Camila Patton era una de las alumnas en la academia de policías de Nueva York. No se esperaba qué aquella mañana de clases cambiaría su vida para siempre pero ya ha tomado un decisión.
Ahora todo es totalmente diferente. Trabajo, casa propia, amigos...
Hace cinco minutos que llamé a Victoria, la mujer taxista, para que viniera a recogerme. Por desgracia me ha dicho que ha tenido un problema con las ruedas del taxi y que no era posible venir a buscarme. Todos los de mi equipo se han marchado mientras yo rellenaba una ficha de datos, ahora sí que no tengo nadie que me lleve a casa.
Un chico se coloca a mi lado y espera a qué se acerque alguien al mostrador. ¿Todos los hombres de esta ciudad son atractivos? Ruzek, Halstead, Antonio y ahora este chico. ¿¡Por qué no me viene antes!?
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- Señorita Trudy Platt, ¿sabe si se encuentra Lindsay?
Río disimuladamente pero creo que me han escuchado.
¡Esa mujer dejó de ser una señorita antes de haber nacido yo!
- Todo el equipo de Voight se ha marchado al entierro de Sheldon, menos la señorita risitas.
Trudy Platt era la señora que estaba en el mostrador cuando llegué y se mostró seca conmigo, pero es aún más saboría con la gente que conoce. Tiene el clásico carácter de las mujeres solteronas que no han tenido novio en su vida.
- Gracias por lo de señorita, no puedo decir lo mismo.
Ahora es él quien ríe.
- No os aguanto, me voy a tomar un café.
La mujer, cansada de nuestras tomaduras de pelo se marcha resignada por una puerta interior. Creo que se estaba acordando de toda nuestra familia, pero nunca mejor dicho; ojos que no ven, corazón que no siente.
- Soy Kelly Severide.
- Camila Patton, encantada.
- ¿Nueva en la comisaría?
- En la comisaría y en la ciudad...una auténtica mierda. -se me enciende la bombilla- Si me acompañas a un lugar te invito esta noche a una copa, ¿hay trato?
Ríe y lo doy por aceptado.
- Ponte esto, -ordena mientras se quita la chaqueta- en la calle hace frío.
Nada más salir el aire me da de golpe e inmediatamente me cierro la chaqueta. Para no pillarme el pelo con la cremallera me lo parto y puedo ver que en el lado izquierdo tiene el escudo de Chicago, en el puedo leer Parque de Bomberos 51.
Me pongo en el asiento del copiloto y espero a que Severide deje de hablar por teléfono y entre al coche. La verdad es que me parece muy simpático y tiene unos ojos verdes que derriten, una sonrisa y unos brazos...en fin, todo él.
- ¿Dónde quieres que te lleve? -pregunta nada más sentarse en el asiento.
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- Parque de bomberos 51, por favor.
- Esa es mi estación, ¿a quién conoces de allí?
- A ti, -respondo coqueta para evitar desvelar la sorpresa- ¿te parece suficiente motivo para saber dónde está la estación?
Ríe.
Empieza a conducir y de camino me enseña algunas partes de Chicago que aún no he visto. Es tan diferente a la parte de Nueva York que estoy acostumbrada a ver, que todo me llama la atención. La gente sentada en las entradas de sus casas, la música a todo volumen, fogatas en plena calle; esas cosas no las he visto antes. Paramos en el semáforo y aprovecho para mirar el móvil, por si hay alguna noticia nueva.
- Teniendo en cuenta que nos hemos conocido gracias a que has ido a buscar a mi compañera, pues no, pero a lo mejor mañana si.
Durante las dos manzanas de distancia que quedan para llegar no comentamos nada, le he tenido que dejar tocado con mi comentario, pero yo soy así. No miento si no es tremendamente necesario y en todo momento digo lo que siento, por eso en la academia me traía tantos problemas.
Aparca en la puerta de la estación y aún desde el coche puedo ver como varios bomberos están subidos en los camiones, otros limpian sus cascos y un par de ellos juegan con un perro blanco.
- ¿Puedes dejarme tu teléfono un momento? -al momento me siento culpable de tener a Kelly como niñero- Perdona, creo que ya me he aprovechado de ti bastante.
- Te dejo mi móvil si esta noche nos tomamos dos copas, ¿qué te parece, aceptas?
Saca de su bolsillo delantero del pantalón su móvil y lo agita delante de mi cara. Me penetra con la mirada esperando una respuesta, y aunque me cuesta reaccionar, al final le sonrío.
- Yo invito.
Le arrebato el móvil de la mano y busco en la agenda los nombres de Leslie Shay o Gabriela Dawson. El primer número qué hay es el de su padre, el segundo de un hombre llamado Casey y la tercera es Shay, le doy a llamar e inmediatamente se lo paso a él.
¿Severide?
Shay, ¿puedesbuscaraDawson y ayudarme a sacar unascosas delcoche?
Ya vamos.
Vale.
Los dos salimos del coche y nos apoyamos en la puerta del copiloto esperando a que salgan. Me he quitado el sombrero porque hace aire y no quiero que se me vuele o se me caiga al suelo. ¡Estoy deseando que salgan ya! Un momento, ¿por qué a pedido Severide que también salga Dawson?¿Cómo sabe que también la conozco?
Veo como dos chicas vestidas iguales salen al aparcamiento, donde están los coches de bomberos aparcados. Les reconozco al momento y sin dudas son ellas. Es fácil reconocerlas porque son completamente distinta y van siempre juntas. Quizás por eso lo ha sabido Kelly.
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- ¿Camila? -se preguntan a lo lejos la una a la otra y yo sonrío- ¡Camila!
Vienen corriendo hacia mí y yo que no aguanto más la espera y corro hacia ellas. Ya no se escuchan los ruidos de las herramientas que se escuchaban antes, ahora solo se escuchan a hombres hablando, y por eso creo que están todos pendientes de nosotras tres. En cuanto llego hacia ellas me lanzo a sus brazos y ellas me rodean fuertemente. Al fin, todo el tiempo que he esperado para venir ha valido la pena.
- ¿Qué haces aquí? -preguntan las dos- ¿Por qué no estás en la Academia?¿Quién te trajo?¿Cuánto tiempo te quedas?
- Poco a poco chicas, -me despego del abrazo de tres- todavía tengo tiempo.
Nos besamos, nos acariciamos... Tenía tantas ganas de verlas qué no puedo creerme que esté aquí con ellas.
- ¡Qué guapa estás! -comenta alegre Gaby- No me creo que estés aquí...
- Pues empieza a creértelo porque estoy aquí para quedarme.