Capítulo 12.-Un oso panda y un león.

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Llegamos al internado, son las 11 de la noche, al parecer el almuerzo pasó a ser una cena también.

Max aparca fuera del internado y salimos del coche, avanzamos en silencio hasta la puerta principal pero ¿a qué no sabéis qué? Estaba cerrada.

-Oh no ¿y ahora qué?.-le pregunto a Max.

-Se me olvidó, a partir de las diez esta puerta queda cerrada, hay que ir por la de atrás.

Bufo y me agobio de pensar todo el paseo que me queda, no aguanto ni un segundo más de pie.

Me quito mis tacones y los llevo en mis manos, el placer de sentir las plantas de mis pies descalzas y planas es casi total.

Pasamos por una fuente y sin pensarlo dos veces empiezo a mojar a Max.

-¿Qué haces?.-dice sorprendido.

-Bailar... ¿tu que crees?.-digo sarcástica.

-Vaya señorita sarcasmo ha vuelto.-dice mientras se acerca a mi.-la echaba taanto de menos.-dice fingiendo.

-Vaya eso ha sido muy bonito, ha tocado mi corazón de verás.-toco mi corazón y finjo al igual que él.

Entonces empieza a mojarme de agua y salgo corriendo al sentir el agua fría en mi espalda desnuda.

-¡Eres idiota!.-digo y me acerco a él para volver a mojarlo.

-¿Ah si?.-hace un puchero y vuelve a mojarme.

-Te odio.-le echo agua y digo entre risas al ver que su tupe se ha caido y el está con cara de horror.

-Ahora si te pasaste Abigail.-dice con la voz más grave que de costumbre.

Salgo corriendo riendo y él me persigue, lamentablemente él es más rápido y más fuerte, mucho más que James.

Me entrelaza con sus muscolosos brazos y hace que acabemos en el suelo. Una niña normal supongo que estaría sufriendo porque su vestido puede estropearse, o una uña ha podido romperse o su peinado se ha podido destrozar pero todos sabemos que no soy normal.

Seguimos riéndonos sin darnos la más mínima cuenta, yo sigo intentando zafarme de su agarre pero me es imposible por dos razones muy obvias, él es más fuerte y la risa no me deja ni moverme.

-¡Sueltame idiota!.-grito.

-¿Cómo dijiste...?.-dice fingiendo estar ofendido y empieza a hacerme cosquillas.

Sin darme cuenta empiezo a repartir patadas al aire y lamentablemente a la parte delicada de Max. Se lleva las manos a esa parte y muestra una mueca de dolor, se tumba a mi lado y deja de reír.

Tapo mi boca para evitar la risa.

-Perdón, no quería darte.-le soy sincera.

-¿Abi pidiendo perdón? Habré muerto.-dice quedando sentado en el suelo.

-Oh no te creas que soy una blandengue eh, si algún día llegas a enfadarme de verdad no dudare ni un segundo en dejarte sin decendencia.-le advierto.

-Eres un caso.-dice negando con su cabeza.

-Lo sé.-sonrío orgullosa.

Él ríe y se vuelve a tumbar, lleva sus manos a su abdomen y yo lo imito. Nos quedamos contemplado las estrellas.

Recuerdo que cuando era pequeña y mi padre solía decirme que mi madre siempre estaba ahí brillando como la estrella que era y vigilandome. Entonces recuerdo que me asusté y le cogí una especie de trauma, por suerte solo duro unos años. Río sin darme cuenta.

-¿Qué es tan gracioso?.-gira su cabeza y alza una ceja.

Giro mi cabeza y muestro seguridad y seriedad.

-Tu cara.-y tras eso vuelvo a reír a carcajadas.

-Eso ha sido un ataque muy gratuito.-dice poniendo la mano en su pecho ofendido.

Río más fuerte.

Y es cuando me doy cuenta que estoy compartiendo risas con Max Stone, con el mujeriego del Internado, con mi mayor ¿enemigo? Ahora no sé que somos.

-No en serio ¿de qué te reias?.-dice ahora serio.

-Cosas.-me encojo de hombros.

-¿Que cosas?.-gira su cuerpo y puedo notar como su mirada está clavada en la mia.

-¿Qué cotilla no Maximiliano?.-río.

-Que chistosa Abigail.-dice con una voz burlona.

-Simplemente recordaba a mi madre.-me encojo de hombros.

-¿Ella no está?.-traga saliva y parece sorprendido.

-Nop. Ella está allá vigilandome.-señalo las estrellas.-y no debe estar muy contenta.-sonrío maliciosamente.

Max sonríe también, lo puedo ver por el rabillo de ojo.

-Hostia.-recuerdo.-teníamos que limpiar.-mis ojos muestras horror y cansancio.

-Na da igual.-dice restandole importancia.-mañana lo hacemos.

-Bueno.-me encojo de hombros.-ah y por cierto, no vuelvas a llevarme a esa casa.-giro mi cuerpo y le advierto enseñando mi dedo índice.

-¿Por qué te volvería a llevar? Casi matas a mi padre porque te dijo Abigail.-ríe irónico.-y si no te calmo ahora mismo estariamos en un funeral.

Ruedo los ojos, que exagerado, en todo caso estaríamos en un hospital.

-Me debes un parque de atracciones.-le recuerdo.

-Claro.-asiente.

Bostezo sin tapar mi boca mostrando todos mis dientes. Cierro varias veces los párpados, estoy agotada.

-¿Tienes sueño?.-une sus cejas Max.

-¿Yo? Que va.-niego.

Pero si darme cuenta de un momento a otro me quede dormida.

-0-

Abro los ojos con cierta dificultad y por culpa de Luke el despertador. Harper está sentada con su uniforme puesto mirándome nerviosa, mordiendo sus uñas.

-¿Buenos días?.-frunzo el ceño al verla así.

-¡Abi!.-me abraza al ver que estoy despierta.

-¿Tanto me has extrañado?.-río y recuerdo todo lo de la noche anterior.-un momento...-me aparto.-si yo anoche estaba en el césped con Max y ahora....-señalo la cama y miro seguidamente a Harper con el ceño fruncido.

-Max te trajo en brazos.-me informa.

Mi cara se pasa a horror y abro los párpados como platos, me quedo totalmente blanca y sorprendida.

-Parecías un bebé.-ríe por lo bajo y le pego un codazo.-auch.

-No tiene gracia, ese idiota me cogió.... ¿que clase de confianzas son esas? Me va a oir.-me levanté apresuradamente pero Harper me frenó.

-¿Por qué primero no te cambias?.-sonríe y entonces me miro, estoy con el vestido de ayer.

Corro al baño y la sorpresa que me llevo no es agradable, soy un oso panda y un león al mismo tiempo.

-Wtf.-digo al verme.-tardaré ocho años ya me vas contando como va la vida en el exterior.-le digo a Harper cerrando la puerta mientras que ella ríe.

La hija de Josh Miller®| Terminada✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora