Capítulo 33

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¡Joder!¿De verdad que tenemos tanta mala suerte?¿No podía haber llegado treinta minutos después o antes de este momento?

- El pecho que me ha empezado a doler y Camila se ha preocupado. -se excusa Antonio; me quito de encima suyo- Ya estoy mejor.

- No me des más estos sustos. -hablo- ¿Qué tal el viaje?

- Tranquilo. Oye, tengo un hambre que me muero.

- Vámonos, te estaba esperando para irme a comer. -me cuelgo bolso- Yo te la cuido, te lo prometo.

- ¡Venga! -grita desde las escaleras de afuera- ¡Vamos!

Le guiño el ojo y voy hacia la puerta pero Antonio me coge del pantalón y me lleva hacia él. Caigo sobre su pecho, sonrío y me besa.

- Ahora si puedes irte. -le beso- Si no te vas ya, no me van a poder separar de ti.

- ¡Camila!

- ¡Voy! -respondo- Jamás he estado tan feliz con alguien.

Salimos las dos juntas de la comisaría y vamos al aparcamiento trasero para recoger el coche e irnos a comer antes de vernos con las chicas, nos montamos y nos marchamos de allí. Eva se pone a tocar los botones para cambiar de emisora hasta que llega a una canción que también conozco. Es de Paty Cantú y se llama Vuelve A Amarme.

Si antes creía que Eva y yo no teníamos nada en común, ahora sé que me equivocaba. La música, la ropa y su padre son cosas que de momento sé que tenemos en común.

Estaciono el coche cerca de la acera y nos bajamos de él. Entramos al bar y me encanta. Está ambientado en los años sesenta, tiene los asientos azules y rojos, las lozas blancas y negras, todo a la época. Nos sentamos en una de las mesas bajas con sillones y esperamos que venga el camarero.

- Toma, tu padre me ha dado dinero para que te compres lo que quieras. -pongo el sobre en la mesa- El único requisito es que no lleves escotes como los míos.

- ¿Si? -coge el sobre y mira su interior-Pues mira que bien, ya puedo comprarme ropa.

Reímos y lo guarda en su bolso para no perderlo. El camarero llega a nuestra mesa con un bloc pequeño de notas y un bolígrafo.

- Buenas tardes, ¿qué desean?

- Hola, yo quiero una pizza simple con extra de queso y un Shirley Temple.

- ¿Te unes a mi reivindicación? -pregunto sorprendida- Vale, pues para una pizza con pepperoni y otro Shirley Temple. -le damos la carta.

- Tenemos una oferta de tres pizzas por quince dólares, ¿queréis la oferta?

- Vale, pues otra de queso. -pido- Pero nos traes una caja para llevar.

- Perfecto, ahora mismo estoy aquí.

El camarero se marcha por el mismo camino por el que ha venido y nos deja de nuevo solas.

- ¿Qué vamos a hacer con otra pizza más? No creo ni que vaya a terminar con la mía.

- Tranquila, ¿nunca has desayunado pizza fría?

- Pues no, mi padre siempre hace tostadas para desayunar.

Busco en mi bolso la cartera donde tengo guardada la foto de Antonio y se la devuelvo a la dueña.

- ¿Ya la has enseñado? -me pregunta mientras que la vuelve a ver- Es mi padre y siento decirlo pero está horrible.

- Últimamente nuestra relación ha estado rara y no me parecía el mejor momento para hacer la gracia.

- ¿Qué le ha pasado a Antonila?

- Tu padre pensaba que me habían despedido de la unidad porque ahora estoy patrullando, me preguntó cosas que me enfadaron mucho y le solté un bofetón. -me rasco la nuca- Es un poco extraño hablar de tu padre contigo.

Un par de camareros llegan a nuestra mesa y comienzan a poner las cosas sobre la mesa. Seguramente son hermanos porque se parecen muchísimo, creo que también pueden tener nuestra edad o un poco más.

- ¿Tan guapas y comiendo solas? -nos dice uno de ellos; Eva y yo nos miramos extrañadas- Josh, los hombres estamos locos si no queremos tener a estas chicas como novias

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- ¿Tan guapas y comiendo solas? -nos dice uno de ellos; Eva y yo nos miramos extrañadas- Josh, los hombres estamos locos si no queremos tener a estas chicas como novias.

- Que estemos solas no significa que no tengamos novio. -comento aguantando la risa- Además, me gustan las chicas.

- Vaya... Bueno nosotros os damos nuestros números de teléfono y nos llamáis cuando queráis quedar con un par de hermanos.

 Bueno nosotros os damos nuestros números de teléfono y nos llamáis cuando queráis quedar con un par de hermanos

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Nos dan a las dos un trozo de papel con los nombres de ellos y al lado sus números. Después se marchan y no nos aguantamos las ganas de reír.

- Me ha encantado la cara que han puesto cuando le has dicho que te gustan las chicas. -rie- ¿Y ahora que hacemos con sus números?

- Yo lo voy a tirar porque no me gustan los chicos tan jóvenes, tú puedes hacer lo que quieras con el papel.

- Lo voy a tirar, a mi padre no le va a gustar que salga con chicos.

- Mira, vas a guardarlo en la cartera y cuando estés segura de lo que hacer, lo haces. Tu padre tiene que hacerse la idea de que ya eres mayor.

Aunque duda si hacerme caso o no, acaba metiendo el papel dentro de la cartera. Quizás estos chicos no sean los adecuados para tener un noviazgo porque claramente van a intentar ligar cada vez que quieren pero a lo mejor acaban siendo amigos, quien sabe.

Durante la comida nos dedicamos a saborear la rica pizza con nuestros Shirley Temple, para mí esta mezcla no es tan mala como la de las alitas de pollo picantes y el Shirley Temple, cuestión de gustos.

Eva me obliga a pagar la cuenta entre las dos, ya que quería invitar yo y no se ha dejado, tampoco lo he hecho yo cuando ella lo ha intentado. Salimos con la caja de la pizza en mis manos y antes de salir del recinto del restaurante nos encontramos con un mendigo tirado en el suelo.

- Señor. -lo llamo; Eva me mira- Tenga, hemos pedido demasiado para comer.

El hombre nos mira extrañado, como si fuera alguna clase de truco o trampa.

- Soy policía, me dedico a cuidar de la gente. -al fin la coge- Creo que aún está un poco caliente.

- ¡Muchas gracias, qué Dios os bendiga! -nos dice a ambas- ¡Feliz Navidad!

Dejamos al hombre disfrutar de la comida y nos marchamos al centro comercial donde el resto de las chicas nos esperan.

La Unidad De Inteligencia | Chicago PDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora