Camila Patton era una de las alumnas en la academia de policías de Nueva York. No se esperaba qué aquella mañana de clases cambiaría su vida para siempre pero ya ha tomado un decisión.
Ahora todo es totalmente diferente. Trabajo, casa propia, amigos...
¡Joder!¿De verdad que tenemos tanta mala suerte?¿No podía haber llegado treinta minutos después o antes de este momento?
- El pecho que me ha empezado a doler y Camila se ha preocupado. -se excusa Antonio; me quito de encima suyo- Ya estoy mejor.
- No me des más estos sustos. -hablo- ¿Qué tal el viaje?
- Tranquilo. Oye, tengo un hambre que me muero.
- Vámonos, te estaba esperando para irme a comer. -me cuelgo bolso- Yo te la cuido, te lo prometo.
- ¡Venga! -grita desde las escaleras de afuera- ¡Vamos!
Le guiño el ojo y voy hacia la puerta pero Antonio me coge del pantalón y me lleva hacia él. Caigo sobre su pecho, sonrío y me besa.
- Ahora si puedes irte. -le beso- Si no te vas ya, no me van a poder separar de ti.
- ¡Camila!
- ¡Voy! -respondo- Jamás he estado tan feliz con alguien.
Salimos las dos juntas de la comisaría y vamos al aparcamiento trasero para recoger el coche e irnos a comer antes de vernos con las chicas, nos montamos y nos marchamos de allí. Eva se pone a tocar los botones para cambiar de emisora hasta que llega a una canción que también conozco. Es de PatyCantúy se llama Vuelve A Amarme.
Si antes creía que Eva y yo no teníamos nada en común, ahora sé que me equivocaba. La música, la ropa y su padre son cosas que de momento sé que tenemos en común.
Estaciono el coche cerca de la acera y nos bajamos de él. Entramos al bar y me encanta. Está ambientado en los años sesenta, tiene los asientos azules y rojos, las lozas blancas y negras, todo a la época. Nos sentamos en una de las mesas bajas con sillones y esperamos que venga el camarero.
- Toma, tu padre me ha dado dinero para que te compres lo que quieras. -pongo el sobre en la mesa- El único requisito es que no lleves escotes como los míos.
- ¿Si? -coge el sobre y mira su interior-Pues mira que bien, ya puedo comprarme ropa.
Reímos y lo guarda en su bolso para no perderlo. El camarero llega a nuestra mesa con un bloc pequeño de notas y un bolígrafo.
- Buenas tardes, ¿qué desean?
- Hola, yo quiero una pizza simple con extra de queso y un Shirley Temple.
- ¿Te unes a mi reivindicación? -pregunto sorprendida- Vale, pues para una pizza con pepperoni y otro Shirley Temple. -le damos la carta.
- Tenemos una oferta de tres pizzas por quince dólares, ¿queréis la oferta?
- Vale, pues otra de queso. -pido- Pero nos traes una caja para llevar.
- Perfecto, ahora mismo estoy aquí.
El camarero se marcha por el mismo camino por el que ha venido y nos deja de nuevo solas.
- ¿Qué vamos a hacer con otra pizza más? No creo ni que vaya a terminar con la mía.
- Tranquila, ¿nunca has desayunado pizza fría?
- Pues no, mi padre siempre hace tostadas para desayunar.
Busco en mi bolso la cartera donde tengo guardada la foto de Antonio y se la devuelvo a la dueña.
- ¿Ya la has enseñado? -me pregunta mientras que la vuelve a ver- Es mi padre y siento decirlo pero está horrible.
- Últimamente nuestra relación ha estado rara y no me parecía el mejor momento para hacer la gracia.
- ¿Qué le ha pasado a Antonila?
- Tu padre pensaba que me habían despedido de la unidad porque ahora estoy patrullando, me preguntó cosas que me enfadaron mucho y le solté un bofetón. -me rasco la nuca- Es un poco extraño hablar de tu padre contigo.
Un par de camareros llegan a nuestra mesa y comienzan a poner las cosas sobre la mesa. Seguramente son hermanos porque se parecen muchísimo, creo que también pueden tener nuestra edad o un poco más.
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- ¿Tan guapas y comiendo solas? -nos dice uno de ellos; Eva y yo nos miramos extrañadas- Josh, los hombres estamos locos si no queremos tener a estas chicas como novias.
- Que estemos solas no significa que no tengamos novio. -comento aguantando la risa- Además, me gustan las chicas.
- Vaya... Bueno nosotros os damos nuestros números de teléfono y nos llamáis cuando queráis quedar con un par de hermanos.
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Nos dan a las dos un trozo de papel con los nombres de ellos y al lado sus números. Después se marchan y no nos aguantamos las ganas de reír.
- Me ha encantado la cara que han puesto cuando le has dicho que te gustan las chicas. -rie- ¿Y ahora que hacemos con sus números?
- Yo lo voy a tirar porque no me gustan los chicos tan jóvenes, tú puedes hacer lo que quieras con el papel.
- Lo voy a tirar, a mi padre no le va a gustar que salga con chicos.
- Mira, vas a guardarlo en la cartera y cuando estés segura de lo que hacer, lo haces. Tu padre tiene que hacerse la idea de que ya eres mayor.
Aunque duda si hacerme caso o no, acaba metiendo el papel dentro de la cartera. Quizás estos chicos no sean los adecuados para tener un noviazgo porque claramente van a intentar ligar cada vez que quieren pero a lo mejor acaban siendo amigos, quien sabe.
Durante la comida nos dedicamos a saborear la rica pizza con nuestros Shirley Temple, para mí esta mezcla no es tan mala como la de las alitas de pollo picantes y el Shirley Temple, cuestión de gustos.
Eva me obliga a pagar la cuenta entre las dos, ya que quería invitar yo y no se ha dejado, tampoco lo he hecho yo cuando ella lo ha intentado. Salimos con la caja de la pizza en mis manos y antes de salir del recinto del restaurante nos encontramos con un mendigo tirado en el suelo.
- Señor. -lo llamo; Eva me mira- Tenga, hemos pedido demasiado para comer.
El hombre nos mira extrañado, como si fuera alguna clase de truco o trampa.
- Soy policía, me dedico a cuidar de la gente. -al fin la coge- Creo que aún está un poco caliente.
- ¡Muchas gracias, qué Dios os bendiga! -nos dice a ambas- ¡Feliz Navidad!
Dejamos al hombre disfrutar de la comida y nos marchamos al centro comercial donde el resto de las chicas nos esperan.