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Narrador

Gabriela estaba en el hospital sentada al lado de la camilla de Jennifer.

-Necesitas un corte de cabello.- murmuró sonriendo mientras jugaba con unos mechones sobre la frente de la pelinegro.

Escuchó un quejido de parte de Jennifer y su respiración se detuvo.

-Q...- murmuró la joven abriendo sus ojos con dificultad. La castaña casi muere de un infarto. -Que linda eres.- dijo confundida mientras admiraba los verdes ojos de la castaña frente a ella. Gabriela no se cayó de la silla por milagro.

-Gracias.- fue lo único que supo decir. Jennifer frunció el ceño y miró a su alrededor.

-¿Qué es esto?- señaló hacia la pared. Se refería al mural de fotografías.

-Somos nosotras...- aclaró Gabriela aún sin poder creer la situación.

-¿Cuál es tu nombre?- la castaña se percató de que no recordaba nada.

-Gabriela. Y el tuyo Jennifer.- respondió con una sonrisa.

-Estás sosteniendo mi mano.- señaló la pelinegro, tenía la voz ligeramente ronca. Gabriela asintió con la cabeza sin intenciones de soltarla. -¿Por qué?- preguntó con inocencia.

-Porque...- no se le ocurrió nada. -¿Y por qué no?- rió. Jennifer le sonrió satisfecha por su respuesta y los latidos del corazón de Gabriela aumentaron de inmediato.

-Me agradas.- dijo mirándola a los ojos. De pronto frunció el ceño. -¿Dónde estoy?

Gabriela tomó una profunda respiración y, sin soltar su mano, se dispuso a explicarle lo sucedido de pies a cabeza.

***

Railey había estado todo el día en la calle haciendo una compra importante, pues era el cumpleaños de Gabriela. Se dirigió camino a el restaurante donde habían planeado cenar aquella noche.

***

Las horas pasaron y Gabriela no llegaba. Sin importar cuánto replicara Railey a su celular ella no respondía. Ya asustada llamó a sus padres pero tampoco sabían nada de ella.

Decidió ir a casa, había una pequeña posibilidad de que estuviese allí... Pero si no lo estaba, ya Railey estaba dispuesta a llamar a la policía.

***

-¡Despertó!- dijo emocionada Gabriela en el momento en que Railey había abierto la puerta. -Y no recuerda nada.- añadió. -¡Pero ya despertó!

-¿Qué?- respondió Railey incrédula sin saber cómo sentirse, ella pensaba encontrar la casa sola y llamar a la policía. Gabriela la abrazó fuertemente.

-Estará bien.- murmuró satisfecha en el abrazo. -¡Estoy tan feliz!- soltó a su novia y la miró sonriente. -¡Y dijo que soy linda!

-Me alegro mucho, ahí tienes tu regalo de cumpleaños de su parte.- dijo ella un poco decaída. Pero no porque no quería que Jennifer siguiera en coma de por vida, sino por la reacción de su novia, olvidó la cena... Y ni siquiera avisó dónde estaría.

-Soy tan feliz.- volvió a decir la castaña. -Muy feliz. ¡Es el mejor regalo de cumpleaños del mundo!

Railey sintió una punzada en su pecho.

-Te dije que despertaría, Gabriela.- murmuró tratando de sonar alegre. Gabriela asintió emocionada.

-¡Necesito dormir, quiero levantarme temprano y verla mañana!- exclamó.

Había olvidado la cena por completo. Pero ella no dijo nada, pues bien sabía que Jennifer siempre estaría primero.

Sin decir nada más, besó la frente de su novia y ésta se apresuró a ir a dormir.

***

Luego de una ducha, Railey entró en la habitación donde estaba su novia ya acostada. La miró dolida y decidió posponer su regalo para otro momento. Ahora estaba más lejos de poder ser la prioridad de la ojiverde.

Así que guardó la caja con el anillo en su cartera y en silencio se acostó al lado de su novia.

"Tal vez algún día..." pensó.

***

:'v

Cálida como el sol. (Yuri) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora