❝You want me one more time.❞

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  — Quiero que sepas que te estaré apoyando en todo lo que necesites, Camila. No estás sola en esto. — la rubia sostenía las manos de la susodicha entre las propias, con una seriedad nada usual en ella. Su mirada estaba fija en la de ella, intentando así traspasarle algo de seguridad, y la certeza de que la acompañaría en cada paso de la larga carretera que tenían por delante. — Esto no afectará nuestra amistad, en lo absoluto. — Añadió, para que lo tuviera presente. 

— Gracias, Dinah. —  Le regaló una débil sonrisa, mientras volvía a sentarse en la cama del hospital, cubierta por sábanas traídas por Lauren. Llevaba tres días allí, y por fin, Jerry le había dado la autorización de marcharse. Su cuerpo ya estaba mucho mejor, y su organismo había sido limpiado por completo de los restos de antidepresivos, dejándola fuera de peligro. El procedimiento que indicaba que un psicólogo debía evaluarla, y comunicarle a sus padres lo sucedido, había sido saltado gracias al doctor, y al soborno ofrecido por la muchacha de ojos verdes. — Espero que mi padre no me mate por esto. 

— No lo hará. Y si pasa algo, nos llamas a mí o a Lauren. Nosotras estaremos ahí para ti. — La última mencionada se encontraba en la habitación también, y era obvio que estaba de acuerdo con las palabras de la menor entre las tres. Se encontraba más que dispuesta a hacer lo que fuera por que esa experiencia fuera lo más fácil de sobrellevar para Camila. Si podía darle refugio en su casa, lo haría. Si podía ayudarla con su padre, lo haría. Para lo que necesitara, estaría presente, y evitaría que cometiera otra estupidez que la dejase en un estado crítico. Dinah estaba enfocada en lo mismo, y quería lo mejor tanto para su mejor amiga cómo para el hijo que tendría la misma, asumiendo que al final sí lo tendría. Conocía bien a la cubana, y estaba segura de que no sería capaz de practicarse un aborto. Era casi imposible imaginarla pidiendo algo así, y confiaba en que continuaría con el embarazo, sin importar que el padre fuera un misterio y las circunstancias fueran las peores. Camila era valiente, y lograría enfrentar eso. Y, para cuando ya no pudiera serlo, ellas dos estarían ahí para amortiguar la caída. 

Tras ayudarla a recoger sus cosas, se dirigieron a sus respectivas casas. Le darían tiempo para hablar con Alejandro sobre el tema, y luego Lauren pasaría por ella, para asegurarse de que todo siguiera en orden. Tenía el mal presentimiento de siempre, y parte de ella ya anticipaba lo que podría pasar, pero debía dejar que Camila hiciera lo que tenía que hacer en esa casa, y aclarar lo que quisiera con su padre.

Allí, la esperaba la reprimenda de su vida. Le confesó a su padre que no podía trabajar de lo que él pretendía en esas condiciones, y la reacción fue tan violenta cómo ella preveía. No obstante, en cuanto a lo físico, no pasó de unos cachetazos y jalones de cabello. Se estaba controlando, aunque quisiera dejarla hecha polvo allí mismo. Cuando esa escena terminó, procuró salir con rapidez, y escabullirse de la casa. No habló con Lauren, ni con Dinah. Su interior era un desastre de emociones en ese mismo momento, y la desesperaba no tener manera de ordenarlas. Se secó las lágrimas, se arregló el cabello con las manos, y se dirigió al único sitio que podía provocarle una emoción tan fuerte que sería capaz de contrarrestar todas las demás, y hacerla sentir que su vida estaba de nuevo bajo su control, y no bajo el de nadie más. 

Sentía rabia, tristeza, soledad, ansiedad... Estaba hasta el cuello de sentimientos con los que no estaba a gusto, y le urgía encontrar algo que pudiera acallarlas. Eran cómo voces en su cabeza, demasiado fuertes cómo para seguir ignorándolas. 

Lauren, al no recibir respuesta a sus muchos mensajes, dudó. Dudó de si ella estaba bien, de si estaba a salvo, de si estaba arriesgándose de nuevo. Y cómo si compartieran la misma mente, ambas marcharon al mismo lugar. Una a paso veloz, la otra a paso tranquilo. Una temiendo por una vida ajena, y otra temiendo por la propia. Se coordinaron de forma perfecta para saber a dónde necesitaban ir en ese instante, y pese a no verse en un primer momento, ambas sentían que la otra podía aparecer allí en cualquier momento. 

She keeps me Warm ;; CAMRENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora