Epílogo

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-Dos repeticiones más-me pide mi fisioterapeuta la doctora Miller, una mujer en sus mediados de los treinta, de cabello corto negro y muy atractiva la verdad. Yo asiento con la cabeza a su indicación mientras lo hago.  

-Fuese más fácil si soltará la tasa de café joven Harrison-comenta Rick desde su lugar junto a la puerta. Noto el sarcasmo en su voz lo que me hace sonreír mientras cumplo con las dos repeticiones. 

-Es mi tasa de celebración-le recuerdo mientras sonrió a la doctora quien comienza a mover mi hombro y hacer la revisión de rutina sin prestarnos atención en este momento, totalmente concentrada en su trabajo-Uno no termina rehabilitación física después de un atentado terrorista todos los días, verdad doctora?-pregunto... con un tono un poco suplicante esperando que ya declare esto finalizado.

-Una recuperación total en el hombro, el muslo y las costillas que estaban rota-sentencia la doctora anotándo en su siempre presente cuadernillo antes de mirarme. 

Yo vuelvo a sonreirle, plenamente consciente de que mi futuro y mi libertad depende de esta mujer. Le había causado su buena dosis de problemas que imagino no esperaba del hijo del Presidente. Café en la sala de recuperación, mis desesperados intentos por conseguir más horas de rehabilitación físicas, el acoso a su secretaria que llevaba su agenda, todo en un desesperado esfuerzo por acabar con esto lo más rápido posible... no la culparía por estar ya harta de mi y también quererme fuera de su hospital. Pero a pesar de ello creo que le agrado, siempre se reía de mis comentarios y encontraba fascinante mi relación con Rick, especialmente cuando se dio cuenta que mi guardaespaldas se contenía en responder a causa de su presencia. De vez en cuando se unía a las conversaciones lo cual lo hacia aun más entretenido cuando Rik se veía aun más cortado. 

Pero ya era tiempo; después de casi siete semanas asistiendo al Walter Reed National Military Medical Center, cumplir con cada una de las sesiones, asistir a cada revisión, tomar cada pastilla y medicamento que pusieron en mi mesa de noche, lo he cumplido todo con precisión militar. Estoy listo para que esto termine.

-Pues creo que con eso damos por terminadas sus sesiones de fisioterapia señor Harrison-me informa la mujer, inmediatamente sonrió y me pongo de pie, pudiera abrazarla-No olvide realizar ejercicio continuo pero nada exagerado aun por las dos siguientes semanas. 

-Muchísimas gracias doc-digo tomando mi botella de agua del suelo-En verdad fue un gusto... Si voy a poder ir a correr verdad? Hoy es importante-pregunto, casi lo había olvidado  

-Trotar. No podemos estezar aun el musculo-me corrige y advierte ella, yo alzo las manos en señal de derrota hasta que se ve conforme con su amenaza. Ya de camino a la puerta con el sonido de sus tacones resonando en la sala vacía se vuelve un segundo-No dude en contactarme si algo sucede. Un gusto joven Harrison, Agente Hugh.

-Doctora Miller-se despide Rick

En nada de tiempo estamos fuera del enorme complejo medico del Walter Reed National Military Medical Center, abordando nuestro auto, los otros dos Agentes abordaron el primero y el tercero. Es un día hermoso en verdad, el sol esta en todo su esplendor y en verdad todo parecía salido de algún tipo de fondo de pantalla, sobre todo en contraste con las hojas que ya comienzan a cambiar de color para el otoño. Un mar de amarillo, naranja y verde nos inundan apenas salimos del perímetro del hospital. Dos semanas más de vacaciones, una semana más en Washington y volvería a Cambridge de regreso en Harvard. Una parte de mi esta ansiosa por regresar a mi "normalidad", a las aulas de clases, a los trabajos, a los exámenes, a las cafeterías, a mis amigos... no todo seria como antes pero al menos es lo más cercano que estaría de volver en el tiempo a algunos meses en el paso. 

Regresábamos una semana antes del fin de las vacaciones ya que, tal como versa el acuerdo con mi padre, un año había pasado viviendo en aquella residencia universitaria y, por lo tanto, tengo que cambiar de locación. Debido a lo que sucedió en Francia nos moverían a un apartamento fuera del campus, un piso para el Servicio Secreto y otro para mi. Imagino con varios puntos de evacuación, seguridad avanzada y otros juguetes con los que Rick ansiaba ya jugar. Aquel lugar seria impenetrable hasta para un insecto, mi padre y Rick se habían encargado de eso. Pero, al igual que con la caravana de tres y las otras medidas, no me opuse. Aún recuerdo el rostro de mi padre cuando dije "ok" a sus nuevas restricciones de seguridad. Nunca imagine que llegaría el día donde simplemente aceptaría este tipo de cosas. Pero al menos me mantendría ocupado, muchas de mis cosas del departamento de Rick así como de mi vieja habitación en los dormitorios de Harvard irán al nuevo lugar. Seria algo así como mi primer departamento. Tengo planes de como lo quiero arreglar y estoy seguro que Rick a la vez debe estar pensando donde instalar censores de movimiento. 

El Hijo Del Presidente Vol.1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora