❝Falling apart.❞

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(contiene referencias al capítulo "clara". asssoopotamadre, llegamos a los 6k <3. se supone que tardaría un poco más en hacer este cap, pero estoy tan emocionada que se los entrego antes we. El siguiente será intenso.)

El llamado de su hija causó la llegada de Sinuhe, alarmada.

—¿Quién te invitó a ti a pasar? — Preguntó, de forma acosadora, mientras se encaminaba hacia Lauren. — ¡Fuera! ¡Vete de aquí! —

Camila se aferró a los brazos de Lauren para impedir que su madre pudiese llevársela, incapaz de contener la intensificación de su llanto, volviéndose casi un dolor de oídos para el resto de los presentes. - ¡Necesito hablar con ella, mamá! - Logró formular, dirigiéndole una mirada fulminante a Sinuhe.

— No pienso hacer nada malo, señora Cabello. —Se excusó. — Lamento haber entrado así. —

— ¡No me interesa! — Respondió la mujer, enfadada. Aterrada, la invitada en la casa observó cómo la rubia casi enterraba sus uñas en las manos de su hija para que la soltara, y pudiese ser ella quién sujetara la ropa de Lauren, para obligarla a caminar hacia la salida. —Alejandro y yo aún tenemos cosas que discutir con Camila. ¡Vete! —

De forma repentina, la susodicha salió corriendo escaleras arriba, para encerrarse en su habitación. Las tres oyeron el portazo que dio al entrar.

— ¿¡Que está pasando aquí!? —Cómo siempre, en esa familia no podía ser nada bueno. Pero algo le decía que estaban poniendo a Camila en un peligro mayor del usual. Era la primera vez que la veía tan alterada, y estaría agobiada si se iba y la dejaba sola, a merced de sus padres.

—Nada, ¡Fuera! — A los empujones, la obligó a salir de la casa. 

Sin pensárselo dos veces, corrió hacia la parte trasera, y se dedicó a arrojar piedras a la ventana de su amiga, hasta llamar su atención. Al verla, se asomó.

— ¡No puedo bajar! — Exclamó, sacando parte de su cuerpo hacia afuera, pero manteniendo las manos bien sujetas al marco de la ventana.

— ¿Estás bien? — No quería alzar demasiado la voz, para que no la echaran del patio también, pero de otro modo, la contraria no alcanzaría a oírla.

— ¡Llámame! — Tuvo que apartar una de las manos, para secarse las lágrimas, que ya se volvían cómo una delgada película sobre sus ojos, y le impedían ver con claridad.

Camila cerró la ventana, buscó su teléfono, y esperó la llamada entrante de la chica que ahora se alejaba de su casa, para poder hablarle desde un sitio más seguro. Al recibirla, la aceptó con rapidez, y llevó el teléfono al costado de su rostro.

— ¿Que pasó, Camila? — Cuestionó, al otro lado de la línea. — No te imaginas lo preocupada que estoy ahora mismo. ¿Está todo en orden? —

Le costó encontrar las fuerzas para explicarlo, pero varios segundos en los que sólo dejó oír su llanto, decidió armarse de valor para resolver sus dudas.

—No llegamos a fin de mes, Lauren. Mis padres están ganando muy mal. — Expresó, con dificultad. — Y... Y me dijo que todos tendremos que hacer... Sacrificios. —

—¿Sacrificios? —No le sonaba nada bien aquello. —¿A qué te refieres? ¿Recortar gastos?—

—Sí, pero también necesitamos nuevos ingresos. —Necesitó un momento antes de continuar, ya que su voz volvía a quebrarse. — Pero los dos ya están trabajando, Sofi es muy pequeña, y sólo quedo yo, pero soy menor de edad. —

—¿Quieren que vayas a trabajar? ¿Eso es lo que te tiene así? — Por unos segundos, se sintió aliviada. Podría haber sido peor.  —No te preocupes por eso, Camz. Podemos buscar un trabajo de medio tiempo juntas. Yo te ayudo. —

— No me estás entendiendo... —

— ¿De qué hablas? —

— ¿Recuerdas cuando mi padre te dijo que hasta que no me "pagaran por zorrear", no serviría de nada? — Mencionó, entre sollozos. — Pues... Eso. —

— ¿Qué? — El alivio que la había invadido poco antes, se transformó en desasosiego, al ir entendiendo el rumbo que tomaba el tema.

