Serví las bebidas a Lucía y a María.
-Don Ernesto, ¿le falta algo?- Don Ernesto llevaba con la copa vacía desde hacía más de una hora.
-Tranquila niña, me voy a ir ya.- Una sonrisa se le dibujó en su rostro provocándole más arruguitas en los ojos.
-¿No quiere que le haga algo para cenar?- Le di la mano.
-Que va niña. Tienes mucho trabajo y un aprendiz que enseñar.- Me guiñó un ojo y me indicó que me acercara. Me puse de puntillas y me ayudé de la barra para acercarme más a Don Ernesto.
-Sé que el chico no ha entrado a por servilletas como tú.- Mis ojos se abrieron como platos.-Parece interesado en ti, no seas tan difícil.-
-Don Ernesto, usted ya sabe que me ha pasado con los chicos.-Me aparté un poco para mirarlo a los ojos.
-Niña, yo venía a este bar cuando Carmen seguía viva. Conocí a este chaval cuando tenía diez años. A los dieciséis se trasladó con su familia a Valencia. Es muy buen chico. Deberías abrirte un poco a él.-
-Me han hecho mucho daño. No voy a confiar en él. Acabo de conocerlo.- Don Ernesto soltó una risita.
-Niña, eres muy joven. Déjate llevar, dale un voto de confianza. Menuda cara llevaba el pobre cuando habéis salido de la despensa.- Me hizo sentir culpable por haberme comportado tan cruelmente con él. Don Ernesto siempre me había dado buenos consejos y nunca se había equivocado al respecto, no podría equivocarse ahora.- ¿Le darás una oportunidad?- Sonreí y asentí.
-Pero seguiré haciéndome la difícil.- Don Ernesto y yo nos reímos. Procedió a sacar la cartera pero le paré.- Hoy invita la casa. Tenga cuidado al volver.- Le di la vuelta a la barra para darle un fuerte abrazo.-Gracias por todo lo que ha hecho y hace por mí.- Don Ernesto me devolvió el abrazo.
-Y lo que haré, niña. Cuídate.- Salió del bar y vi como hablaba con Pablo. No fue una conversación muy larga, seguro que se estaba despidiendo de él.
-Alex, nosotras nos vamos.- Lucía y María acaban de terminarse los bocadillos. Me dirigí hacia ellas y recogí los platos y vasos.- Son diez euros en total como siempre, ¿no?-
-Sí.- Les cobré y las acompañé hasta la puerta.- ¿Lucía vuelves en autobús?-
-Sí. Mañana tengo que irme a Madrid para la final de baloncesto de mi categoría.-
-Es verdad.- María y yo lo dijimos a la vez. Lucía muchas veces se ausentaba en el instituto, su equipo era uno de los mejores en España en su categoría y tenían muchas competiciones con otros equipos igual de importantes que el suyo. Aunque las veía relativamente poco a las dos desde que se cambiaron de instituto, la mayoría de veces las veía por que solían comer o cenar en el bar.-
-Mucha suerte. Espero que ganes.- Le di un abrazo.-María, ten cuidado al volver a casa. Pronto se hará de noche.-La abracé y le di un beso en la mejilla de despedida. – Adiós.-
-Adiós, guapa.- Se dieron la vuelta y se marcharon. Pablo entró en el bar.
-Alexis.- Me giré.- Quedan dos mesas y podremos cerrar.-
-Perfecto. Lo has hecho muy bien para ser tu primer día.- Coloqué los taburetes y comencé a limpiar las mesas del interior.
- No tan bien como me habría gustado.- Se rascó la cabeza y dejó la bandeja sobre la barra. Cogió una bayeta y empezó a limpiar mesas conmigo.
-¿Por qué no ha ido tan bien?- No le estaba mirando, pero notaba como sus ojos se posaban en mí.
-Me habría gustado que lo que pasó en la despensa, fuese mío.- Sonreí. Esta vez sí le miré.
-No lo tendrás. Al menos, no sin esfuerzo.- Sonreí y limpié la última mesa. Pablo se acercó a mí.
-Pónmelo más fácil. Por favor.- ¿Me estaba suplicando? Permití que sus manos se entrelazasen con las mías. Iba a hacerle caso a Don Ernesto, iba a dejarme llevar. Pero iba a seguir poniéndoselo difícil.
-No puedo, te acabo de conocer. ¿Qué no me hace pensar que podrías ser un sin vergüenza que me quiere para un rato? Por ejemplo.- Dejé la bayeta. Pablo me obligó a darme la vuelta y mirarle a los ojos.
-No soy de esos. Déjame que te lo demuestre.- Le mantuve la mirada antes de contestarle.
-Te daré una oportunidad. Dale las gracias a Don Ernesto. No creo que te acuerdes de él. Hace dos años desde la última vez que os visteis.- Pablo me miró sorprendido.
-Me acuerdo de él. He estado hablando con el antes. Cuando tú entraste a por servilletas, le saludé y le pregunté por ti, también he hablado con el antes de que se fuese.- Sonreí.
-Me alegro de que lo recuerdes. Es muy buen hombre.-
-Lo es.- Pablo se pegó más a mí. Le miré y vi como sus ojos miraban mis labios y él se mordía los suyos. No me estaba tocando, pero sabía que si movía un dedo podría rozar delicadamente su piel.
-Pablo, cóbrale tú a una mesa y yo a la otra. Quiero cerrar.- Como sacándolo del trance Pablo se despega y nos dirigimos a cobrar. Una vez que los últimos clientes se marcharon, recogimos las mesas y las sillas. Las metimos en el bar y recogimos la pérgola.
- Alex.- Me giré después de cerrar la puerta del bar.
-Dime.- Me recogí el pelo en una coleta, llevé las bayetas al fregadero y puse el lavavajillas para que mañana por la mañana estuviera todo en orden para el jefe.
-¿Te vas a cambiar?- Asentí.
-¿Por qué?- Me desabroché el delantal y lo colgué en la pared. Pablo me imitó.
-Por qué quiero llevarte a un sitio.- Subió la escalera de caracol rápidamente y a los segundos estaba bajando con una camiseta del mismo estilo solo que de color granate, llevaba la anterior en la mano.
-No sé yo. Tengo que volver a casa.- Pablo sonrió.
- Será rápido, te lo prometo.-
-Está bien.- Subí y me cambié. Al bajar vi que todas las luces estaban apagadas menos dos.
-¿Vamos?- Pablo me abrió la puerta.
-Vamos.- Salí del bar y Pablo lo cerró con llave y bajó la reja.
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Buenas tardes, mis amores!! Aquí os dejo el Capítulo 5!!Si os ha gustado dejadme una estrellita o un comentario. Hasta el próximo capítulo:)
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Orígenes
Ficção AdolescenteAlexis era una adolescente normal hasta que conoció a Pablo, un chico que se dedicaba a ser un inocente universitario de día y un temerario corredor de carreras en la noche. Tras comenzar a entablar una relación personal con Pablo, Alexis sufre un a...