Capítulo 2: "Tan sólo decía"

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-No entiendo porque sigo dejando que me arrastres a bares – escuchó y giró el rostro hacia su cama, donde su mejor amigo ahora yacía despierto

-No te quejes – replicó, volviendo a mirar por la ventana, a pesar de que ahora era de día y ya no parecía del todo llamativo – tú sugeriste ir

Matthew se cubrió el rostro con la mano.

-¿Has estado ahí toda la noche? – le preguntó

Sam lo consideró un momento.

-No – contestó – sólo desde que me di cuenta que no podría dormir contigo moviéndote cada cinco minutos

Entonces Matthew dejó de cubrirse los ojos para mirar hacia él. El sol cayó sobre sus ojos, haciéndolos lucir ligeramente transparentes. Y Sam no pudo evitar darse cuenta de lo hermosos que eran. Hacían que su rostro resaltara más, incluso aunque estuviera con cara de resaca. Apartó la vista. No.

-Callate – lo escuchó decir

Sonrió, porque no pudo evitarlo y rápidamente se bajó del marco de la ventana. Sintió sus piernas débiles por un momento, a causa de haber estado en la misma posición por varias horas, sin embargo, hizo como si no fuera asi y continuó con su camino hacia sus cajones, para sacar un polo y ponérselo rápidamente. Nunca se había sentido incómodo frente a Matthew, dado a que siempre habían tenido mucha confianza entre ellos, pero recientemente no podía evitarlo.

-Iré a por un café – dijo, decidiendo ponerse una casaca - ¿quieres ir? ¿O prefieres que te traiga uno? – preguntó

Sam se dio cuenta de que, si quería que las cosas volvieran a ser como antes, tenía que actuar como lo hacía antes. Y siempre había pensado en su mejor amigo. Siempre había cuidado de él.

Matthew pareció ligeramente estupefacto por un momento. ¿Realmente había dejado de tratarlo como antes? ¿Realmente su relación había cambiado tanto?

¿Relación?

Amistad.

Diablos.

-Iré contigo – contestó, irguiéndose abruptamente

-Eres un idiota – dejó salir Sam, comenzando a reírse y su mejor amigo lo fulminó con la mirada, antes de cogerse la cabeza con un gruñido

Sólo a él se le ocurría erguirse tan abruptamente estando con una resaca masiva.

-Mierda – espetó – bien, te esperaré aquí – dijo, finalmente

Sam se acercó a él y lo empujó por el hombro, haciéndolo caer sobre la almohada nuevamente. Matthew soltó una carcajada y tiró de su muñeca haciéndolo caer a la cama también. Alborotó su cabello y rápidamente pasó un brazo por su cuello.

Sam se rio y logró zafarse de su agarre.

Le gustaba eso. Su amistad era algo que no quería perder. Y haría todo lo posible por no hacerlo.

-No te traeré nada – le dijo, abriendo su puerta y cerrándola

Escuchó a Matthew diciendo algo detrás de él, pero nunca logró terminar porque la puerta ya estaba cerrada.

Cuando llegó al piso de abajo, su madre estaba en la cocina, haciéndose un café. Eran las seis de la mañana de un Domingo. ¿Por qué no estaba descansando?

-Hola, mamá – la saludó, haciendo su camino hacia ella y dejando un beso en su frente

-Buenos días – lo saludó – Ayer Matthew y tu llegaron tarde, ¿cierto? – le preguntó, girándose a mirarlo

Sam (Mayores 2.5°)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora