28. Psicosis

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Taylor comenzó a abrir los ojos lentamente. Todo era borroso y oscuro durante los primeros segundos. Tras un breve tiempo, consiguió distinguir lo que tenía en frente. Se trataba de Matt, mirándole fijamente con los brazos cruzados.

- Por favor Matt, no se nada...- suplicaba Taylor.

- ¿Cómo quedamos sobre llamarme con ese nombre?- preguntó Matt dejando unos segundos entre cada palabra.

- Perdón... no se nada Señor. Lo juro por mis hijas, lo juro por lo que sea. No sé como huyeron, quien los sacó ni cual es su plan.

- Bien, llevo un buen rato diciéndote que era la última oportunidad. ¿Te acuerdas que te dije que alguien vendría a visitarte? ¿Un tal Zass? Pues esta deseando conocerte.

- Por favor... por favor... no sé nada...

Matt suspiró profundamente y tras dar una sonora palmada, comenzó a andar en dirección a la salida de aquel lugar.

Taylor se encontraba totalmente desnudo sentado sobre una silla metálica, con su dos muñecas atadas a los braceros mediante duras correas. De igual manera estaban sus tobillos, que también estaban inmovilizados. El lugar donde se encontraban era un habitáculo cerrado y oscuro, sin ningún tipo de mueble o adorno, únicamente alumbrado por cuatro antorchas que colgaban de las cuatro paredes. Gran parte del sitio se encontraba sumergido en una gran oscuridad ya que la tenue luz de las antorchas no alcanzaba a cubrir todo el lugar.

- Que disfrutes.- dijo Matt justo antes de cerrar la puerta metálica tras de si.

Taylor comenzó a forcejear haciendo fuerza con sus brazos con tal de liberarse, pero era inútil. Abatido por la imposibilidad de escapar, Taylor miraba a la puerta metálica por la que anteriormente había salido Matt, esperando que aquel hombre que iba a ser su torturador entrara.

Los minutos pasaban agonicamente sin que la puerta se abriera, hasta que Taylor notó como unas huesudas manos se apoyaban en sus hombros, provocándole un susto de muerte, que hizo que saltara sobre el asiento.

Antes de poder darse cuenta, Taylor tenía a escasos centímetros a un horrible hombre, que le miraba fijamente a los ojos mientras balanceaba la cabeza de un lado a otro.

El extraño hombre comenzó a tocar la cara de Taylor con su dedo indice, haciendo que este se tirara hacia atrás tratando de evitar el contacto.

- Soy Zass, es un honor conocerte.- dijo aquel hombre siguiendo a escasos centímetros de Taylor.- Por cierto, hueles peor que un muerto.- dijo poniendo cara de asco.

- Por favor se que tienes ordenes de tu jefe, pero te juro que yo...

- Bla, bla, bla, bla, bla, blaaaaa...- interrumpió Zass a Taylor mientras abría y cerraba su mano continuamente.

Taylor miró atonito a Zass, asustado por su temible aspecto.

La cara de Zass estaba recorrida por enormes y toscos puntos de costura, que unían trozos de piel de distintos tonos. Zass llevaba una especie de mascara de piel humana, a base de unir trozos de rostro de diferentes personas mediante costura.

Sus dientes estaban ennegrecidos y infestados de suciedad, y sus encías sangraban con bastante asiduidad.

De su cuello colgaba un collar compuesto por orejas humanas, las cuales algunas seguían ensangrentadas. De la parte trasera de su cabeza, una coleta rojiza caía sobre su espalda, llegando hasta casi mitad espalda.

Su torso estaba descubierto, y uno de sus pezones estaba atravesado por un basto trozo metálico. Además, una deforme y desigual calavera se encontraba tatuada en su pecho y abdomen mediante cicatrices.

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