27.

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Narradora

Nada, nada trágico ocurrió, porque no todo en esta vida es drama. Había que tener muy mala suerte para que te atropellaran dos veces. Y no fue el caso.

Gabriela y Jennifer cruzaron la calle cuando vieron que ningún carro pasaba, llegaron al otro extremo de la calle y entraron en la tienda de helados.

Gabriela no pudo evitar ver de reojo la pizzería que estaba justo al lado... Recuerdos.

Flashback

Narra Gabriela

Miré nuestras manos entrelazadas, sentí una felicidad que jamás había sentido, Railey no me hizo sentir así cuando me tocó. Era una nueva experiencia que me alegraba. Caminábamos hacia algún lugar y ella iba un poco más adelante pues sus pasos eran más rápidos y seguros, era claro que esto no era un paseo sino que ella sólo me llevaba a algún lugar rápidamente.

Sin embargo, ahí estaba yo, feliz de ir con ella a donde sea que quisiera siempre y cuando me llevase de la mano.

Llegamos.— se detuvo haciéndome salir de mis pensamientos. Alcé la vista y vi en frente una pizzería. Sonreí y entramos.

***

Ven.— se inclinó a y fruncí el ceño. Ella rió y con una servilleta limpió mi rostro suavemente. Tenía un poco de salsa en la mejilla.

Gracias...— murmuré bajando la vista. Ella asintió con un rostro pensativo.

Fin del flashback

Narradora

Negó con la cabeza tratando de no pensar en aquello. El pasado ya no tenía valor en el futuro que ella quería construir.

—Bien, ¿de chocolate?— preguntó Gabriela poniéndose de frente a los estantes transparentes llenos de sabores de toda clase. Ignoró las miradas de las personas alrededor, tener a alguien cargado sobre la espalda parecía llamar mucho la atención. —Es uno de los mejores sabores de esta tienda.

—Amo el chocolate.— concordó Jennifer con su cabeza apoyada sobre el hombro de la castaña.

—Entonces no has cambiado.— rió Gabriela.

—¿Antes también lo amaba?

—Así es.— sonrió Gabriela. El joven que atendía los helados las miró con el ceño fruncido durante un momento y luego relajó el rostro al ver a Jennifer sonreír inocentemente.

—¿Puedo atender su orden?— Gabriela notó como miraba a la pelinegro aferrada a ella.

—Sí, una barquilla de chocolate y una de menta...— el joven asintió y le sonrió a Jennifer, la castaña trató de no ponerle atención.

—Bien, enseguida.— comenzó a servir los helados tomándolos de sus respectivas áreas y le dio una que otra mirada a la pelinegro. Gabriela puso los ojos en blanco y Jennifer soltó una risita.

—¿Celosa?— preguntó en voz baja y alzó una ceja, algo que no notó la castaña por tenerla detrás de la espalda.

—No sé de qué hablas.— bufó Gabriela con frustración.

—No finjas, eres mala en eso.

—Aquí tienen.— el chico le entregó el cono de chocolate a Jennifer y luego prosiguió con el de Gabriela.

Cálida como el sol. (Yuri) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora