❝Drifting.❞

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El oficial le abrió la puerta a Lauren, dejándola subir en el asiento del copiloto. De inmediato ocupó su lugar correspondiente, y arrancó. Otra patrulla los seguía, cómo refuerzos. No sabían exactamente con qué se estaban enfrentando. Alejandro podía estar armado, estar agrupado con alguna red de tráfico de personas... Se había vuelto un completo misterio tanto para la adolescente, cómo para la policía. No había nada que deseara más que haber actuado antes, cuándo era menos peligroso. Pero, claro, jamás se habría esperado que secuestrara a Camila y huyera. No podía creerlo aún, de hecho. 


Escuchó atenta cómo el policía les daba las coordenadas a otras unidades a través de su radio, en caso de que hiciera falta que se acercaran también. Lauren, por su parte, decidió avisarle a Dinah de lo que estaba sucediendo. Ella merecía saberlo. 


Fueron acercándose a toda velocidad, con el sonido de la sirena aturdiendo sus oídos. Debió sujetarse de la puerta cuando doblaban, ya que lo hacían de una forma muy brusca, y temía golpearse con la ventanilla. Evidentemente, querían llegar lo más rápido posible, por si su padre pretendía llevársela más lejos. Nada les aseguraba que no se hubiese dado cuenta de que ella intentó pedir ayuda. 

Prácticamente volaron hacia allí, alertando a los demás conductores de que se apartaran de la calle, y que permitieran ese espacio para que las autoridades transitasen sin inconvenientes, con tal de llegar lo más rápido posible al sitio marcado cómo la ubicación de Camila. Lauren sentía que su corazón iba tan rápido cómo las ruedas del vehículo que la llevaba al encuentro de su amiga. La incertidumbre la carcomía, desconocer si realmente estaría allí o no, pero sus esperanzas eran  más fuertes que cualquier temor. Tras meses sin noticias de ella, esa chispa de fe sería difícil de apagar. 


Perdió la cuenta de los minutos que pasaron hasta llegar a la casa, pero fue más de media hora. Estuvieron recorriendo la carretera, en busca de un punto que parecía estar en la nada. No había ningún otro lugar de referencia cerca, ni estaba dentro de ningún pueblo. Estaba en la completa soledad, y si no lo tuvieran marcado en un GPS, el policía juraría que no había nada que buscar allí, en absoluto. Ni una casa, ni una chica, ni nada. Era sólo desierto. 


—  Necesito que ahora te quedes aquí, Lauren. — Ordenó, deteniendo el carro frente a la pequeña y destartalada casita. — Por lo menos, hasta que revisemos el lugar.

Comprendía que estuviesen en una encrucijada. Debían entrar sin saber lo que había allí, sin tener idea de a quién le estaban haciendo frente, y la única que podía tener una mínima idea de cómo reaccionaría Alejandro era Lauren, pero temían llevarla por su propia seguridad. Suspiró, asintiendo. No quería complicar más las cosas, así que se limitaría a acatar órdenes, hasta que fuera seguro adentrarse en la vivienda. 

—  Gracias. —  Le dio una palmada en el hombro, antes de bajarse. La dejó allí, sola, observando todo desde la comodidad del asiento. Pegó sus manos a la ventanilla, ansiosa. Quería saber cómo estaba Camila, si estaba herida, si estaba deprimida, si había perdido esa estabilidad que la ayudó a conseguir... Quería saberlo todo. 


Atestiguó cómo los policías iban ingresando, en silencio, apuntando con sus armas. Otros se quedaron fuera. Así, los seis se distribuyeron para intentar cubrir toda una casa, e impedir que el delincuente se saliera con la suya. Y Lauren colaboraba cubriéndolos con su atenta mirada, a la que no se le escaparía ni un detalle. No podía darles más que eso. 

Nuevamente, los minutos pasaban, y aumentaba el estrés. Estaban tardando en sacarla. 

Golpeó sus uñas contra el cristal, sintiendo cómo una pequeña vena se marcaba en su cuello, delatando el pulso acelerado con el que convivía en esos instantes. Dinah se ocupaba de hacer vibrar el asiento con todos sus mensajes, preguntando que tal iba todo. La rubia estaba allí en espíritu.


Cuando lo vio salir, estaba solo. Sus compañeros eran los únicos rodeándolo. ¿Dónde estaba Camila? 


Bajó, a los tropezones, corriendo al encuentro del oficial. Éste negaba con la cabeza, anticipándole que no habían buenas noticias. 

  —  ¿¡Qué sucedió!?  

— No hay nadie en esa casa. Está vacía. 

Su alma dejó su cuerpo. La única pista que tenía, acababa de desvanecerse. Tenía que comprobarlo por si misma, era necesario que lo viese con sus propios ojos. ¡No podía estar vacía! 


Ingresó, alterada, abriendo de golpe. El olor dentro de esa casa era insoportable. Su expresión se arrugó de inmediato, y tuvo que cubrirse la nariz. 

Exploró el salón, el baño en condiciones asquerosas, el delgado pasillo, y las únicas dos habitaciones. Una parecía ser de sus padres, y otra de Camila. No había una cama extra para Sofía. 

Había algo de sangre en la cama matrimonial, la cual estaba siendo marcada por un policía para que fuera fotografiada e investigada después. También había algunas gotas en el piso, marcando la segunda evidencia de la familia allí. 

La supuesta habitación de Camila estaba cubierta en tiza. Habían dibujos en las paredes, frases, canciones, mensajes... Era todo un diario personal, pero expresado en las altas paredes. La cubana no era una gran dibujante, pero había ilustrado allí a Harry Styles, el logo de One Direction, algunos bocetos extraños de conocidos de la secuestrada... Pero algunos entre todos le llamaron la atención.

Por encima de aquellos, podía leerse la frase "Mis sueños". Allí, se encontraba primero el dibujo muy desproporcionado de una chica con un micrófono en mano.  A su costado, habían frases de una canción de Aretha Franklin, y el logo tras ella indicaba que estaba en el programa The X Factor. Por debajo, también se encontraba un pequeño texto, en el cual decía que Camila había obtenido el Sí de todos los jurados, y acababa de ingresar al certamen. Seguido a ese, estaba la misma chica de cabello largo y figura esbelta cantando sobre un escenario, rodeada de gente. Por último, la misma chica estaba recibiendo un premio, por una canción que parecía haber compuesto ella misma, titulada Bad Things. El logo era el de unos labios. 

Eso parecía ser el futuro que a ella le gustaría tener. Los sueños que quería cumplir. 

Camila quería ser cantante. 

Y, ahora, quizás nunca lo lograra. 

Tuvo que avisarle a Dinah que las pistas no habían servido, y que seguía desaparecida. Mientras, su mirada se mantenía fija en el pequeño boceto que Camila había hecho de ella, de Lauren. Las esperanzas de la susodicha aún no se habían destruido por completo, y una parte de ella misma tenía el presentimiento de que la castaña pudiese regresar a esa casa. 

Por si eso sucedía, decidió dejar su marca.  Juntó al dibujo de ella misma, se encargó de dibujar a Camila, a su manera. Ambos dibujos estaban tomados de la mano. 

Ojalá ella pudiese verlo, y saber que había estado allí. Que la estaba buscando.

Y que no se detendría hasta encontrarla. 

  

She keeps me Warm ;; CAMRENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora