Parte sin título 37. El Senado

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Coruscant era enorme. La capital económica y política de La Galaxia. Todo era completamente diferente a mi planeta natal. El aire siempre estaba contaminado y era muy pesado, el tráfico aéreo de speeders era continuo y denso y los accidentes eran habituales. Bajo los rascacielos se encontraban los bajos fondos donde no se conocía la luz natural. Esto estaba lleno de tuburios llenos de borrachos o ludópatas, dependiendo del lugar, aunque había un barrio en el que podían encontrarse otro tipo de establecimientos más familiares, como restaurantes o zonas de ocio para los niños. Aún así seguían siendo los suburbios de la ciudad-planeta y se notaba. Las calles estaban sucias, mujeres, de varias especies, de reputación dudable y alguna que otra plaga. Uno de mis puntos favoritos del planeta era el Distrito Comercial, aunque mi padre me dijo en más de una ocasión que ya no era lo que fue en su tiempo. Por aquí estuve paseando cuando llegamos a Coruscant ya que era muy temprano como para encerrarme ya en el edificio del Senado. Ibamos Sabé, C3PO y yo.

-Antiguamente ahí había un restaurante regentado por un besilisko. Nunca vine a comer pero todo el mundo decía maravillas de la cocina de Dexter. – Comentó Sabé mirando hacia donde se notaba que antiguamente había habido un edificio.

-¿Y qué ocurrió con el restaurante y con él?

-El restaurante fue destruído al comienzo de la Purga Jedi y Dexter desapareció. Ayudaba a algunos Jedi

-¿Murió?

-No, desapareció. Como si no hubiese existido. Estaba vivo pero sin que supieran donde. Ayudó mucho a los Jedi, como ya te he dicho, así que corría peligro. – Chasqué la lengua y observé aquel lugar imaginándome como podría haber sido aquel restaurante y la vida que tendría. – Es hora de irse, Leia, cuando acabes me avisas o nos vemos en el apartamento directamente.

-Mejor allí, así tengo escusa para largarme nada más acabar.

-Vale, allí te espero. 3PO, cuida de ella.

-Lo haré señora – Afirmó el droide y nos despedimos de ella. Me había pedido quedarse ella por aquí durante la reunión, ya que quería aprovechar la visita a la capital para unos recados. Llegué al edificio, donde me estaba esperando el Senador de Corellia, buen amigo de mi padre, el cual conocía sobre la imposibilidad de mi padre de venir y mi llegada en solitario.

-Buenos días, princesa.

-Bueno días Senador. ¿Cómo está?

-Bien gracias. Espero que igual tú – Contestó sonriendo.

-Nerviosa, a ver qué tal se me da hoy sola.

-Seguro que bien. – Suspiré y comencé a andar entre él y mi dorado droide. – Hoy me da que va a ser rápido todo, no veo yo a la gente con muchas ganas de trabajar.

-Yo nunca veo ganas de trabajar.

-En algunos es cierto – El senador rió – Pongamos nosotros un poco de espíritu en ello – Asentí y llegamos a la zona donde solíamos estar antes de comenzar las reuniones. A lo lejos vi a la Senadora de Naboo que me saludó con la mano sorprendiéndose de verme sola, por lo que no tardó en venir a preguntar.

-Me sorprende verla sola, princesa Leia.

-No es a la única que le pasa – Reímos – Mi padre no ha podido asistir por obligaciones en nuestro planeta.

-Eso está bien. Con uno de los dos que venga es suficiente, en realidad, para lo que sirve esto... ¿Y Sabé como está? – Preguntó interesada por la que poco tiempo antes descubrí que era su tía.

-Dando una vuelta por el Distrito Comercial la he dejado.

-Ay, me gustaría verla luego. ¿Podría ser posible?

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