❝Light of hope.❞

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{En compensación por haberlos hecho esperar tanto. Puede que incluso haga una mini maratón hasta el último capítulo, bcs falta muy poquito (?)} 


Otra vez, caía en lo mismo. En la misma cuestión que llevaba atormentándola hace meses, que se repetía de nuevo. 

"¿Cómo saldría de allí?"

Cambiaba el lugar, pero la pregunta seguiría siendo exactamente la misma. Fuera que se encontrase en un apartamento mugroso y apenas con espacio para respirar, o en una casa en construcción a las afueras de Boulder. En todas las oportunidades, se planteaba la misma pregunta. Pero nunca tenía una respuesta que darle. 


No sabía en dónde estaba ahora, pero dudaba haber llegado a México. El viaje no había sido tan largo. 

El amigo de su padre las había bajado del coche a mitad de la noche, para alojarse con ellas en un hotel de mala muerte. Las obligó a mantener el rostro bajo, con tal de que nadie las reconociera. De todos modos, no había mucha gente allí, y el pequeño televisor en la recepción con suerte podía mostrar una imagen sin grandes rayones negros de por medio, que iban atravesando la pantalla en repetición, debido a la señal inestable. No podía considerarse cómo un sitio peligroso del todo para aquél delincuente. 

¿Quién demonios reconocería a dos chicas secuestradas allí? 


Las llevó a una habitación diminuta, dónde se echó en la cama. Su panza subía y bajaba al ritmo de su respiración, dándole un aspecto casi cómico. Pero a Camila ya nada le hacía demasiada gracia. 

En los meses transcurridos, su propia barriga había estado creciendo, pese a que no se viera muy hinchada. La vida existente allí dentro iba creciendo, y a esas alturas, imaginaba que su hijo ya se vería cómo un feto bien formado. 

En la soledad, le había tomado cariño a la única persona que estaba acompañándola, pese a que no estuviera allí del todo. Podía sentir a su bebé cada tanto. Éste no se movía mucho, y de seguro era una criatura escuálida y pequeña a causa de la falta de alimentación de su madre, pero estaba ahí. Siempre estaba ahí. Y, de a ratos, a la latina le agradaba imaginar cómo podría lucir cuando lo tuviera en sus brazos. 

No lo imaginaba con rasgos de su padre, lo proyectaba sólo con los suyos. Cómo si fuera un pequeño calco de sí misma. Un Camilo. 

Quería que fuera un niño. 


De hecho, mientras el hombre descansaba, se dispuso a pensar en eso. En el bebé. 

Y podría haber seguido pensando en él toda la noche, pero los ronquidos del secuestrador no le permitían concentrarse. Finalmente, tomó el ejemplo de su hermana menor, y fue a encerrarse al baño. 

Sofía estaba sentada sobre la tapa del inodoro, abrazada a sus delgadas piernas. Al ver a Camila, no le dio atención. Ésta última se acomodó en el piso. 

Estuvieron sentadas una junto a la otra durante minutos enteros, sin hablarse. Cómo si la otra no estuviese presente. Cada tanto, se miraban, pero no se decían nada. 

Lo único capaz de provocar el inicio de una conversación, fue que Sofía se refregó los ojos, e intentó ahorrarse las lágrimas. Observó a Camila, y escondió mitad del rostro tras las rodillas. 

— Extraño a mamá. — Dijo, finalmente, con una voz quebrada. No podía refugiarse en Sinuhe ya, por lo que recurrió a la única persona a la que podía aferrarse: Su hermana. No quedaba nadie más. Su padre ya no estaba tampoco. Sus amigas menos. No quedaba nadie más. 

— Yo también. — Admitió la mayor, extendiendo las piernas en el suelo, para estirarlas. — Pero quizás la veamos pronto. 

— ¿Por qué lo dices? 

— Ella nos sacará de aquí. —  Quería ser optimista. El hecho de que Sinuhe estuviera fuera era un gran avance. Tenía que mantener las esperanzas que eso le había brindado. — Ayudará a la policía a buscarnos. 

— ¿Y papá? — Preguntó, bajando el tono de voz. Le daba algo de pena nombrarlo. 

— No sé que pasará con él. Pero dudo que quiera que nos vayamos. 

— No, no querría eso... — Elevó su rostro, para apoyar el mentón sobre las rodillas. — Aunque... Él me dijo que si yo ayudaba a que tú fueras a dónde quería llevarte, me dejaría irme con los abuelos. Pero parece que estuvo mintiéndome. 

— Eres una testigo, Sofi. Tú viste todo lo que pasó. Sabes muchas cosas. —  Razonó. — Es obvio que era una mentira. 

Silencio. 

La menor se sentía culpable por haber estado contribuyendo a una causa injusta, sólo por creer que en realidad podría irse de lo que había comenzado cómo unas "vacaciones en familia". Sabía que había sido mala con Camila, pero pensó que podría ayudarla cuando saliera. 

  — Sólo quiero irme de aquí... — Gimoteó. — Quiero volver a casa. 

Camila había visto a su hermana, desde siempre, cómo a un peón de sus padres. Hacía todo lo que éstos le dijeran. Jamás la había tenido de su lado. Y ahora que ninguno de los dos adultos estaba allí, y estaba viendo a la verdadera Sofía. A la que había tenido en frente hace años, pero que no había tenido oportunidad de contemplar hasta entonces. 

A la que ya estaba harta de acatar órdenes.

— Yo también quiero eso. — Se arrastró un poco, para quedar más cerca de ella, y le extendió una mano amiga. Ella la tomó. — Pero tenemos que aguantar, hasta que alguien nos saque. Lauren, Mamá, o quién sea. 

De repente, la pequeña se soltó de la mano de Camila, para ponerse de pie. Se quitó la mochila, y buscó algo en la misma. La revolvió bien, hasta encontrar lo que buscaba:

El teléfono de su hermana. 

— Papá dijo que no debía dártelo bajo ninguna circunstancia. — Le dio el celular, y la castaña lo tomó en sus manos cómo si fuese oro.  — Pero quizás sea un buen momento para hacer algo por mí misma. 

— ¿A-Aún funciona? 

— No lo sé. Pruébalo. 

Ella mantuvo presionado un botón, hasta que en la pantalla rota, pudo verse el logo de la compañía que le daba internet. Luego, el de la marca del aparato. Y, por fin, su pantalla de inicio. Había una baja señal, pero si cruzaban los dedos, esta sería suficiente para conseguir ayuda. 

— Papá bloqueó varios números por seguridad. Cómo el de la policía, los bomberos, emergencias... Etcétera. — Le explicó Sofi, sentándose a su lado. 

Camila sabía a quién podía contactar. Se sabía el número de Lauren de memoria, y aunque éste hubiese sido borrado del teléfono, pudo crear el contacto nuevamente. Utilizando su poca señal, abrió la aplicación de mapa, y escogió la opción de compartir su ubicación. El mensaje tardó en enviarse, pero lo hizo. Y fue recibido de inmediato. 

Añadió la palabra "Apúrate". No sabía por cuánto más estarían ahí. Puede que a la mañana ya estuviesen en la carretera de nuevo. Así que la acción de la ojiverde debía ser veloz. 


Cual canario en una mina, los ronquidos del hombre mantenían a las muchachas tranquilas, y les aseguraba que no había ningún peligro. Pero cuando estos sonidos se detuvieron, ellas supieron que era hora de ir guardando todo de nuevo, y hacer cómo si nada.

Sofia ocultó el teléfono en su mochila, dentro del estuche de las gafas de su padre, y se ubicaron lejos la una de la otra. Apoyaron la cabeza en la pared del reducido cuarto de baño, y pretendieron estar durmiendo. 

Pero los mensajes ya estaban enviados. Y era cuestión de tiempo para que la ayuda se pusiera en camino. 


She keeps me Warm ;; CAMRENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora