21. Medicina

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Slayer subía las escaleras a toda velocidad, haciendo que sus hachas dieran vueltas mediante el movimiento de sus muñecas.

Los dos hombres que le acompañaban subían a su espalda armados ambos por dos machetes.

El grupo quedó paralizado ante la aparición de aquellos salvajes. Todo parecía demasiado perfecto hasta ese momento. Entrar al templo, coger las llaves, desatarlos y salir ilesos. No podía ser tan fácil.

Mike se disponía a sacar rápidamente su pistola de su pantalón pero Hunter velozmente colocó su mano en la de Mike, impidiéndole sacarla a la vez que le asentía indicándole que estuviera tranquilo.

Slayer miró a Hunter a los ojos y sonrió para justo después mandar un hachazo directo al cuello del kharriano que se encontraba a su derecha, haciendo que parte de este se despegará de sus hombros provocando que una gran cantidad de sangre saliera despedida.

El segundo salvaje quedó perplejo ante la acción de Slayer y cuando quiso atacarle ya era demasiado tarde.

Slayer golpeó con enorme dureza el vientre del kharriano, haciendo que su sangre goteara sobre la hoja del hacha.

Los ojos de Mike y del resto del grupo se abrieron como platos ante tal gesto de traición.

Con sus dos hombres muertos a sus pies, Slayer siguió subiendo con rapidez las escaleras hasta colocarse a unos metros de Hunter.

- Sus cosas y ropa están bajo las escaleras. Los conseguí sacar del palacio de Deakharr como acordamos.- Dijo Slayer.

- Bien, salgamos de aquí.

- ¿De qué coño va todo esto? - preguntó Jessica furiosa- Este hijo de puta nos arrastró hasta nuestras celdas.

- Sí, y ahora os saco de ellas.

- ¿Y por qué lo haces?- preguntó Robb.

El resto del grupo se giro hacia  él. Hacia tiempo que no escuchaban salir una palabra de la boca del joven Brody.

Slayer miró fijamente a Robb y comenzó a andar lentamente hacia él mientras le señalaba con el dedo.

- Por ti, Likharr, por ti lo hago. Tú acabaras con todo esto.

- ¿De qué me estas hablando?

- Pronto lo sabrás.

Robb quedó pensativo observando el rostro manchado de sangre de Slayer. Le había llamado Likharr. Le había llamado con el nombre del Dios de la Vida kharriano. Se disponía a seguir interrogando a Slayer, pero Hunter le interrumpió:

- Debemos salir de aquí, faltaran unos diez minutos para el siguiente turno.

- Deberías matar a ese cabrón.- dijo Madison señalando a Slayer.-No podemos confiar en él.

- Madison tiene razón. ¿Quién nos asegura que no nos delatara de la misma forma que ha matado a sus propios hombres? No se puede tener confianza en un traidor.- añadió Olivia.

- Teneis razón, soy un traidor. Traicione mi espíritu y mis creencias al seguir a la muerte, me hice vástago de Deakharr dejando atrás todo aquello por lo que luchaba antes de su llegada. No soy partidario de sus ideales, todos en esta isla esperaban a Deakharr como quien espera bendición santa, pero yo no. Su llegada me hostigó como una vibora en mis entrañas. Lo que yo esperaba y defiendo es lo que vosotros llamáis Robb. No estoy solo en esto, muchos de los míos idolatran falsamente a la sangre pero adoran en secreto a la vida. Todavía es pronto para que comprendais la magnitud de los hechos, cuando nos volvamos a ver vereis entonces cual es mi guerra, cual es mi cruzada.

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