Capítulo 42

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- Si os llega a ver mi padre....

Burgess, Atwater, Roman y yo estamos comiendo con los de inteligencia en su zona de descanso. Hoy nos toca a los cuatro hacer doble turno y nos tenemos que quedar aquí a comer. Todos están comiendo las malditas hamburguesas que me encantan y yo como una tonta comiendo pollo con verduras.

 Todos están comiendo las malditas hamburguesas que me encantan y yo como una tonta comiendo pollo con verduras

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- Está obsesionado con tener un buen físico. -me meto un trozo de pollo en la boca- Las únicas veces que comía chocolate eran en casa de mi vecina.

- Aprovecha y come, que no está tu padre. -dice Burgess- Toma, una chocolatina.

- Oh, gracias.

Menos mal que Erin de vez en cuando come un poco de mi comida porque yo voy a ser incapaz de comérmelo todo sola. No sé por qué me compro tanta comida si luego no soy capaz de comerme ni la mitad.

- ¿Hablamos? -me preguntó Jay después de terminar su comida; asiento- Antonio está arriba, también tengo que explicárselo a él.

- Vale, vamos.

Los dejamos comer tranquilos y nosotros subimos a la parte de arriba, justo en la habitación de la cafetera. Entramos los dos dentro y mientras que cierro la puerta Jay se sienta en la silla, después lo hago yo.

- El tío de la furgoneta negra que te seguía hace un rato no es la primera vez que lo hace. -ambos lo miramos; Jay entrelaza las manos- El día que te presenté a mi hermano, ¿te acuerdas qué nos encontramos antes de entrar? -asiento- Esa fue la primera vez que lo vi. La segunda vez en la entrada de la comisaría después de preguntarte como sería tu traje y la tercera cerca de la casa de Antonio.

- ¿Y qué tiene que ver?

- De esas tres ocasiones: una estabas en el trabajo y las otras dos estabas acompañada de gente del equipo. ¿Quién es el primero interesado en saber si sales o entras con alguien del equipo?

Antonio y yo nos miramos imaginándonos la respuesta pero cierro los ojos evitando decir su nombre.

- Hank. -responde Antonio; Jay asiente- ¿¡Y por qué gritaste eso en medio de la calle!?¿¡No pensaste que eso le haría creer que nos hemos acostado con ella?

- Desde la distancia en la que estaba es imposible que me escuchara. -se echa hacia atrás en la silla- Mi plan era conseguir que vosotros dos estuvierais separados. Camila, no puedes tener demasiada relación con nosotros, no sabemos que quiere Hank.

- Joder... -bufo- Mira me da igual, me da igual que Hank haya contratado a un tío porque quiere controlarme. Voy a salir con la gente que me apetece le guste o no, es mi jefe no mi padre y si me quiere despedir que lo haga.

- Vale, pero si te vuelve a seguir nos llamas.

Asiento.

Nos levantamos de la silla dando por concluida la pequeña e importante reunión a tres. Llaman a la puerta y Jay que está más cerca la abre.

- Camila, han traído esta carta para ti.

- ¿Otra carta? -pregunta Antonio; lo miro igual de extrañada y se la enseño- Tiene la misma letra.

¿¡Quién es el de los anónimos!? De verdad espero que no sea ninguno de mis compañeros haciendo la gracia porque ya me está empezando a molestar bastante. Una carta en casa de Antonio y otra aquí pero por casualidades de la vida me encuentro siempre donde las dejan. Espera, eso es Camila...siempre sabe donde estoy.

- ¡Es el tío quien me deja las cartas! -abro mi bolso y saco la otra, aún sin abrir- No me he acordado de leerla.

No sé por qué un tío me escribe cartas, y precisamente a mí que he llegado hace poco a Chicago.

- Querida Camila. -leo en voz alta- Te estarás pensando quien te escribe y para qué pero tranquila, pronto sabrás quien soy. Hace diecisiete años que te mienten, los que creías ser tus padres no lo son. No has nacido en Nueva York, lo hiciste en Chicago y tú supuesto padre fue el médico que estuvo en el parto. Tu verdadera madre murió en el parto pero creo que ya sabes bastante. PD: Me ha llevado mucho tiempo encontrarte, no te voy a dejar escapar.

Me quedo en shock, creo que los tres nos quedamos igual. ¿De verdad piensa que me lo voy a creer?

- Esto es flipante. -río frotándome la cara- Ahora mis padres no son mis padres, tampoco soy neoyorquina pero si tengo diecisiete años. -abro la otra carta- Creo que ya sabes que alguien te sigue, tranquila, no va a hacerte daño. Lo he contratado para saber lo que haces, con quien sales, tus gustos... En fin, para saber lo que tendría que saber si me hubieran dejado ser tu padre. Sólo quiero verte de cerca y no por fotos, eres la viva imagen de tu madre.

Paso. No quiero saber nada de esto, de verdad que no. ¿Por qué siempre tengo que atraer a todos los tontos de la ciudad? Yo entiendo que el aburrimiento es muy malo pero ¿¡qué culpa tengo yo!?

- ¿Qué vas a hacer? -me pregunta Jay; Antonio vuelve a leer las cartas; me rasco la nuca- Ese tío parece que no se va a dar por vencido.

- Bueno, ya se aburrirá de escribirme y ver que no le hago caso. -me pongo de pie- Lo único bueno es que sabemos que Hank no me está vigilando.

- No, sólo tienes a alguien mucho peor obsesionado contigo. -ellos se levantan- Llevaré las cartas a criminología para que saquen las huellas.

- Cuanto antes acabemos con esto mejor. -le doy las cartas y salimos; Jay me acompaña a abajo; Antonio se va a criminología- Oye, he estado pensando en la boda y creo que debo ir sola.

- Vale, no hay problema. -me pasa el brazo por encima de los hombros- Iré solo.

- Pregúntale a Erin si quiere ir contigo, creo que Kelly y ella ya no están juntos. -levanto las cejas- Yo no te he dicho nada.

- Se lo preguntaré.

Llegamos con los demás y nos volvemos a sentar junto a ellos. Hacemos como si nada hubiera pasado, como si no hubiera un tío dejándome cartas, como si Antonio y yo no tuviéramos nada. Es la mejor manera de volver a la normalidad.

La Unidad De Inteligencia | Chicago PDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora