40. Diplomacia.

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Sus oídos no escuchaban nada. Su mente parecía bloqueada, impactada por todo aquello que sus ojos habían visto. No parecía poder reaccionar, su mundo se había detenido en ese mismo instante. Pero un fuerte chasquido de dedos frente a su rostro lo sacó de su estado de shock.

- ¿A qué estás esperando? ¡Vete de aquí!- dijo Zass.

Jason volvió a la realidad y observó frente a él al ensagrentado asesino. Al mirar a sus destrozados compañeros, una profunda náusea recorrió su cuerpo, provocando que comenzará a vomitar sobre la verde hierba.

- Tampoco es para tanto.- dijo Zass dandole pequeñas palmadas en la espalda.- Has tenido suerte hoy amigo. Ese artefacto tuyo te ha salvado.

Jason se limpió la boca con su antebrazo. Estaba pálido y sudor frío recorría su frente.

- Ya sabes lo que tienes que hacer.- continuó Zass.- Muestrale toda la grabación a tu líder y comunicale el deseo de mi Señor por reunirse en el Templo. ¿Todo claro, verdad?

Jason asintió mientras miraba al suelo.

- Pues venga, saca tu grasiento culo de mi vista. Nos volveremos a ver, Jason.

Zass y el enorme grupo de kharrianos comenzaron a alejarse de aquel lugar, dejando a sus espaldas la macabra fila de cadáveres.

Jason se quedó solo. Después de un interminable tiempo, la jungla volvía a estar reinada por un inalterable silencio.

Comenzó a andar hacia los jeeps, que se encontraban a unos metros de donde se encontraba. Subió a uno de ellos y comenzó a conducir entre la frondosidad selvática, con su mirada fijada al frente, inmerso en sus pensamientos.

Por su mente no paraban de repetirse aquellas imágenes, aquellos tortuosos recuerdos de sus compañeros siendo machacados.

25 minutos más tarde.

Jason aparcó el jeep en la playa y bajó de él, en dirección al cuartel de Magnus. Todos los milicianos que se encontraban por la zona le miraban extrañados, con cierto tono de preocupación.

Jason estaba ligeramente salpicado por la sangre y su rostro carecía de expresividad.

Una vez llegó al cuartel, se apresuró a entrar en el cuarto de Magnus, donde estaba manteniendo una charla con Joseph Loeb.

- ¿Jason?- preguntó Loeb quitándose las gafas.

Jason no contestó. Colocó la cámara sobre la mesa y se sentó en el suelo, tapando su rostro con ambas manos.

Magnus miró durante unos segundos a Jason, para luego dirigirse hacia la cámara y cogerla.

Al dar comienzo al vídeo, sus ojos se abrieron como platos. Magnus y Loeb miraban atónitos aquella grabación, sin dar crédito a lo que veían.

Al ver lo que pasaba con el primer miliciano, Loeb apartó su mirada asqueado.

- ¿Qué cojones pasó? - preguntó Loeb.

- Nos acorralaron. Me obligaron a grabar todo, para luego traeroslo.

Magnus seguía mirando impasible la grabación, minuto a minuto, tortura a tortura, hasta que finalmente la grabación finalizó.

Comenzó a rascarse la barbilla, mientras miraba a Loeb.

- Se suponía que esta isla estaba... vacía.- dijo Magnus tratando de mantener la calma.

- ¡Y yo también creía eso! ¡Creeme! Estoy tan sorprendido como tú, los satélites no mostraban actividad, no apa...

- ¿¡Te estas quedando conmigo!? ¡Mirar cuantos son! ¡Y eso solo es un pelotón! ¿Cómo coño habla en nuestro idioma?

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