Capítulo 34.-Quería matar a mi novio.

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Caminamos hacia la dirección junto a la conserje. Los alumnos están en las puertas de sus habitaciones en pijama, panda de cotillas.

Uno de los cotillas es Max, que se ha acercado hasta la puerta de la directora en unos simples calzoncillos.

—¿Qué has hecho?.—me pregunta nervioso.

—Max, debes irte.—le dice la conserje.

Le dedico una mirada de preocupación a Max, y sigo caminando.

—Pero, ¿que coño ha pasado?.—vuelve a preguntar.

—¡Cállate ya baboso!.—le grito.

—0—

Max

Angeline sale después de dejar a Ian, Carlos y Abi con la directora. Sale con los brazos cruzados, tiene unas bolsas impresionantes bajo sus ojos y bosteza cada tres segundos.

—¿Y bien?.—me cruzo de brazos.

—Podrías haberte puesto unos pantalones.

—En cuánto he oído que Abi estaba aquí he salido corriendo.—me encojo de hombros.

—Esa chica es un caso.—dice sentandose en un banco.

—Es mi caso favorito.—sonrío y me siento a su lado.

—Y tu su tonto favorito.—dice ella y se ríe.

—Pues no sé, últimamente le echa mucha cuenta a ese, y ella no deja de decirme que pasa de mi.—mi mirada se pierde y muerdo mi labio inferior.

—Tengo que llamar a Josh.—dice de pronto alarmada.

—¿Tienes su número?.—frunzo el ceño.

—Sí, bueno, de la conserjería.—dice apresurada y se va con el paso aligerado.

Me encojo de hombros y continuo mirando al techo, desesperandome cada vez más.

Carlos e Ian salen juntos, Ian tiene algunas pequeñas lágrimas recorriendo sus mejillas rojas y Carlos está cabizbajo.

—¿Y bien?.—cuestiono.

—Lo expulsan.—dice Ian y se vuelve a echar a llorar.

—¿Qué mierda habéis hecho?.—empiezo a alterarme de tan solo pensar que Abi puede ser expulsada.

Joder esta chica me ha dado fuerte.

—Intentamos huir.—se encoje de hombros.

—¿QUÉ?.—me altero más y agarro a Carlos de la camisa.—¡Como por tu culpa Abi se vaya de éste internado te juro que por lo más sagrado que tengo te mato!.

—¡A mi no me eches las culpas! ¡¿Si tu puta novia quería irse es por algo no crees?!.—me empuja.

—¡No te atrevas a insultarla hijo de...!.

—0—

Abi

—Bueno Abi, tendrá que limpiar el internado entero, incluyendo la terraza.—comienza a escribir en un papel.

—¿¡QUÉ!?.—grito enfurecida.—¡será broma!.

—¿No por?.

—He hecho de todo, incluso he intentado huir, ¿Cuándo me va a expulsar de este infierno?.—exijo dándole un golpe a la mesa.

Ella mira mi puño y comienza a reírse a carcajadas. Mi cara de desesperación es cada vez más definida y tengo ganas de clavarle el trofeo en la cabeza.

—¿Qué?.—escupo borde.

—Tú no te puedes ir.—comienza.—tu padre me pagó para que hicieras lo que hicieras no te expulsara.—sonríe triunfante.—así que destruye todo lo que quieras, total...—se encoge de hombros.

Ahora todo encaja, por eso no me expulsaba desde un principio, por eso está aguantando tanto. ¿Y ahora qué hago yo?.

Morirme de la pena...

Salgo de la sala, limpiando algunas lágrimas rebeldes de mis mejillas cuando lo veo. Veo a Ian golpeando una botella de cristal en el cráneo de Max.

—¡No te atrevas a insultarla hijo de...!.—su frase no termina y cae al suelo.

—¡PERO QUÉ HACES!.—grito como una loca.

Enseguida me agacho al lado de Max e inspecciono su cabeza, tiene sangre. Cojo torpemente mi teléfono móvil y llamo a una ambulancia mientras que le dedico a Ian una mirada asesina.

—Quería matar a mi novio.—dice aterrorizado.

—Y yo te voy a matar a ti como muera él.—entrecierro los ojos.

La cabeza de Max sigue apoyada en mis piernas hasta que la ambulancia llega.

—0—

En el hospital todo me marea, muchas personas corren de un lado a otro, otras se desangran justo delante de mis narices y el ambiente en sí es agobiante.

—¿Maximiliano Stone?.—una chica joven, rubia y guapa sale de la sala.

—Yo.—me levanto.

—Tienen que entrar familiares solo lo siento.—dice lamentada.

—Yo...

—Él está bien.

—Soy su novia.—digo apresuradamente y me sorprendo.

¿Eso ha salido de mi boca?.

—Bueno, entonces pasa.—sonríe y le devuelvo la sonrisa.

—0—

Está recostado sobre la camilla, sus párpados están cerrados y una de sus manos descansa en su abdomen.

—Maximiliano Stone.—pongo una voz extraña y él de despierta inmediatamente.

—Me has asustado babosa.

Me río y él se une. Me siento en un sillón justo a su lado.

—¿Todo bien?.—le cuestiono.

—Sí, mi cráneo solo está un poco dolorido, pero tranquila.—dice con cierta ironía.

—Oye a mi también me duele la rodilla.—le muestro mi rasguño lleno de sangre seca que me hice al bajar del muro cuando nos pillaron.

—Cúrate eso por favor.—pide.

—Estoy bien.—me encojo de hombros.

—¿Cómo has conseguido entrar?.—frunce el ceño.

—He movido un pie, luego el otro, mi mano ha empujado la puerta...

—Así no tonta.—dice rodando los ojos y me río.

—Pues he entrado.—me encojo de hombros.

—Normalmente solo dejan a familiares.

—Pero en nuestra vida nada es normal.—ambos sonreímos.

—¡Tú!.—una voz profunda y ronca hace que me entremezca y sienta un escalofrío por todo mi cuerpo.

Me giro lentamente hasta que lo veo.

La hija de Josh Miller®| Terminada✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora