano que comienza aumentar conforme intento moverme un poco, tiene un ritmo y parece sincronizado conmigo. Cuando levanto la cabeza, un centímetro apenas haciendo uso de toda mi fuerza, lo primero que veo son unos tubos traslucidos que se enroscan en las barras de la cama y se conectan a mi brazo y mano izquierdas. Sin pensarlo y casi instintivamente levanto mi brazo para intentar quitármelos.

-No lo hagas chico, te las tendrían que volver a conectar. 

Su voz. 

Esta vez estoy seguro de que es su voz. No tengo duda al respecto. No puedo estar imaginándolo tampoco, ahora estoy mucho más consciente y es totalmente improbable. Esta vez no me importa el leve dolor que siento al moverme, como puedo intento incorporarme un poco más en la cama hasta que lo veo. Rick esta ahora de pie frente a mi cama usando un calentador negro y una camisa gris. Tiene varios cortes en los brazos, varios moretones en el rostro, el cuello, los brazos y, a la altura de su frente en el lado izquierdo, lo que parecen ser puntos en alguna herida profunda. Esta claramente apaleado y herido pero, a pesar de ello, de pie y sonriendo. Esta de pie frente a mi y no muerto. Esta vivo. Esta aquí.  

-Rick...-digo encontrando mi voz de nuevo intentando incorporarme aun más, siento la boca seca y áspera pero no me importa en este momento-Estas vivo... que sucedió?! Como sobreviviste al accidente?! Donde estuviste?! Como llegaste a aquel lugar?! Estas herido?! Como... 

-Despacio chico, no queremos que estés en peor estado-me advierte ahora ya junto a mi, el pitido se casi disparado mientras comenzaba a preguntar sin parar. Aprieta unos botones y la cama se acomoda para que este mas sentado que recostado y el sonido se reduce casi totalmente. Apenas la cama termina de moverse no me importa nada y con mi brazo libre abrazo a mi amigo con toda la fuerza que soy capaz. El no duda un segundo y me devuelve el abrazo con extremo cuidado, lo que me indica que estoy en muy mal estado, pero con la misma emoción al igual que yo. No puedo creer que estuviera aquí, en una pieza, que, de alguna manera, hubiese sobrevivido a aquella explosión y llegado hasta París, menos aun que fuese el en persona quien me sacara de aquel lugar donde pensaba terminaría muriendo.  

-No puedo verme tan mal como tu amigo mio, debo seguir tan ardiente como siempre-digo sin poder creerlo aún. Rick suelta una risotada mientras palmea un poco mi brazo. La acción me causa un poco de dolor que hace que ponga una mueca que lo hace reír aún más, pero nada en comparación con la alegría que siento de verlo-Que sucedió Rick, como sobreviviste?-repito ante la ausencia de su respuesta-Sigo siendo tu jefe y espero una respuesta.

Esta vez su carcajada es mucho más sonora y yo me uno a el. Pensé que nunca más podría molestarlo y menos aun reír junto a el. Mierda había pensado que había perdido a mi mejor amigo y hasta una figura paterna y se sentía bien saber que estaba con vida. Pero a pesar de ello necesito una respuesta, sigo siendo el único responsable y culpable de lo que había pasado, así que por paz mental necesito saber que sucedió con él después de que nos tuviésemos que separáramos en aquella vía en Mónaco.  

El Hijo Del Presidente Vol.1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora