❝The sun and the moon.❞

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Quería hacer tiempo mientras pensaba. Aún sujeta fuertemente de la mano de Camila, comenzó a caminar por las pobladas calles nocturnas de Miami, con su pijama de unicornio. Se veía ridícula, y era algo que la afectaría en circunstancias normales, pero lo único en lo que podía pensar era en que debía mantenerla a salvo. Sin decir mucho, la otra muchacha caminaba detrás de ella, siendo jalada por la unión de sus manos. Cada vez que Lauren volteaba, daba con la mirada perdida de Camila, quién era lo más similar que podía hallar a un pajarito herido. Pequeña, asustada, e incapaz de sanar sin ayuda. Con el paso de los minutos, por fin se le ocurrió algo que hacer. Y si no funcionaba, la última opción disponible sería dormir en la estación del tren, pero de ninguna manera la dejaría volver a su hogar. Sin importar lo que sucediera, no la mandaría allí a morir. No lo permitiría. 

Llamó a Chris, agradeciéndole a Dios por haber traído el teléfono consigo, y le pidió ayuda. No le explicó del todo la situación, pero le dio a entender que estaba en problemas, y que necesitaba una mano. A su madre no le gustaría que la chica Cabello estuviera en su casa, así que debería mandarla a su habitación con todo el cuidado posible, e impidiendo que notaran su presencia allí. Su hermano accedió, y le pidió que regresara a casa, que él se las arreglaría para mandar a su madre a dormir. 

Al llegar, no supo que fue exactamente lo que hizo su hermano, pero Clara no estaba plantada junto a la puerta. No había conseguido enviarla a la cama, pero si la había llevado a la cocina, entreteniéndola mientras su hermana mayor y su acompañante entraban con sigilo por la puerta de atrás, y se escabullían hacia el dormitorio. En el proceso, susurró un "Gracias" para su hermano, sin que su madre pudiera oírlo. 

Y allí estaba, durmiendo con Camila una vez más. No en su casa ya, pero juntas al fin y al cabo.

Suspiró con pesadez, quitándose el abrigo y dejándolo sobre una silla en la habitación dónde acumulaba la ropa sucia, o la que le daba pereza guardar. La otra adolescente permaneció de pie en un rincón, observando la habitación de Lauren en la penumbra. No se parecía en lo absoluto a la suya. 

  — ¿Dónde voy a dormir? —  Cuestionó, al ver que sólo había una cama, y no podía volver a usar el sofá. — Si quieres, puedo sólo echarme en el piso. — 

— No, nada de eso. Puedes usar mi cama. — Le dio una palmada a la misma, ofreciéndosela. 

— Es tuya. Además, aún estás herida. Tú deberías ser quién la use. —  

— Pero tú la necesitas más que yo. No veo que hayas tenido una noche tranquila en mucho tiempo. Es cómoda, te servirá para compensar. — 

— Estoy acostumbrada al piso, descuida. Puedo dormir bien allí. — 

— Usa la cama, anda. — 

— ... ¿Y si ambas la usamos? — 

La pregunta fue formulada en un tono inocente, pero provocó que Lauren arqueara una ceja con extrañeza.

— ¿No crees que eso es raro? —  Ella y sus amigas no eran las únicas que tenían rumores relacionados con la homosexualidad circulando a su alrededor. La menor de las dos era un buen blanco también para ese tipo de acusaciones, debido a su aspecto de rudeza. Muchos la calificaban cómo a una lesbiana enclosetada. Estos rumores eran los más odiados por Camila, y habían llegado hasta los oídos de Lauren en poco tiempo. 

— ¿Por qué debería serlo? —  Replicó, dando unos pocos pasos en su dirección. 

— Por que somos dos chicas. — 

— Esa es una mente perversa. — Rió con suavidad, dándole un débil empujón. — Sólo vamos a dormir, Lauser, relájate. A no ser que tengas otros planes. — Acompañó aquello último con una pequeña sonrisa, alzando ambas cejas. La contraria sintió cómo sus mejillas comenzaban a arder. Era la primera vez que la oía hacer una insinuación cómo tal, teniendo en cuenta su odio hacia cualquier idea ligada a ese lado homosexual que se rumoreaba que tenía oculto.

She keeps me Warm ;; CAMRENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora