Capítulo 20: AHORA TODO ENCAJA

185 14 0
                                    

Hoy por fin me dieron el alta. Mis padres me trajeron a casa y tras desayunar, mi padre se fue a trabajar y mi madre al centro comercial con Natalia a hacer unas compras.

Me acosté en el sofá y comencé a hacer zapping buscando algún programa que me hiciese matar el tiempo. Me puse a ver "Vergüenza Ajena" mi programa favorito en MTV.

Cuando se terminó, me levanté para comprobar que no tenía ningún mensaje o llamada perdida. Cuando estaba llegando a la mesa del salón vi como la pantalla de mi iPhone se iluminaba. Lo cogí. Era un mensaje de Pablo: "¿Tienes planes para hoy?"

Sonreí y le llamé.

-¿Me echabas de menos, eh?-Me reí.

-Sí, bueno, no mucho.-Me contestó con un tono irónico- ¿Te apetece que te recoja esta tarde y vamos a algún sitio a comer?

-Claro, ¿a dónde vamos?-

-A mi casa. Cocino yo. Además me toca a mí cuidarte.-

-Bueno, está bien, espero que lo que cocines sea comestible.-Bromeé.

-Lo será. No eres la única que sabe cocinar, listilla.- Sonó su risa al otro lado de la línea provocándome una sonrisa.- Paso dentro de dos horas a recogerte.-

-Perfecto.-Colgué y me dirigí a mi cuarto bajando las escaleras que comunicaban la segunda planta con la tercera.

Abrí el armario y saqué una camiseta gris ajustada de manga larga y unos vaqueros rotos negros. Dejé la ropa preparada encima de mi cama.

Aproveché y conecte mi iPod a los altavoces Beat que tenía en mi habitación, puse el volumen a tope, lo cual era imposible hacer mientras no estaba sola en casa. La música inundaba cada estancia de la casa.

Entré al baño y me duché. Me sequé el pelo y me peiné. Salí del baño y me dirigí al zapatero donde tenía todos mis zapatos. Cogí mis Nike Air Force antes de comenzar a vestirme.

Miré mi iPhone para comprobar que iba bien de tiempo, todavía me quedaba media hora hasta que Pablo viniera a recogerme. Me puse los vaqueros negros y la camiseta, me calcé las Air Force y cogí una chaqueta vaquera. Desconecté el iPod de los altavoces, cogí mi móvil y me lo metí en el bolsillo interior de mi chaqueta junto con las llaves y el dinero. Cogí mi casco, salí al patio y me aseguré de cerrar bien la puerta antes de salir a la calle. Me quedaban 5 minutos hasta que viniera Pablo. Aproveché para mandarle un mensaje a mi madre: "Me voy con Pablo a comer y me quedaré el resto del día con él en Murcia. No sé a qué hora llegaré a casa, cualquier cosa llámame." Hoy no tenía problema en llegar tarde a casa dado que era sábado.

Escuché una moto rugir al final de la calle. Pablo. Llegó a la altura dónde estaba yo y se paró al lado de la acera. Me subí y me puse el casco.

-¿Vamos?- me preguntó.

-¡Vamos!-le contesté. Me agarré fuerte a él, rodeando con los brazos su cintura, mientras él aceleraba.

Nos dirigimos al centro de Murcia, en dirección a su casa. Entramos en la ciudad y nos paramos en uno de los semáforos de la Gran Vía de Murcia. Me di cuenta de que a nuestro lado se había parado una moto verde, y en ella subido un chico con un casco negro y rallas verdes, que comenzó a darle puño a la moto, mirándonos. Lo reconocí en cuestión de décimas de segundo: Salva. Pablo giró su cabeza a la derecha y lo vio. Noté como su corazón comenzó a latir frenéticamente. Comenzó a darle puño a su moto, sin dejar de mirarle. Me figuré lo que pasaría en cuanto la luz del semáforo se pusiera verde. Me aterrorizó solo el pensamiento de ello.

OrígenesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora