Capítulo 20. Tatooine

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-Que rara me veo sentada aquí sola – Le dije a Sabé mirando alrededor. Me encontraba en el despacho de mi padre. Él había marchado para asistir a las pruebas orales, al igual que mi madre, de las becas universitarias, y me había dejado a mí encargada de la firma de albaranes. Lo único que tenía que hacer era comprobar el listado y firmar. Pero había posibilidad de que me tocase ver a Solo, pero bueno, tampoco me desagradaba ya mucho la idea. Una parte de mí en realidad tenía ganas de ello, aunque otra seguía sin soportarlo. Mi pensamientos respecto a él eran contradictorio, aunque él también era contradictorio en muchos aspectos.

-Es la primera vez que estás aquí sola. Es normal que te veas rara. - Reímos. - Bueno, a trabajar un rato, cualquier cosa me avisas.

-Claro, pero será más de una vez, me da a mí, que lío tengo. - Contesté y Sabé salió para dirigirse a la mesa del asistente de mi padre, que también había ido a Tatooine junto con él. Comenzaron a llegar comerciantes varios, todos extrañados de verme sola allí, si me han visto alguna vez en aquel lugar era con mi padre.

-Una princesa apareció. - Oí la voz de Han desde la puerta. Alcé la mirada y lo vi en compañía de su amigo wookie.

-Hola Han. ¿Qué tal tu nueva vida?

-¡Genial! Sin la presión de tener cazarrecompensas detrás de mí para exigirme dinero. - Ríe – En serio, muchas gracias por ello.

-No las des, fue mi padre, yo no te hubiese dado ni los buenos días. Anda, trae que firme.

-Toma – Me dio el datapad para que firmase – Iba a venir mañana pero como oí que estabas hoy tú decidí adelantar el viaje, así te veía.

-Haber venido a hacerme la visita y ya. La verdad es que me aburro aquí sola. - Dije sin terminar de realizar la tarea. - Aún estás a tiempo.

-¿De qué?

-De quedarte un día más en Alderaan. - Dije soltando el datapad.

-Pues no me parece mala idea – El wookie rugió – Vale, como quieras, yo me quedo aquí un rato, cuida de la nave. - Volvió a rugir a modo de despedida y me despedí yo también. Se fue, pareció que alegre, dejándonos solos al ex-contrabandista y a mí. - ¿Qué tal acabó la boda?

-Bien, normal. Hablé con gente, discutí con otra... hasta que Sabé me agarró y me llevó a casa antes de reventarle la cabeza a uno de ellos. Pero por lo demás bien.

-¿Como no te ibas a pelear con alguien?

-Imbécil.

-Lo sé, gracias. - Rió – Pues yo con lo mío, recorriendo la galaxia en busca de gente que compre mi mercancía, aunque me ha sido fácil. Fui a ver a Lando, me ha mandado recuerdos para ti.

-Aw, gracias, supongo. Es majo tu amigo.

-Adulador, más bien. Oye, ¿qué le pasa a Sabé? Le he visto mala cara antes.

-No está pasando por un buen momento. Está a punto de divorciarse.

-Vaya, que pena. Si no va bien su matrimonio buena gana.

-Pero tiene miedo a que su marido se quiera llevar a su hijo. Estuve hablando con mi padre. Resulta que ella tiene un hijo de mi edad pero que se lo quitaron cuando era muy bebé porque decían que con sus tíos estaba más seguro. Su padre murió y ella en ese momento estaba en el punto de mira, no de fama, especialmente, dice que querían matarla. O algo así, la verdad que la historia que me contó fue muy extraña

-Vaya, que mierda. Me refiero a que si es su madre...

-Eso mismo digo yo, pero algún motivo habrá. Bueno, la cosa es que mi padre está buscando alguna forma de que Brey no se lo pueda quitar. 

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