Capítulo 26.-Por la gente a la que quiero.

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—Vieja amargada.—digo fulminandola con la mirada y ella suelta una pequeña risa sarcástica.

—¿Cuándo vas a crecer Abigail? ¿No duele ni nada sabes?.—se levanta y comienza a caminar de lado a lado con las manos a su espalda.

—Maduraré cuando las brujas dejen de volar.—me cruzo de brazos.

—No existen.—dice con una risa sarcástica mirando por la ventana.

—Si que existen, tengo una justo delante mía.—su risa se corta en ese instante.

—Bien, estarás castigada en la sala de catigo durante esta semana y cuando salgas vendrás a limpiar mi despacho.—se gira para ahora mirarme a la cara.

—Tengo que hacer un trabajo.

¿Qué? ¿qué acabo de decir?.

Desde cuando Abigail Miller se preocupa de su tarea y más cuando estoy con el idiota de Max.  Esas palabras han salido de mi cabeza y no me ha dado tiempo a procesarlas. ¿Desde cuando me interesa a mi un maldito trabajo?.

Respuesta:

Estoy mucho tiempo con Harper

Sip, eso va a ser.

—Pues suspenderá, tampoco le importa mucho ¿no?.

—Absolutamente nada.—me encojo de hombros y frunzo mis labios.

—Bien, el castigo será de cinco a siete, y después estará aquí limpiando hasta las ocho. ¿De acuerdo?.—se sienta de nuevo en su silla.

—De acuerdo.

—Ahora váyase, su primera clase va a comenzar.

—Si, no puedo perderme español, me daría algo.—ruedo los ojos, ojalá me hubiera castigado ahora, odio al profesor Rodríguez.

—0—

Llego tarde, como normalmente me pasa, pero tengo una buena excusa, la directora me estaba echando la bronca en su despacho.

Aunque es mentira, bueno mitad verdad mitad verdad.

Es que me entró hambre en el camino y me paré a comprarme un paquete de patatas fritas de la máquina de la cafetería.

Llamo a la puerta y cuando escucho un pasa entro. Veo que las mesas están de dos en dos, y que Max está con Harper, Leo con Ian y James... James está solo.

No por favor.

—¡Abi!.—dice el profesor con una sonrisa falsa, sé detectar las sonrisas falsas y tal.

—¡Rodríguez!.—digo mostrando la misma falsedad.

—Estamos en pareja para preparar un diálogo en español.

—¿Y con quién voy?.—pregunto deseando que la respuesta no sea James.

—James.—contesta.

Yo y mi maldita mala suerte.

—Vaya, genial.—murmuro con una mueca de desagrado y mostrando una felicidad fingida.

Menos mal que Harper está justo delante mia y puedo hablar con ella, aunque ahora que lo pienso, Harper en clase no habla.

¿Por qué a mi?.

—Hola.—me dice James.

—Bien, tú y yo solo vamos a hablar por el diálogo nada más, y en cuanto la campana suene olvídate de mi palabra.—le advierto.

—¿Por qué eres así?.—dice ofendido.

¿En serio James? ¿en serio?.

—¿Qué por qué soy así? ¡Me secuestraste!.—exclamo obvia.

—Eso fue hace mucho y no te secuestre.

—El tiempo da igual, lo hiciste.

—Bien comencemos.—anuncia el profesor y saco mi libro de español.

—Pss.—escucho y alzo mi cabeza, Max me mira serio y me pasa una nota.

—¿Tanto sigilo para pasar una nota? Estás justo delante hombre.—pongo los ojos en blanco en cuanto él me manda a callar de nuevo con un shh.

Después de clase hablamos.

Frunzo el ceño, cojo mi boli y le respondo. Se la tiro cuidadosamente a su mesa sin que el porfesor se percate.

—¿Por qué no?.—se gira con los párpados bien abiertos.

—Porque no quiero.—me encojo de hombros.

—Es importante Abi.—me pide.

—Bueeno, pero si solo son dos segundos.

—Dos segundos prometido.—sonríe orgulloso.

—Miller y Stone, ¿puedo saber que es tan interesante?.—pregunta Rodríguez y Leo se echa a reír.

—No.—le respondo apretando mis labios y negando con la cabeza.

—¿Por qué no Miller?.

—Porque no es interesante.—me encojo de hombros y me echo sobre el respaldo de la silla.

—Le contaba de cuando fui a Texas.—empieza a inventar Max y me sorprendo ¿pero qué hace?.

—Ve, aburrido.—le muestro al profesor y este decide ignorarnos y seguir con la clase.

—Sí, Texas, seguro que sí.—dice Leo burlón.

—0—

En cuanto la campana suena y me levanto, Max sujeta mi muñeca y me saca fuera de la clase a toda prisa.

Nos sentamos en unos bancos que están en el campus, no sé porqué tanta prisa para sentarnos aquí.

—¿Por qué tantas prisas?.—pregunto alzando una ceja.

—Que ha pasado con la directora.

—¿Eso era lo importante? Tiene que ser una broma.—río sin ganas.

—Te recuerdo que tenemos un trabajo y aunque tu no, yo si quiero aprobar.—alza las dos cejas.

—Pues lo siento, me ha castigado toda la semana.—me encojo de hombros.—no te preocupes, seguro que tu padre te hace hueco en ese mundillo sin estudiar.—le doy palmaditas en los hombros.

—Abi, iré contigo a hacer el trabajo.—propone.

—No puedes entrar en la sala de castigo.—le recuerdo obvia.

—Si es una emergencia sí.—se cruza de brazos.—no voy a permitir suspender esta materia.

Ruedo los ojos, claro don perfecto tiene que aprobar para ser más perfecto de lo que es.

—Y mucho menos que la suspendas tú.—termina y abro la boca asombrada.

¿Quiere que apruebe?.

—Oye que a mi me da igual suspender.—alzo mis manos y me encojo de hombros.

—Pero a mi no.—aprieta sus labios y acerca su rostro al mio.

—¿Y por qué te preocupas por mi? Ni que fueras mi padre.—ruedo los ojos.

—¿Sabes una cosa?.—alza ambas cejas y me acerco más a su rostro.

Son 4 centímetros lo que nos separan y no me siento para nada incómoda.

—Me preocupo por la gente a la que quiero.—ahora sonríe y yo abro mis párpados lo más que puedo.

Me aparto, la corta distancia que nos separaba ahora era mayor.

Me levanté y lo mire con un rostro que no supe denominar, estaba confundida, asombrada y extrañada.

Ni mi padre se preocupaba tanto de mi, ¿por qué él si?.

—Emm... Creo que me tengo que ir.—dije y me fui de allí dejándolo sentado en el banco.

Feliz día ❣

La hija de Josh Miller®| Terminada✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora