❝From the perfect start to the finish line.❞

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  — ¿Tú acaso eres feliz aquí? ¿No te sientes cómo un perro? Encerrada, sola, dejada de lado... ¿Todo eso no te molesta, ni te hace sentir encerrada? 

— ¿Qué dices, Kaki? — Sinuhe se acomodó mejor en la cama, con las manos bajo el rostro. —  Estamos de vacaciones. Tú, tu padre, tu hermana y yo... 

— Vamos de nuevo. — Camila se acuclilló frente a la cama, buscando una de sus manos para tomarla, con un aire cansado. — No estamos de vacaciones, mamá. Él está arrastrándonos de estado a estado sin ningún motivo. No estás de vacaciones, estás siendo secuestrada por tu propio marido. 

— ¿Y que hay de Sofi? Ella sigue yendo a la escuela. Si estuviéramos cómo tú dices, no lo haría. 

— Sofi no va a la escuela, Sofi se va con papá a buscar quién sabe qué. Te está mintiendo, y tú caes redondita. 

— Alejandro no me haría eso, Kaki...

— Sí, lo haría. Lo está haciendo ahora mismo. Y si tú no cooperas, seguirá haciéndolo hasta que decida matarnos, o algo peor. Tienes que escucharme, mamá. Te estoy diciendo la verdad. 

— ... ¿Que te pasó en el ojo, Camilita? 

Camila resopló, sin poder conseguir que su madre entrara en razón. Fuera por la medicación que le daba Alejandro, o por los golpes que le propinaba, Sinuhe estaba volviéndose una planta de interiores. Casi no hablaba, a veces olvidaba ir al baño, no se movía de las camas o del coche, y olvidaba cosas sucedidas hace pocos minutos. 

El ojo de su hija se veía afectado por un buen golpe recibido hace unos días. Su padre se había enterado de que estaba intentando dar señales de vida a la civilización, posiblemente mediante Sofía, que era cómo su informante personal. Ya no tenía acceso a su teléfono, y esperaba que su última conexión fuese suficiente para alertar a Lauren de su ubicación. No quería morir. No así. Pero estaba quedándose sin alternativas para ayudar en su propia búsqueda. 

— Mamá, estás perdiendo la cabeza. —  Gimoteó, apenada por el estado en el que se encontraba su progenitora. 

— Eso no es verdad, Kaki.

— Sí, mamá, lo es. — Apretó los labios, secándose algunas lágrimas que intentaban descender por sus mejillas. —   Y estás empeorando con las cosas que él te da. 

— Alejandro me está cuidando.

— Ojalá eso fuera verdad. 

— Confía en él... Es un buen hombre. No nos haría daño. 

— Mamá... ¿Tú confías en mí? — Arriesgó, apretando su mano con más fuerza. 

— Por supuesto.

— Entonces, ¿Por qué no haces una última cosa por mí, antes de que te pongas peor? No, no por mí. Por nosotras. Haz una última cosa por nosotras. 

— ¿Qué? 

— Tenemos que salir de aquí, mamá. Tenemos que pedir ayuda. Y no puedo hacerlo sola. —  Sollozó, recordando su incapacidad para admitir que era la chica de las noticias. Le tenía demasiado miedo a su padre. Acompañada, quizás fuera más valiente. Y, a decir verdad, su madre era la única persona que valía la pena salvar. — Necesito que me ayudes. 

— ¿Salir de las vacaciones? ¿Por qué querríamos hacer eso, Kaki?

— Uhm... —  Tuvo una idea, entonces. Si no podía hacerla razonar a su manera, quizás pudiera a la manera de Sinuhe. — No, en teoría no. — Se secó las lágrimas nuevamente, aclarándose la garganta. — Mira, vamos a jugar a algo, ¿Sí? Papá y Sofi ya están jugando, pero faltamos nosotras. Pero ese algo implica salir momentáneamente de las vacaciones. ¿Me entiendes? 

She keeps me Warm ;; CAMRENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora