❝Almost there.❞

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— Este fue el único lugar en el que tuvimos noticias de Camila. Cuando llegamos, la habitación estaba vacía. La recepcionista dijo no haber notado nada extraño en el hombre y las chicas cuando pidieron alojarse aquí.   

El policía se encontraba con muchos micrófonos rodeando su rostro, para obtener la mejor calidad de audio de lo que decía. Muchos medios estaban cubriendo la situación. 

El caso parecía haber conmocionado a miles, y ciudades enteras estaban sentadas frente a sus televisores para ver la resolución del caso. Desde la comisaría de Miami, habían indicado que ya estaban pisándole los talones al secuestrador de las chicas. Era una confesión bastante arriesgada, pero creían que el caso estaba por llegar a su final. Y eso atraía la atención de más y más televidentes. 

En el instituto al que Camila solía asistir, seguían sumando aportes al tablón con fotografías de las valientes que ahora estaban en la búsqueda de la estudiante desaparecida. Allí, ahora también habían cartas y mensajes para Lauren, Dinah, Normani y Ally. Esta última no había salido de Florida, pero era conocida ahora por participar en las misas de la iglesia más cercana, para pedir por la salud de Camila y las demás. Recorría la escuela para generar consciencia sobre la situación, e informar a más alumnos, para que mantuvieran los ojos abiertos y no volviesen a repetirse problemas cómo aquél. 

Alejandro Cabello había sido devuelto a Miami, para ser interrogado. 

Cuando bajó del coche patrulla, las personas lo rodearon, y debió ser ayudado por los policías para llegar intacto al establecimiento. Era abucheado, y se lo golpeaba con piedras, papeles hechos bola, o lo que tuvieran a mano. Los insultos también estaban muy presentes. Se ganó unos cuantos empujones, golpes en los brazos, y patadas. 

Y ese odio tenía una muy buena razón de existir. La comunidad quería hacer justicia por mano propia. 


Lauren, mientras tanto, había pedido un momento para sentarse a solas. Quería pensar. ¿A dónde podría estar dirigiéndose Camila ahora? ¿De dónde podía sacar pistas para saberlo? 

No era una detective, y sólo contaba con la información que la chica le enviaba cada tanto. Ésta, quién ya debía de llevar por lo menos seis meses de embarazo, no había podido enviarle mucho más. No se había vuelto a conectar. 


Su mirada se iluminó al ver pasar a uno de los policías. El que la había abrazado, y la había consolado durante su mayor episodio de frustración. Pensó que él podría saber algo, y decidió acercarse a preguntar. 

No obstante, al ir aproximándose desde atrás, notó que él tenía una actitud sospechosa. Estaba asegurándose de que no hubiera nadie cerca, así que Lauren se escondió detrás de un sofá. 

Esa actitud, desde luego, le llamó la atención. ¿Que pasaba con él?

Dada su naturaleza curiosa, la ojiverde lo siguió de forma sigilosa. Pudo verlo juntarse con otro pequeño grupito, detrás del hotel en el que el secuestrador había pasado la noche. Se acercó, lo más silenciosa que pudo, a escuchar. 

— No sé cómo, pero la niña lo hizo de nuevo. —  Se quejó el hombre. —  Pudimos interceptar el mensaje, pero iba dirigido a esta chica, Jauregui. 

— Es impresionante... — Habló otro de los hombres. — ¿Que le envió ahora? 

— Unas coordenadas exactas. ¿¡Qué nadie la vigila!? De no ser por nosotros, ya la habrían encontrado. ¡Joder! —  Volvió a tomar la palabra, enfadado. 

— ¿Tienes las coordenadas? —  Preguntó el tercero. 

— Sí, imprimí la ubicación en el mapa. Podemos dejar que se vayan y usarla luego cómo pista falsa, o lo que sea. Pero este hombre debe comenzar a revisar que la niña no tenga el teléfono. 

She keeps me Warm ;; CAMRENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora