Capítulo 18

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Ya es la hora de empezar con el plan. Estamos reunidos dos manzanas antes de la calle dónde ponen a las chicas para prostituirse.

- En el momento que nos des la señal entramos. -comenta Olinsky- Cubriros bien y no salgas hasta que nosotros te lo digamos.

- Vale.

- Hey, -me llama Erin- vas a hacerlo de diez. Sólo debes de estar concentrada.

Me da un abrazo sincero y reconfortante, mientras que yo también la rodeo con mis brazos hago un cálculo mental sobre el tiempo que me tengo que tomar para hacer cada cosa. Sé que todo va a salir bien y que vamos a conseguir encontrar al bebé pero una parte de mí tiene miedo por lo que puede pasar.

- Ten mucho cuidado con ese tío. -me habla Antonio mientras que me abraza- No quiero que te hagas la súper heroína, ¿vale?

- Lo sé, te quiero mucho Antonio.

- Yo también te quiero mucho.

Atwater y yo nos metemos en el coche y antes de arrancar nos quedamos mirando fijamente hacia la larga carretera que tenemos para recorrer hasta llegar a la famosa calle dónde empezará todo. Nos concienciamos del riesgo que corremos ante un sospechoso muy escurridizo pero eso lo único que hace es darme ganas de más. Esto va de ganar o perder y la partida hace tiempo que ha comenzado.

- Manos a la obra.

Atwater arranca el coche y acelera. Pasamos por las calles vacías del barrio, las mismas calles qué pocos vecinos quieren pisar y qué ningún niño tiene permiso de sus padres para caminar solos a estas horas de la noche. No sería agradable para los padres explicarles a sus hijos por qué la mujer que hay en la calle va con tan poca ropa o por qué se sube a los coches que paran en la acera.

Antes de girar la esquina para meternos por la última calle una furgoneta negra con los cristales tintados y sin matrícula se para en el stop dándonos paso a nosotros. Nos ponemos delante suya y al llegar a la calle yo me bajo intentando llamar la atención del conductor todo lo posible. Atwater tarda un rato en arrancar porque Adam y Antonio todavía no se han metido en el coche después de colocar en los bajos de la furgoneta en el GPS.

- ¿Estás tranquila? -me pregunta Atwater desde dentro del coche.

- Firme. -le contesto desde la ventanilla poniéndole delante mi mano para que viese que no me temblaba- Además, tengo una guía práctica para reventar un coche en cinco sencillos pasos.

En verdad la guía de los cinco sencillos pasos no es para reventar un coche sino para reventar a un policía, pero supongo que lo puedo utilizar contra otro. Los pasos son bastantes fáciles de hacer.

•Primero: Sigue a tu objetivo, localiza su furgoneta y espera a que la deje sin vigilancia durante más de una hora.
•Segundo: Quita el intermitente y tira del cable de conexión todo lo que puedas.
•Tercero: Pega los cables, empálmalos con uno más largo y vuelve a colocar el intermitente en su sitio.
•Cuarto: Comprueba que la medida del cable llega hasta el depósito y pégalo con cinta por los bajos. Cuando el cable llegue al depósito une las puntas de los cables e introdúcelos hasta el fondo, qué queden bien empapados en gasolina.
•Quinto: Encárgate de que no queden huellas y ponte cómodo. Ya sólo queda esperar los fuegos artificiales.

Para cuando me quiero fijar en el conductor de la furgoneta Atwater recibe la señal para poder marcharse. Como si no estuviese pasando nada sube la ventanilla del copiloto por la que estaba hablando con él y acelera el coche. La furgoneta negra aparca delante mía y el conductor se baja del vehículo para abrirle la puerta trasera a las muchas mujeres qué están sentadas en unas cajas de plástico como si fueran asientos.

- Vamos fuera. -ordena el segundo hombre qué venía sentado en la parte de atrás.

El conductor recibe una llamada al móvil que inmediatamente la coge y para que no le escuché nadie se mete dentro de la furgoneta cerrando la puerta. Si me descubren podemos perder de nuevo a PJ, por eso me pongo a caminar un poco por la acera. Las chicas están esparcidas a lo largo de la acera y mirándolas un poco más detenidamente me doy cuenta de que la mayoría es casi de mi edad. Unas rubias, otras morenas, de pelo negro, de pelo rubio, pelirrojo, ojos claros, ojos oscuros...pero no dejan de ser niñas menores de edad.

Al girarme, veo como la furgoneta se mueve y se coloca justo a mi lado. Me quedo extrañada porque va con la puerta trasera abierta y a la vez que sale el chico que va detrás también sale el conductor. Empiezo otra vez a caminar pero cuando me quiero dar la vuelta no puedo. Unos brazos me tienen agarrada por la cintura impidiéndome moverme o visualizar a la persona, aún así yo intento escabullirme de él sacudiéndome de un lado para otro.

- ¡Dejadme en paz, sinvergüenzas!¡Cabrones!¡No me toquéis!¡Asquerosos!

- ¡A la furgoneta!

- ¡No!¡A la furgoneta no!¡Parad!¡Dejadme en paz!

Los dos tíos que me tenían agarrada me lanzan al interior de la furgoneta y antes de que pueda intentar escaparme de allí cierran la puerta. Doy patadas a la puerta, grito e intento romper el cristal que hay separando la zona del conductor con la de atrás. Tiene que parece que estoy muerta de miedo, que no sé a dónde me llevan y menos lo que me van a hacer. Desde este mismo momento todo depende de mí y de cómo actúe, tienen que creer qué el plan va como ellos quieren que vaya y no como nosotros lo estamos haciendo. Ellos lo último que tienen que pensar es que yo soy policía.

La Unidad De Inteligencia | Chicago PDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora