Cinco

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En la Foto: Noah Harrison

Daniela

Poco a poco me acostumbraba a la rutina; en la mañana estaba en el Instituto y en la tarde en la oficina (a veces tenía que salir para reunirme con algún cliente) mi padre y yo nos dividimos algunas tareas para que nos sea más sencillo manejar todo, yo estaba encargada de los proveedores y clientes, algo similar a lo que hacía en Colombia, solo que allá mi área era más contable y ahora era más comercial y mi papá se encargaba del área financiera, producción y manejo de empleados... tal vez su trabajo era más pesado, pero él insistió. Me volví toda una maestra cogiedo Metro, algo muy útil pues los taxis en Londres son extremadamente costos y prefiero invertir el dinero en otras cosas.

Mis compañeros son contemporáneos míos y la mayoría son hombres (¿Cómo es que siempre termino metida en un sitio donde la mayoría son hombres?) y bueno yo tengo mayor afinidad con ellos.

No me malinterpreten, claro que me relaciono con mujeres, pero amigas la verdad no tengo, tenía una en Colombia pero hubo un conflicto y pues tristemente esa amistad terminó, eso me dolió mucho ¡era mi única amiga! La única con la que me sentía una adolescente con hormonas alborotadas hablando de chicos, la única con la que me reunía en su casa para hacernos mascarillas y esas cosas, con ella podía hacer "cosas de chicas", (piensen, tengo solo dos primas que ni conozco, no tengo tías, pues mis tíos se divorciaron y mi madre murió cuando tenía ocho) estar con ella era el momento más femenino de mi día y ni siquiera estudiábamos en el mismo colegio, pero surgieron rumores y ella decidió creer más en ellos que en mí. Y como dice el refrán "mejor solo, que mal acompañado" ¡claro que eso fue como una patada en el hígado!

El caso es que mi relación con los hombres suele fluir más, se me facilita más; sin embargo reconozco que para ese entonces, me hacía falta una amiga, una prima... una madre... ¡bueno! No me voy a poner sentimental ahora. Puede que no haya tenido cosas en mi vida que la mayoría de niñas tiene (como barbies, bebes de juguete, pijamadas con mis amigas, día de compras...), pero tengo un padre que me ama de todas las formas posibles y siempre se empeñó en que no sintiera tanto la ausencia de mamá, por eso lo admiro tanto; él era padre, madre y empresario, todo al mismo tiempo y la verdad lo hizo muy bien.

La semana transcurrió sin cosas extraordinarias; para ser la primera semana de clase, me estaba acoplando muy bien, ya había intercambiado datos con algunos compañeros y estaba adelantándome de ciertas cosas que no sabía.

Nos dejan varios trabajos en grupo y me recibieron en uno. Son tres hombre y yo... Noah Harrison (el chico que conocí en el día de inducción), Connor Blake y Elliot Hamilton, me pareció que eran personas muy amables por eso dije que sí.

Era viernes y estaba saliendo del instituto, tenía otra junta con el señor Wallas y esperaba no ver a Ethan; luego de mi muy evidente huida, me quede pensando que tal vez no debí hacer eso, de pronto él se llevó la peor imagen de mí, pero igual "pasado pisado" si lo veo pues actuare normal.

Cogí un taxi y me dirigí al edificio Wallas, el taxista me hablo un poco de hace cuanto esta ese edificio ahí: es relativamente nuevo, construido por el padre del señor Wallas, en un principio serian solo ocho pisos, pero durante la obra, la empresa realizó un contrato millonario y lograron construir lo que hoy en día es uno de los edificios más lujosos de Londres. Era abrumador.

Para ser honesta todo este cambio era abrumador, digo, después de la muerte de mi mamá, quedamos en quiebra, nos hipotecaron la casa y las deudas nos consumieron, mi tío Carlos nos ayudó con una sociedad, ¿recuerdan que dije que mi familia comercializaba autos?, bueno la unión era eso; mi padre conseguía los carros y él los vendía. Así estuvimos por un tiempo, viviendo en uno de los apartamentos que había comprado mi tío Juan Pablo y trabajando con los carros.

Entre Tú y Yo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora