Capitulo 34. Irrumpen en la Sala.

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Era como si hubieran ganado ya la copa de quidditch; la fiesta se prolongó todo el día y hasta bien entrada la noche. Fred y George Weasley desaparecieron un par de horas y volvieron con los brazos cargados con botellas de cerveza de mantequilla, refresco de calabaza y bolsas de dulces de Honeydukes.

En realidad no estaba muy en la fiesta, Hermione y yo, andábamos con más deberes que nunca, y terminarlos a la perfección, más bien acabarlos, requería de bastante tiempo, si contabas que hacíamos otras cosas.

Si éramos las únicas personas que no participaban en la fiesta. Yo estaba complicada con la tarea de estudios Muggles, cuando decido levantarme e ir a tomar una botella de cerveza de mantequilla.

No era la única sirviéndome una.

—Hola, Des, es gracioso que andamos en la misma casa y casi, ni nos vemos —sonreí incomoda, mientras miraba hacia otro lado incomoda.

—Yo bueno... he estado ocupada con los deberes.

—Sí, lo puedo ver, ¿Cómo haces para estar en tantas materias?

—Asistir —dije cortante, este sonríe, me debía de ir de ahí.

—Sí, no has pensado en... ya sabes... parar... tomar un descanso.

—Oh no, tengo mucho, mucho por hacer.

—Eso es muy deprimente, con lo hiperactiva que eres...

—Mejor me voy —le interrumpí.

—¿A dónde la fiesta todavía no termina? —pregunta deteniéndome.

—Pero, para mí sí —respondí subiéndome al dormitorio.

Es increíble que me esté hablando, lo estuve evitando durante el trimestre pasado, cada vez que hablaba con mi hermano Tom, evitaba dirigirle la palabra, o entretenerme mucho. Tan solo iba por lo que iba, a que me preste dinero o su lechuza. 

Después de unos minutos, de relajarme, Hermione entró echa un mar de lágrimas, que se me hacía sorprendente que este tan temprano en el dormitorio, aunque ella siempre llegase primero.

—¿Qué te ocurre? —pregunte preocupada.

—Ron —responde llorando—, Harry se me acerco a mí, para que me uniera, después de que me marchaste —mire hacia otro lado, porque en serio hacia lo que él dijo, eso me hizo sentirme un poquito mal, pero no debo tomarle importancia—, y sabía que Ron, no le iba a agradar, pero él dijo... algo de que podía escucharlo y me siento, tan, tan culpable Des.

—Lo sé, y bueno... hay cosas que no podemos corregir tan rápido, solo el tiempo.

—¿Lo dices por lo que le dijiste a Harry? —pregunta Hermione—. Yo creo que si le pides disculpas o hablas con el...

—Si, pero me he dado cuenta que tragarme el orgullo y callar a mi dignidad, no surtio efectos, por lo que pedir perdón, no está en mí. Hermione.

—Des, tu...

—No, él dijo cosas que también me dolieron, y yo reaccione ante sus palabras, solo deseo nunca haber conocido a Harry, nunca haber sido amigos, mi vida sería más tranquila —solte un suspiro y me levante para vestirme para dormir, y tirarme en la cama, extrañando poder hablar con mis amigos con naturalidad.

Habia tanto frio, y me sentia con tanto miedo.

—Des, por favor ayúdame —escuche la voz de Harry que lanzaba un chorro de plateado de su varita, pero no era suficiente para mantener la amenaza.

Mi cuerpo se enfrió, y pude notar los dementores arremolinándose alrededor de nosotros, eramos Harry, una persona más y yo, siendo rodeados por ellos, cada vez sentia la piel fría, y todo lo que alguna vez fue felicidad en mí se iba.

—¿Qué puedo hacer? —preguntaba asustada, un dementor por fin me derribo, e iba  viendo borroso, cada vez, estaba perdiendo la conciencia, cuando estos se levantaron la capucha, y por fin... me levante de un susto.

Era un sueño, pero parecía tan real, que inclusive me hallaba empapada de frio sudor, era un poco tarde, por lo que decidí levantarme, y continuar la tarea que deje ayer pendiente.

Baje, y fui a la sala común estaba iluminada por los últimos rescoldos del fuego y llena de restos de la fiesta. No habia nadie allí, hasta que escuche a los chicos bajar.

—¿Estás seguro de que no soñabas, Ron?

—¡Os digo que lo vi!

—¿Por qué armáis tanto jaleo? —pregunte.

—¡La profesora McGonagall nos ha mandado acostarnos!

Algunas chicas habían bajado poniéndose la bata y bostezando.

—Estupendo, ¿continuamos? —preguntó Fred Weasley con animación, enroscando su brazo alrededor de mi cuello.

—¡Todo el mundo a la cama! —ordenó Percy, entrando aprisa en la sala común y poniéndose, mientras hablaba, su insignia de Premio Anual en el pijama.

—Percy... ¡Sirius Black! —dijo Ron, con voz débil—. ¡En nuestro dormitorio! ¡Con un cuchillo! ¡Me despertó!

Todos contuvimos la respiración.

—¡Absurdo! —dijo Percy con cara de susto—. Has comido demasiado, Ron. Has tenido una pesadilla.

—Te digo que...

—¡Venga, ya basta!

Llegó la profesora McGonagall. Cerró la puerta de la sala común y miró furiosa a su alrededor.

—¡Me encanta que Gryffindor haya ganado el partido, pero esto es ridículo! ¡Percy, no esperaba esto de ti!

—¡Le aseguro que no he dado permiso, profesora! —dijo Percy, indignado—. ¡Precisamente les estaba diciendo a todos que regresaran a la cama! ¡Mi hermano Ron tuvo una pesadilla.. .!

—¡NO FUE UNA PESADILLA! —gritó Ron—. PROFESORA, ME DESPERTÉ Y SIRIUS BLACK ESTABA DELANTE DE MÍ, CON UN CUCHILLO EN LA MANO!

La profesora McGonagall lo miró fijamente.

—No digas tonterías, Weasley. ¿Cómo iba a pasar por el retrato?

—¡Hay que preguntarle! —dijo Ron, señalando con el dedo la parte trasera del cuadro de sir Cadogan—. Hay que preguntarle si ha visto...

Mirando a Ron con recelo, la profesora McGonagall abrió el retrato y salió. Todos los de la sala común escuchamos conteniendo la respiración.

—Sir Cadogan, ¿ha dejado entrar a un hombre en la torre de Gryffindor?

—¡Sí, gentil señora! —gritó sir Cadogan.

Todos, dentro y fuera de la sala común, nos quedamos callados, anonadados.

—¿De... de verdad? —dijo la profesora McGonagall—. Pero ¿y la contraseña?

—¡Me la dijo! —respondió altanero sir Cadogan—. Se sabía las de toda la semana, señora. ¡Las traía escritas en un papel!

La profesora McGonagall volvió a pasar por el retrato para encontrarse con la multitud, que estaba estupefacta. Se había quedado blanca como la tiza.

—¿Quién ha sido? —preguntó con voz temblorosa—. ¿Quién ha sido el tonto que ha escrito las contraseñas de la semana y las ha perdido?

Hubo un silencio total, roto por un leve grito de terror. Neville Longbottom, temblando desde los pies calzados con zapatillas de tela hasta la cabeza, levantó la mano muy lentamente.

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Destiny y El Prisionero de Azkaban [DEH#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora