Capítulo 5. Peleas en el bar

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-¿Sabes donde podemos encontrar al tío ese? - Le pregunté a Han una vez salimos de casa del Senador.

-Él en concreto no, pero me conozco esta ciudad como la palma de mi mano, sé como podemos encontrarlo. Toma, ponte esto – Me dijo tendiéndome un poncho con capucha que llegaba hasta el suelo. - Llamarás menos la atención. Además hay mucho salido suelto y eres guapa

-Y tú un sinvergüenza.

-Encima que intento ayudarte. Póntelo, después me lo agradecerás. - Bufé pero me lo puse. Si él lo decía quizá tuviese razón. Me guió por las calles de la capital de Corellia hasta llegar a un tuburio, porque no tiene otro nombre. Un local oscuro y sucio donde el olor a alcohol y sudor era lo que más lo caracterizaba. La clientela de aquel lugar era también algo peculiar, se podía distinguir dos tipos: el primero, en el que se incluía prácticamente todos los asistentes de aquella estancia, gente que parecían de poco fiar, y segundo, el resto que no lo parecía, estaba segura que eran de los que menos te podías fiar. Desde luego, comparándolos con esos seres Han me parecía algo decente, así que imaginaos como serían. Al menos él estaba limpio y aseado. Claro que Han entraba en la segunda categoría

-¿Se puede saber a dónde me has traído? - Le pregunté algo molesta y enfadada en bajo. Tenía la sensación de que todos me miraban, y no iba muy mal encaminada. Todos no, pero muchos de ellos sí.

-A la mayor fuente de información de la Galaxia. - Dijo riendo. - De cualquier cosa que te quieras enterar aquí habrá alguien que te sepa responder. - Se dio cuenta cómo miraba con cara de asco alrededor, pero no porque el sitio dara asco en sí, sino por las miradas indecentes – No les hagas caso. Muchos de ellos hará meses que no ven a una mujer.

-Desde luego aquí dentro no... - Susurré en un volumen suficiente para que él lo oyera pero los demás no. Rió y me abracé a su brazo. Si me veían con él quizá me dejaban. Me llevó hasta la barra, donde Han preguntó por alguien al camarero, un klatooniano que imponía bastante, debido a unas marcas que tenía en la cara, no sabía si de peleas o de ser antiguo esclavo. El klatooniano le señalo una puerta y Han asintió. Me hizo un gesto y comenzamos a andar hacia la puerta que había señalado el camarero. - ¿A dónde vamos?

-A hablar con el dueño de esto. - Llegamos a la puerta y él llamó de una manera determinada. Una voz desde dentro nos dijo que pasásemos. Abrió la puerta y esperándonos estaba un humano de piel oscura, más o menos de la edad de Han. Allí dentro todo era diferente, limpio, bien iluminado y con olor normal. - Lando Calrissian, viejo amigo.

-¡Han Solo! ¡Cuanto tiempo! ¿Vienes a devolverme mi bebe?

-Tu bebé está requisado en Alderaan. Tengo a la princesa como aval.

-¿Como aval? Sinvergüenza...

-¿Princesa? - Preguntó aquel hombre haciendo una pequeña reverencia con la cabeza. - ¿Qué os trae por aquí entonces?

-Información. ¿Conoces a este hombre? - Han sacó de uno de los bolsillos de su chaqueta un aparato holográfico con la imagen del vendedor de armas.

-Sí, se llama Dimit, viene mucho por aquí.

-¿Dónde podemos encontrarlo?

-Aquí, le puedo decir a los camareros de que le den aviso de que venga a mi despacho. Tiene que estar al venir. ¿Por qué? No quiero trapos sucios aquí.

-Con aquí te referirás en tu despacho, porque mal negocio has elegido entonces. - Comenté

-No lo elegí, lo gané en una partida de sabbac. Y sí me refiero a mi despacho. ¿Pero ocurre algo?

-Te seré sincero. En Alderaan me capturaron, y el virrey me ha prometido que si les ayudo a cazar a ese tipo me quita los cargos, sino voy a vivir entre barrotes una larga temporada y no me da la gana así que, por favor, ayúdame.

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