Capítulo 19. Primeras confesiones

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-Leia, arriba, que es tarde. - Oí la voz de Sabé medio en sueños. Tardé unos segundos en darme cuenta que era real y no parte del sueño.

-¡Sabé! - Dije tras levantarme rápido. - ¡Qué sorpresa! Me dijo mi padre que hoy no venías.

-Me aburro en casa. ¿Cómo estás? - Dijo mientras me sacaba la ropa del armario.

-Bien, aburrida pero bien. ¿Qué tal todo por tu tierra? - Dije yendo al baño

-Bien, no hay mucho que hacer, pero me venía bien descansar.

-Sí, claro que te venía bien descansar, y lo deberías hacer de vez en cuando.

-Me aburro, Leia. - Volví y, tras vestirme me senté para que me peinara. - No me gusta estar mano sobre mano.

-¿Te has comprado ese vestido allí? No te lo he visto puesto antes.

-Sí. ¿Te gusta?

-Sí, muy bonito, y sexy – Reímos. El vestido era rojo, de una tela parecida a la que llevó en la boda de la Senadora, atado al cuello también, aunque era mediante dos tiras desde los laterales mostrando parte de escote, y otras tiras que rodeaban sus brazos. A diferencia del de la boda no tenía tanto escote en la espalda. El vestido caía recto, sin ningún tipo de cinturón, algo diferente a lo que solía llevar. - Y bonitos pendientes, muy grandes – Reímos. De verdad que eran grandes pero le quedaban geniales.

-Gracias, los pendientes los tenía guardados en casa. Si quieres te los dejo – Dijo irónicamente riendo, sabía que yo de eso no usaba. A ver, si me los ponía alguna vez pero no tan llamativos. Me peinó y nos dirigimos al salón para desayunar. Allí nos estaba esperando mi padre y al poco de llegar nosotras lo hizo mi madre.

-Disculpad la tardanza, problema de vestimentas. - Reímos. Pensé que seguro que se le había vuelto a quedar enganchado el velo del vestido en algún lugar, le solía ocurrir.

-Eso te pasa por llevar tan vaporosa la ropa, que se te engancha a todos lados. - Asintió sonriendo y se sentó con nosotros. En ese momento nos trajeron el desayuno y desayunamos mientras Sabé nos contaba sobre su viaje y lo ocurrido en su llegada con Brey, cada vez me daba más mala espina ese hombre. Los Imperiales le estaban comiendo la cabeza poco a poco y de forma efectiva. - ¿Y si le comentas que si tanto le gusta el Imperio que se vaya con ellos?

-Ojalá se vaya. No lo aguanto mucho tiempo más.

-¿Y por qué no le pides el divorcio? - Preguntó Bail con preocupación. - Eso no va a acabar bien, y ya has visto que cada vez va a peor.

-Pero es que intentará quedarse con el niño, y no quiero correr el riesgo de que me quiten otra vez a un hijo. - Le miré tras ese comentario algo aturdida sobre todo después de percatarme de como parecía que se arrepentió de decir eso segundos después.

-¿Qué quieres decir? - Pregunté

-Tengo otro hijo, Leia. Pero está con sus tíos y no me dejan verlo.

-¿Por qué? no es justo. Si es tu hijo no está bien que no te dejen estar con él. Un niño debe estar con su madre.

-Fueron tiempos difíciles, Leia. Hablemos de otra cosa, por favor.

-Claro – Afirmé y cambiamos de tema.

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Tras realizar mis obligaciones diarias en la granja me dirigí a buscar al viejo Ben a su casa para practicar y preparar el examen.

-Buenas tardes, Ben. - saludé cuando llegué a su casa y lo vi dándole de comer a su eopie.

-Buenas tardes, joven Luke. ¿Cómo te ha ido el día?

-Como siempre. Estudiar y trabajar.

-Pues aquí a seguir estudiando pero con calma. Espérame dentro, ahora voy. - Asentí y entré en su casa mientras él terminaba su tarea con el animal. Me senté en el sofá relajado, en esa casa se respiraba calma y tranquilidad y, por muy nervioso que me encontrase, me relajaba inconscientemente. Ben entró en la casa. - ¿Qué has estudiado hoy?

-Astrografía.

-Pues vamos a ello. - Me fue preguntando cosas sobre los temas que creía adecuados y yo iba explicando todos los puntos que creía correctos. A veces me quedaba corto, otras decía demasiado.. Él me iba guiando tras cada pregunta para contestar con perfección a cada una. Estas prácticas con él me estaban sirviendo para aprender a hablar correctamente y sin nervios, aunque no sabía muy bien si todo lo que me había enseñado podría ponerlo en práctica el día de la prueba. Corría el rumor que el Senador Organa, virrey de Alderaan, formaría parte del jurado de evaluación así que tener a alguien tan importante como el Senador delante no sé si ayudaría. Pero, como me había dicho mi viejo amigo, me imaginaría que con quien estaba hablando era con él. - Muy bien, aprendes muy rápido, muchacho.

-Gracias, Ben.

-Ahora querría retomar contigo una conversación que tenemos a medias.

-¿Ah si? ¿sobre qué? - Pregunté intentando recordar a qué se refería. Algo que recordé cuando volvió a mostrarme el pequeño cofre de madera tallada recordé aquella conversación sobre mi padre. - Ah, vale ya, mi padre. Ben, agradezco que quieras que me lo quede yo, es un honor que pongas esa confianza en mí, pero no me veo capacitado para tener un arma de este estilo en mi posesión. Además, ¿qué le diría a mis tíos? ¿Y qué haría con ella? No sé, Ben. Está más seguro contigo.

-Vale, vale, ya buscaré la forma de que esté cerca de ti cuando te vayas, porque ha de estar cerca de ti. Te pertenece, Luke. Quedamos pocos jedi, y los pocos que quedamos no llegaremos al fin del Imperio, al menos en condiciones favorables. El legado te pertenece.

-Es todo muy extraño. Ben. Me siento halagado por ello, en serio, pero, de verdad, es algo por lo que no me veo capacitado.

-Bueno, pues esperaremos. Pero piénsalo. Esto estará cerca de ti siempre. Si en algún momento cambias de opinión la Fuerza te llevará a él, solo dejate guiar por ella de la misma forma que te he enseñado estos días atrás.

-Descuida, lo haré.  

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