Capítulo 9

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Las seis y veintinueve de la mañana. Mis pantalones rosas de estrellas blancas, una camiseta de tirantes blanca, zapatillas de invierno y la calefacción puesta. Tirada en la cama después de haber cerrado las cortinas para que no entrase la luz del amanecer y me dejase dormir por lo menos una hora.

 Tirada en la cama después de haber cerrado las cortinas para que no entrase la luz del amanecer y me dejase dormir por lo menos una hora

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Ya estaba empezando a coger un poco de sueño, la música clásica siempre me ayuda. Las bonitas y tranquilas melodías que salen de los altavoces de mi cuarto hacen que poco a poco se me cierren los ojos. Cuando de repente sonó el timbre de la puerta. Me entraron ganas de matar a quien fuera que hubiera osado a cometer aquella barbaridad. ¿No podían entender que yo solo quería dormir unas horas?

Bajé los pies por un lado de la cama y los metí en las zapatillas de andar por casa. Más dormida que despierta obligue a mis piernas a deambular por los pasillos de la casa hasta la puerta de entrada.

- ¿¡Qué diablos quieres!? -exclamé de mala gana al abrirla, incluso antes de ver quien era.

- ¡Vaya...! -Antonio estaba parado en la entrada.

- No sabía qué eras tú, -justifiqué mi mal comportamiento- lo siento Antonio.

Ambas manos las trae ocupadas, una de ellas con un par de vasos de café y la otra con una bolsa de papel. El buen olor llega hasta mis orificios nasales y ya se me ha quitado hasta el sueño. Lo que haya dentro de la bolsa tiene que estar recién hecho porque huele a pastelería y ahora mismo deseo comerme hasta la bolsa. Le pido que pase hacia dentro de la casa y nos vamos a la cocina para desayunar.

- La verdad es que ha sido culpa mía, yo he sido quien se ha adelantado. -me explica con su característica sonrisa- Pero como dijiste que no tenías ni café...pues pensé que no podrías desayunar.

- Si te digo la verdad, nunca podría culpar a alguien que me trae el desayuno hasta la puerta de mi propia casa.

Pone todas las cosas sobre la mesa del comedor y nos sentamos en las dos únicas sillas que hay. Destapo mi vaso grande de café y me lo llevo hacia la nariz para oler el delicioso aroma. Antonio me da una cajita blanca con el nombre de Simmon's e inmediatamente la abro. Dentro hay unas galletas con pepitas de chocolate acabadas de hacer y me muero de ganas por probar una.

 Dentro hay unas galletas con pepitas de chocolate acabadas de hacer y me muero de ganas por probar una

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- Eres mi mejor amigo desde este momento.

Ríe y me contagia.

- Todavía no me creo que conociendo a tu hermana como la conozco nunca me haya hablado de ti.

- Gaby es demasiado reservada para ciertas cosas. Si ella sabe que no conoces a cierta persona no te va a hablar de ella, aunque sea su mismísimo hermano.

- Bueno, tú tampoco es que hables mucho de ti. Sólo me dijiste que si eras divorciado y porque te lo pregunté yo.

- ¿Quieres qué te hable de mí?

- Hombre sería un detalle ya que trabajamos en el mismo sitio y que tu hermana es una de mis amigas.

- Tengo dos hijos, Eva de dieciséis y Diego de once, los dos viven en el pueblo con su madre y yo los veo cuando el trabajo me lo permite. Laura era mi novia desde que íbamos al instituto, ella quería ser periodista pero su familia no tenía dinero para costearlo y se puso a trabajar en la pastelería de sus padres. Yo me metí en la academia y entre una cosa y otra Hank me ofreció un sitio en su equipo. Me dispararon y si no llega a estar mi hermana allí me muero. Laura me pidió que dejara el cuerpo de policía de ciudad para meterme en la del pueblo y yo al decirle que no cogió a los niños y se marchó. ¿Y tú?

- Soy de Nueva York y estoy soltera. Mi última relación fue con dieciséis años y lo dejamos porque a mi entonces novio lo podrían haber metido en la cárcel. Bueno, no era mi novio formal, era un rollo pero para una niña de esa edad lo es todo. Nos llevábamos diez años y fue mi primer amor. Sus padres son muy amigos de los míos y casi todos los fines de semana nos veíamos, el roce hizo el cariño y nos empezamos a ver en secreto. Después de romper él desapareció y yo me metí en la academia, hasta ahora no sé de su vida.

Después de terminar con el café le digo a Antonio que voy a ducharme y él me responde que se quedará aquí para irnos los dos juntos. Me da cosa que se quede aquí esperándome mientras lo hago y por eso tardo lo más mínimo. No me lavo el pelo, tampoco me echo crema, y menos me pinto, en esas tres cosas me llevo más una hora. Me pongo lo primero que veo en el armario y bajo.

Lo veo de pie junto a la chimenea sujetando un marco de fotos que estaba puesto encima. En la foto salimos mi padre y yo en el día de mi mi nacimiento.

 En la foto salimos mi padre y yo en el día de mi mi nacimiento

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- ¿Te recuerda a tus hijos?

- Si, ¿hija de médico?

Soy muy sentimental y al verle pasar el dedo anular por la foto me he dado cuenta qué estaba recordando el momento de nacimiento de sus hijos. Puedo imaginarme cuánto los echa de menos, igual que yo a mis padres. Por eso tengo que acostumbrarme a no verlos todos los días.

- Hija, nieta y sobrina de médicos.

La Unidad De Inteligencia | Chicago PDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora