Olia a alcantarilla, y cuando me recobraba, podía ver a Oliver, que estaba con los ojos extraños, e igual estaba apunto de dejarse caer sobre mi, mi corazón estaba descontrolado, por la sorpresa y el susto, y que Oliver estaba muy, muy cerca.
—Des —dijo Oliver—, Descerebrada —solte un gruñido intentándomelo sacar de encima—, Destiny, mirala, tan solo la tienes que mirar —decía moviendo su dedo por encima de mi vista dándole giros—, y es hermosa, si hermosa.
Contuve la respiración mientras mi corazón en verdad, daba un vuelco.
—Oliver...
—Tan solo le falta jugar quidditch y es perfecta —dijo al fin sacándose de encima y sentándose en el pasillo—, pero no, ya, ya es especial, amigo, mirala, mirala por favor.
—No tengo un espejo.
—¿No tienes? ¡¿Des?! —pregunta desconcertado y brinca hacia mi—, o ya decía que borrosa te sigues viendo mas bonita —me ruborice el rostro—, pero yo, soy un idiota, un maniaco del quidditch... y... como me dices... ¡UN POLLO! —sino fuera porque no deba estar asi o llamar la atención de otras personas, me reiría .
—Pioliver —dije con una sonrisa bajando la mirada.
—Y tu —alzo la mirada, cuando el olor de alcantarilla lleno mis fosas nasales, pero... ¿Acaso este año es para besos?
Besar a Oliver, nunca lo pensé, pero no me gusta que sea con el alcohol en su sistema, que me besen asi, por lo que aparte de mi y le di una cachetada, dejándolo atonito, se separo y puso su dedo pulgar en el labio inferior.
—¿Cómo te va a gustar algo que odias? —pregunta soltando una sonrisa.
—Oliver —salio Jacob, sonreí aliviada—, estás... Des, lo siento, se les fue las manos eso de tomar —lo estuvo ayudando a parar, y se tambaleo sobre mi, me estaba parando para que no se cayera nuevamente sobre mi.
Y...
—Me doy cuenta, solo ven... —apretó los ojos enfurecida y apunto de gritar, Oliver habia vomitado encima de mí.
—Ou, ou —dijo Jacob apenado por lo ocurrido, pero Oliver estaba ya inconsciente.
—Dile cuando se levante que el limpiara esta ropa —le señaló enfadada, levantándome y abro la puerta.
Me dirijo al dormitorio con Ruddy y Rames por detrás. Me tome un baño, pensando en Oliver en lo molesta que estaba y en lo confundida que la conversación me habia dejado. Y... el beso... ¿Por qué me tuvo que besar?
Me salgo del baño ya vestida, y me marcho al banquete de Halloween, por fin, comería mas dulces, pensé fascinada, y salí despidiéndome de la señora gorda, cuando de repente, un anuncio del periódico había parecido cobrar vida, Sirius Black estaba enfrente de mi, pude darme cuenta que no era mi imaginación; lo veía, andaba bastante demalcrado, estaba a punto de gritar, cuando el tan solo hizo algo que me hizo desmayar.
Recobre el conocimiento y baje alterada al comedor, pensando alterar a todos sobre que... Sirius, Sirius Black estaba... en el castillo.
Pero aquel sentimiento desaparece, porque yo seguía viva, si fuese un asesino de verdad, yo ya hubiera muerto, pensé, entonces... puede ser que no...
Llegue al comedor, en verdad confundida, pero llegue tarde, todos ya estaban saliendo, entonces vi a Harry, puede ser que... corro hasta a él y le tomo del brazo, impidiéndole que avanza.
—Des —dijo sorprendido—. Te perdiste del banquete...
—Yo, yo... —tartamudee, su mano tocó mi rostro.
—Estas palida —dijo preocupado—. ¿Estas bien? —le miraba a los ojos y luego a las escaleras las cuales acababa de bajar—. Mira, te consegui dulces para que pruebes —señaló la bolsilla de su ropa, lo mire mas sorprendida aun.
—Yo igual te traje dulces —señale soltándolo.
—Gracias, que mal que no pude ir, me hubiera gustado comprar dulces entre todos, para que en navidad los comamos o algo parecido —que buen corazón tienes, Harry, pensé mientras avanzaba detrás de él, solte un suspiro.
Seguimos al resto de los de la casa por el camino de la torre de Gryffindor, pero cuando llegamos al corredor al final del cual estaba el retrato de la señora gorda, estábamos en un trafico de alumnos.
—¿Por qué no entran? —preguntó Ron intrigado.
Estaba con el corazón palpitante, la cabeza me dolia, las manos las tenia entrelazadas y se apretaban entre ellas nerviosamente, no quería mirar, no quería, no podía, la culpa estaba en mi. Yo...
—Dejadme pasar; por favor —dijo la voz de Percy. Se esforzaba por abrirse paso a través de la multitud, dándose importancia—. ¿Qué es lo que ocurre? No es posible que nadie se acuerde de la contraseña. Dejadme pasar, soy el Premio Anual.
La multitud guardó silencio entonces, empezando por los de delante. Fue como si un aire frío se extendiera por el corredor. Oí que Percy decía con una voz repentinamente aguda:
—Que alguien vaya a buscar al profesor Dumbledore, rápido.
Las cabezas se volvieron. Los de atrás se ponían de puntillas.
—¿Qué sucede? —preguntó Ginny, que acababa de llegar. Al cabo de un instante hizo su aparición el profesor Dumbledore, dirigiéndose velozmente hacia el retrato.
—¡Anda, mi madr...! —exclamó Hermione, cogiéndose al brazo de Harry.
Alce la vista, y la boca se me destrabo.
La señora gorda había desaparecido del retrato, que había sido rajado tan ferozmente que algunas tiras del lienzo habían caído al suelo. Faltaban varios trozos grandes.
Dumbledore dirigió una rápida mirada al retrato estropeado y se volvió. Con ojos entristecidos vio a los profesores McGonagall, Lupin y Snape, que se acercaban a toda prisa.
—Hay que encontrarla —dijo Dumbledore—. Por favor; profesora McGonagall, dígale enseguida al señor Filch que busque a la señora gorda por todos los cuadros del castillo.
—¡Apañados vais! —dijo una voz socarrona.
Era Peeves, que revoloteaba por encima de la multitud y estaba encantado, como cada vez que veía a los demás preocupados por algún problema.
—¿Qué quieres decir, Peeves? —le preguntó Dumbledore tranquilamente. La sonrisa de Peeves desapareció. No se atrevía a burlarse de Dumbledore. Adoptó una voz empalagosa que no era mejor que su risa.
—Le da vergüenza, señor director. No quiere que la vean. Es un desastre de mujer. La vi correr por el paisaje, hacia el cuarto piso, señor; esquivando los árboles y gritando algo terrible —dijo con alegría—. Pobrecita —añadió sin convicción.
—¿Dijo quién lo ha hecho? —preguntó Dumbledore en voz baja.
—Sí, señor director —dijo Peeves, con pinta de estar meciendo una bomba en sus brazos—. Se enfadó con ella porque no le permitió entrar, ¿sabe? —Peeves dio una vuelta de campana y dirigió a Dumbledore una sonrisa por entre sus propias piernas—. Ese Sirius Black tiene un genio insoportable.
Y el alma se me cayó a los pies.
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Destiny y El Prisionero de Azkaban [DEH#3]
FanfictionNo soy una chica normal y en eso me refiero que tampoco soy una bruja normal, meses antes de entrar a Hogwarts, obtuve estos poderes, que me permiten controlar los elementos, agua, fuego, tierra y aire, aunque con las clases particulares que estoy t...