— Me dijo que tiene algunos amigos que podrían pagarle por mi.— Le explicó, destrozada. — Y con eso, podría pagar las deudas. Pero yo no quiero hacer eso, Lauren. No quiero. —

La mente de Lauren se quedó en blanco, mientras intentaba procesar lo que había escuchado. Era simplemente demasiado.

— ¿Tu padre sabe que la prostitución es ilegal? — Trató de verlo por ese lado, para darle ideas con las cuales tratar de hacerlo recapacitar. —Si lo descubren, podría ir a prisión por estarte obligando. ¿Se lo dijiste? —

—No... - Murmuró. - Pero me obligará de todos modos. Tú no lo conoces. —

—Entonces tenemos que hacer algo al respecto, Camila. — Su voz adquirió mayor firmeza.— Esto ya es tirar demasiado la cuerda. No puedo dejarlo pasar.—

— ¡Ya te dije lo que pasaría si la policía se lo lleva!—

— Llevas prácticamente un mes viviendo en mi casa. Puedo hablar con mis padres, y pedirles que te quedes por un tiempo hasta que te consigamos un lugar. —

—¿Me mantendrán por años, hasta que me pueda ir? ¿Teniendo ya tres hijos? —

—Veremos que se puede hacer. Algo se me ocurrirá. —Se aferró al optimismo, para transmitírselo a ella también. — Pero no puedo dejar que esto siga así. Estoy siendo su cómplice. —

— No quiero hacerlo, pero quizás pueda aguantarlo por un tiempo. No tengo otra opción.—

— Camila, por favor. Eso lo dices ahora, por que estás bien. Cuando estás triste, ya no puedes soportarlo. Además, lo que quiere hacerte es algo terrible. — Hizo una pequeña pausa. — Cada vez que "eso" pasa con tu padre, estás al borde de morir otra vez. ¿Te imaginas llevar ese ritmo todas las noches? ¿De dónde sacaría yo el tiempo para ir a ayudarte cada vez que eso te afecte?—

— Quiere que empiece la semana que viene... Aún hay chances de que cambie de idea a último momento. — Informó, tras una breve pausa, escuchando lo que sus padres discutían escaleras abajo. Estaban hablando sobre cómo afectaría el trabajo a Camila, y de qué manera podían hacer que aquello tuviese un impacto no tan grave en ella, para que no pensara en sacar a la luz lo que estaba pasando a puertas cerradas. Sus manos temblaban tanto que tuvo que levantar el teléfono, pues se le había resbalado. Estaba aterrada. — Y sino... Supongo que tendré que dejar que tomes cartas en el asunto. — Se resignó a que era mejor intentar salvarse con la ayuda de Lauren, que dejarse hacer y sufrir un nuevo infierno, distinto al que ya estaba acostumbrada. 


Al finalizar la llamada de forma abrupta, por que Sinuhe obligó a Camila a bajar, ambas se quedaron pensando en todo lo mencionado por la otra durante esos pocos minutos de comunicación. Lauren quería ayudar a Camila, pero no sabía cómo hacerlo, ni que tan malas podrían ser las consecuencias de sacarla de esa casa, pese a que allí la tuvieran casi bajo tortura. Camila quería dejarse ayudar, para poder salir de allí y nunca volver, pero temía que su padre le impidiera irse de la peor manera posible. Sabía de lo que ese hombre era capaz, y le tenía terror. Sin mencionar que, poco después, llegó el día de las elecciones, con la victoria de Donald Trump. Su familia, que ya estaba lo suficientemente perjudicada y rota, también estaría enfrentando el peligro de tener que regresar a Cuba tras años viviendo en Estados Unidos, y volver a empezar allí desde cero. Y Lauren no podría ayudarla a la distancia por mucho tiempo.

Las cosas jamás habían estado tan mal para ellos, y aún tenían una decisión que tomar. El hecho de que su hija comenzara a trabajar, atendiendo a los amigos de su padre, era algo que sólo ellos decidirían, pues no pensaban preguntarle a la principal afectada allí qué era lo que pensaba sobre la idea. La obligarían. 

Camila necesitaba pensar en cómo zafarse de aquello, y viendo cómo todo se ponía cada vez peor, no tenía mucho tiempo para hacerlo. 


She keeps me Warm ;; CAMRENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora