Prólogo

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-Bienvenido, Freddy. - me saludó la psicóloga sentada en un sillón con una sonrisa, haciéndome una señal para que me sentase en el sillón que había en frente de esta.

-Hola, Bonbon. -le devolví la sonrisa mientras tomaba asiento.

-¿Cómo te has encontrado esta semana?
-Normal... supongo.
-¿Ha habido algún cambio?
-No... -Todos los jueves me convocaban para una cita con la psicóloga, por si algún día desaparecía él.

-¿Y qué tal Fred?
-Pues... sigue fastidiando.
-Por ejemplo ¿como qué ?
-Coquetea con las chicas cuando me descuido, lo habitual.
-¿Nada más, Freddy? Es importante que seas sincero, y que me lo cuentes todo.
-Discutimos a veces, yo le recalco que él es un parásito que vive dentro de mí, y él piensa que soy yo el parásito.

-¿Te has relacionado con alguien más?
-No.
-De acuerdo, si ocurre algo fuera de lo normal no dudes en consultarlo conmigo.
Por hoy, doy por concluida la cita. -Finalizó Bonbon.

Seguidamente me levanté del asiento y salí de la sala.

-¿No te cansas de siempre lo mismo? -resonó en mi cabeza- Todos los jueves es lo mismo ¡Qué aburrido! Aunque la psicóloga no está mal. -dijo con una sonrisa pícara.

-Si tanto te aburre podrías largarte y nunca volver. -le respondí yo a él.
-Sabes que soy una parte de , ¿verdad? Sin mí no eres nada.
-Y tú sabes que es mi vida y no la tuya, ¿verdad?
-¿Ah sí? Pues..

-Hola, chico. -una voz interrumpió a Fred haciéndo que éste se callase.
-Hola, ¿nos conocemos?-pregunté mirándole.
-Bueno, de vista, del centro. Soy Puppet. -Él miraba hacia el suelo y extendió su mano por debajo de sus rodillas encorvándose un poco.

-Eeem... Me llamo Freddy y estoy aquí. -le dije extendiendo mi mano.
Él intentaba hacer un apretón de manos, pero la mía no se encontraba ahí, hasta que me agaché a la altura en la que Puppet extendía su brazo y agarré la suya.

-Encantada de conocerte, Freddy. Bueno, ahora tengo que irme, adiós. -Se despidió.
Espera... ¿dijo encantada? Bueno, es igual.

Seguí mi camino hasta que escuché unos llantos, provenían de una de las habitaciones.
Me asomé a la puerta de ésta y pude observar a una chica rubia sentada en el suelo llorando y con una cuchilla en mano. Con ella hizo una cortada en su brazo.
No pude soportar estar mirando de brazos cruzados o irme sin hacer nada.

-¡A-Alto! -entré de pronto a la habitación de ella- N-no lo hagas, por favor.
-Y-y tú ¿quién eres? -me preguntó entre sollozos- ¿Qué haces aquí?- no pude pronunciar palabra, no sé qué me pasaba, no podía hablar- ¡Vete! -me dijo al no obtener respuesta volviendo a agarrar la cuchilla.

-¡N-No! ¡Detente! Es absurdo, no debes hacerlo. -la miré con pena.
-La vida no tiene sentido- dijo entre llantos.
-No llores, no vale la pena que te hagas daño a misma sin razón.
-Tú no sabes lo que siento.
-Cierto, nunca lo he vivido, pero sé de sobra que la vida tiene muchos altos, tantos como bajos. Así que, por favor, dame la cuchilla. -ella me miró como con sorpresa. Y con el ceño fruncido y con los ojos rojos de llorar tiró la cuchilla con toda la fuerza que pudo hacia una esquina.

Observando esa acción agarré la cuchilla para asegurarme de que no la volviera a usar y me la llevé.
Entonces me marché intentando analizar qué acababa de ocurrir.

-Freddy, no esperaba eso de tu parte- me dijo Fred- Al fin y al cabo no eres tan pringao como pensé.
-Cállate -murmullé dirigiéndome
a toda prisa hacia mi cuarto.

No vale la pena Freddoy #SICKFNAFHSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora