Capítulo 9. Encuentros y discusiones

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-Papá, ¿puedo ir contigo? - Le pregunté a mi padre cuando me informó que iba a ir en persona a algunos lugares para coordinar las pruebas orales para las becas, al igual que mi madre. Pero mi padre iría a Tatooine, entre otros sitios, y tenía mucha curiosidad por ver el desierto, de sentir la arena.

-No, alguien debe quedarse en palacio, por lo que se necesite aquí.

-Pero no me dejes sola con las tías, por favor.

-Si hay algún problema me llamas y hablo con ellas. Pero no puedes venir, hija. Esta vez no. - Bufé resignada sentándome en el sofá. Mi padre era razonable, pero como dijera que no era que no.

-Vaaale, me quedaré aquí, pero no prometo nada en relación con las tías. Si cuando vuelvas alguna está sin cabeza no me hago responsable.

-Les diré que Sabé está al mando en relación contigo. No la líes mucho, eres tú la representante de la familia Real mientras no estamos.

-Tranquilo, papá, ya sabes que soy responsable en ese tema.

-Confío en ti, ya lo sabes. Hoy descansa, tienes el día libre.

-¿Puedo salir del palacio? - Le pregunté, si colaba bien, sino saldría de todas formas, y él lo sabía, pero prefería preguntárselo. Afirmó y, tras darle las gracias fui a avisar a Winter, mi inseparable amiga desde la infancia y en ese momento algo parecido a una hermana tras la muerte de sus padres, puesto que los míos tomaron su custodia. Su madre era la secretaria de mi padre y había mucha confianza entre ellos. En realidad no era difícil tener confianza con mi padre, era una persona que si confía en ti te trata como a alguien de su familia. Me preparé para salir del palacio sin llamar mucho la atención, un traje enterizo azul y un chaleco azul más oscuro. Winter iba con un precioso vestido rojo oscuro, pero muy sencillo, que contrastaba fuertemente con su pelo blanco. Avisé a Sabé por si quería venir con nosotras pero prefirió quedarse tratando unos asuntos con mi padre. Winter y yo salimos del terreno del palacio y fuimos al centro de la ciudad. Nos encantaba ir a sentarnos con un helado y ver a la gente pasar, sobre todo en el puerto o en el mercado. Ibamos caminando por el puerto distraídas comentando sobre diferentes cosas cuando me choqué con alguien. En ese momento me enfadé, solo un poco, porque sabía que la culpa era mía, pero aumentó al darme cuenta de quien era. - ¡¿Tú?! ¿Se puede saber qué haces aquí todavía?

-Aquí todavía no, princesa, acabo de volver, a ejercer mi derecho legal de compraventa. Mira, mi albarán, mira. - Dijo Han enseñandome un datapad

-No necesito verlo. ¿Qué ocurrió con los Hutt?

-No sospechan nada. Les llevé las armas y me quedé el dinero. Y con ese dinero he comprado la mercancía para venderla por ahí. Tu padre me facilitó el permiso.

-Pues... me alegro. Tienes las heridas mejor.

-Ya era hora, aun así la del cuello molesta. Por cierto, mi nombre es Han – Dijo dirigiéndose a mi amiga.

-Winter, encantada. - Respondió ella sonriendo.

-Bueno, tenemos que irnos.

-¿Podría ir con vosotras? - Me negué al principio pero tras la insistencia de Winter al final accedí que nos acompañara en nuestro paseo. Fue a avisar a su amigo y volvió con nosotras rápidamente. Al principio estaba un poco tensa con su compañía, no obstante la conversación con él se hizo agradable. Nos estuvo contando anécdotas que habían vivido él y su amigo wookie, como lo conoció y la gran sorpresa que me llevé, que él había estado en el ejército imperial como piloto, pero duró poco. Cuando llegó la hora de comer Han decidió marchar para seguir con sus tareas y Winter y yo buscamos algún lugar para hacerlo tranquilas.

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