Capítulo 12. Darth Vader

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Íbamos en la Tantive IV, nave de mi padre, de misión diplomática a Naboo. Era la boda de la Senadora y, como mis padres no podían ir por motivos también diplomáticos, me habían mandado a mí. Yo iba feliz, me encantaban ese tipo de celebraciones y sería la primera vez que me pondría un vestido tan elegante como el que me iba a poner, puesto que era de mi madre. Todo iba bien, no obstante tenía un mal presentimiento sobre aquel viaje, mal presentimiento que Sabé compartía.

-Se acerca un destructor estelar. - Informó un miembro de la tripulación cuando estábamos cerca de Naboo. Ese tipo de visitas era poco usual y nunca traían algo bueno, sobre todo después de saber que el Imperio había descubierto sobre que había Senadores apoyando el movimiento Rebelde.

-Salid del hiperespacio y actuad con normalidad. No tenemos algo que esconder así que no hay de qué preocuparse. - El soldado asintió y fue a comunicar a los demás la orden que le había dado. La nave salió del hiperespacio tan rápido como pudo para encontrarse frente al destructor, que se fue acercando hasta que consiguió acceso a nuestra nave. Las compuertas se abrieron y comenzaron a entrar soldados de asalto con las armas preparadas para disparar si fuese necesario y, sin esperarlo, tras ellos hizo presencia el propio Darth Vader en persona, o en androide o... no sé qué era en realidad, había rumores y leyendas sobre su armadura pero nunca se había revelado su verdadero origen, no obstante mi padre sonreía a todas como si supiera qué había ocurrido en realidad. A decir verdad después de mi padre la única "cosa" que podía imponerme era Darth Vader y no porque fueran dos metros de armadura negra, sino porque era sabido en toda la Galaxia la facilidad que tenía de matar a quien se le cruzaba en su camino solamente mirándolo a los ojos. Supongo que era por eso, porque era la primera vez que lo veía en persona. Sabé estaba a mi lado y le agarré la mano un poco asustada, ella también estaba nerviosa, pero no era el mismo que el mío. Era una mezcla entre nervios de volver a ver a alguien y terror. Aún así yo debía aparentar estar tranquila, mientras yo lo estuviese la tripulación lo estarían, y si Vader me veía nerviosa o asustada podría usarlo en mi contra. Pude notar perfectamente como la mano derecha del emperador se quedaba observando a Sabé y ella le mantenía la mirada.

-Princesa Leia, muy tranquila la veo.

-Claro que estoy tranquila. Esto es un viaje diplomático, aunque vuestra visita una sorpresa poco agradable, pero ¿por qué voy a estar nerviosa?

-Deberías estarlo. Sé que ocultas algo. - Dijo en un tono tranquilo. Estaba acostumbrado a ese tipo de "charlas"

-Nada hay que ocultar. Nos dirigimos a Naboo hacia la boda de la Senadora, como bien sabrá. Pueden registrar la nave si lo ve oportuno.

-Lo que me interesa está en tu cabeza, así que lo que vamos a registrar es a ti. - Dijo mientras dos soldados venían hacia mí y me sujetaban por ambos brazos – Y a tu asistenta, que seguro que tiene más información que me interese. - Yo luchaba para mantener la calma. Estaba preocupada. Sabía que yo aguantaría el interrogatorio pero no sabía si ella lo haría. En el momento en el que otros dos soldados se acercaban a Sabé, Anakin corrió gritando hacia ellos con intención de alejarlos de su madre pero Vader lo alejó de un empujón usando la Fuerza y el niño acabó chocándose fuertemente con una de las paredes de la nave.

-¡Anakin! - Sabé no pude evitar gritar asustada y consiguió zafarse de los soldados e ir corriendo a donde estaba su hijo en el suelo inconsciente. Tras comprobar que estaba vivo se relajó – Eres un animal, tan solo es un niño.

-Un niño bastante impertinente. - Los soldados volvieron a agarrarla y consiguieron llevarnos con ellos pese a mis continuos tirones, vamos, a mí me llevaban casi a rastras. - Llevad a la princesa a interrogarla, la otra es asunto mío. - Esas fueron las últimas palabras que Darth Vader dijo antes de que nos separásemos. Me llevaron por varios pasillos hasta llegar a uno lleno de puertas blindadas que supuse, e hice bien, que eran celdas. Abrieron una y de un empujón me metieron en ella. Pero no era una celda normal, con una cama y un rincón para necesidades fisiológicas, sino era lo que ellos llamaban celda de interrogatorio, aunque debería haberse llamado celda de tortura. Había una extraña camilla con correas y una mesa llega de jeringuillas con líquidos y algún otro aparato que emitía descargas eléctricas. Pese a mi resistencia consiguieron colocarme en la camilla, que se podía posicionar verticalmente, y atarme. Sabía que eso iba a doler. Apareció, como de la nada, un soldado diferente, con un traje similar al de los Moffs

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