Capítulo 6: "Siempre lo hacía"

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Habían pasado tres días y Amanda no despertaba. Sam estaba perdiendo la paciencia. O, de hecho, estaba comenzando a volverse loco con la idea de que su hermana menor podría no despertar más. O que podría ya no haber una solución para ella.

Había pasado gran parte de esos tres días metido en la habitación de Amanda todas las horas que podía. E incluso, cuando no podía, se metía a escondidas. Porque hablarle a su hermana mientras dormía ayudaba a que se sintiera ligeramente mejor. Ayudaba a despejar su mente. Ayudaba a que sintiera que ella iba a levantarse pronto.

Era normal que se demorara tanto, porque había perdido mucha sangre. Pero, saber aquello no ayudaba demasiado tampoco. Seguía siendo difícil ver a su hermana así.

Ahora estaba en la cafetería. Luego de no despegarse de su lado por cerca de setenta y dos horas, unos minutos con un café en la mano no iban a matarlo. Aunque siempre preferiría un Starbucks.

De pronto, un café de Starbucks fue dejado en la mesa, frente a él. Frunció el ceño y alzó su vista hacia quien fuera que le había dejado el café en frente. Y era Matthew. Se sintió como un idiota por no haber sabido que era él. Nadie más sabría que un café de Starbucks era lo que más necesitaba en aquel momento.

Nadie más lo conocía tanto.

-Hasta que al fin tengo un segundo para verte – murmuró, dejándose caer a su lado y tomando su propio café

Sam intentó no pensar mucho en ello, pero no pudo evitarlo, no ver a Matthew tres días había sido una terrible tortura. Incluso aunque no quisiera admitírselo a sí mismo, verlo ahora le traía una extraña tranquilidad.

-Lo siento – se disculpó y daba la sensación de que últimamente era lo único que le decía a Matthew – no me he querido despegar de Amanda en los pasados tres días – continuó

Matthew asintió y miró hacia la nada, aparentemente queriendo mantener sus ojos lejos de Sam. Y eso lo hizo fruncir el ceño. ¿Qué sucedía? Pero apartó la pregunta de su mente rápidamente. Él no tenía derecho a preguntarse aquello cuando él mismo se había estado comportando como un idiota en los pasados días.

-¿Cómo está? – preguntó Matthew, finalmente

Sam rápidamente tomó un largo sorbo de su café. El hielo y el sabor a café lo ayudaron a sentirse ligeramente mejor por un momento.

-Lo mejor que puede estar, estando dormida – contestó

No pudo evitar notar que había dicho aquello con un tono extraño. Y lo primero que se le vino a la mente fue disculparse, pero Matthew pareció no pensar mal al respecto, pues asintió de nuevo.

-Se levantará pronto – replicó – sólo dale tiempo, perdió mucha sangre

Esta vez fue el turno de Sam de asentir. Ya lo sabía, pero eso no lo hacía más fácil. Nunca lo haría más fácil.

-Deberíamos ir a la sala de espera – dijo Sam, pasado un momento – no quiero estar lejos si Amanda despierta

Matthew rápidamente se puso de pie y caminaron uno al lado del otro por los pasillos, hacia la sala de espera. Sam se concentró en sus pisadas, pero era porque estaba intentando no pensar en el hombro de Matthew, rozando el suyo con cada paso. En la mano libre de Matthew, rozando la suya con cada paso. Era como si sus cuerpos se movieran en sincronía, intentando tocarse en cada momento que pudieran. Pero eso era imposible.

Así que siguió concentrándose en sus pisadas, hasta que llegaron a la sala de espera. Pero Sam se detuvo en seco, porque sus padres no estaban ahí.

Entonces había empujado su café hacia Matthew, sin molestarse en ver si lo había cogido adecuadamente y luego estaba corriendo hacia la habitación de Amanda, sin mirar atrás.

Matthew comprendería. Siempre lo hacía.

Llegó a la habitación y abrió la puerta, rápidamente precipitándose dentro de la habitación. Y vio los ojos de Amanda abiertos, pero cerrándose. Y ella no llegó a verlo, porque ya se había vuelto a quedar dormida.

Y Sam se maldijo a si mismo, porque si no hubiera estado tan distraído pensando en Matthew, probablemente habría regresado a tiempo a la sala de espera. Y habría estado cuando avisaban que Amanda se había despertado.

Habría estado ahí para ella. De nada servía haber estado a su lado los tres días, si no había estado a su lado cuando se había despertado.

Hundió sus dedos en su cabello y rápidamente salió de la habitación, enfadado consigo mismo. Con todo el mundo. Se dejó caer en una de las sillas de la sala de espera y rogó que Matthew no siguiera por ahí, porque no soportaría verlo de nuevo. Necesitaba alejarse de él de nuevo, olvidarse de aquello que estaba intentando volverse la mayor prioridad en su mente.

Cerró sus ojos y se frotó las sienes. Amanda había vuelto a quedarse dormida, porque el esfuerzo había podido con su cuerpo aún en recuperación. Y nadie estaba del todo seguro en que momento volvería a despertar. Aunque ya era seguro que no demoraría mucho más que aquella primera vez.

De todas formas, aquello no tranquilizaba a Sam. Nada lo tranquilizaba ahora, porque sentía que todo era un desastre.

Y siguió sintiendo que todo era así, hasta que dos días después, Amanda finalmente abrió sus ojos de nuevo. Y él sintió la tranquilidad regresando a su cuerpo rápidamente, al ver a su hermana finalmente despierta.

Entonces, tampoco se despegó de su lado, a pesar de que Aiden había querido pasar tiempo con ella también. Se sentía un tanto mal por quitarle al amor de su vida, pero no podía evitarlo. Tenía un lazo inexplicable con su hermana y necesitaba desesperadamente estar con ella porque ayudaba a que sus dudas no estuvieran en su mente a cada segundo.

Pero Matthew rápidamente apareció para visitarla cuando le contó que Amanda finalmente había despertado. Y de nuevo, las dudas regresaron a él. No podía evitar mirar a Matthew, quedarse embobado por largos segundos y sobresaltándose, al darse cuenta de lo que hacía. Miraba de un lado a otro, para ver si sus padres se habían percatado. Y cuando veía que ellos no parecían haberse dado cuenta, su vista se centraba en Amanda. Y ella sí que lo estaba mirando. Y definitivamente se había percatado. Pero su hermana simplemente sonreía ligeramente y seguía con lo suyo, como si nunca se hubiera dado cuenta de nada extraño. Como si nada estuviera sucediendo. Y Sam sabía que tendría que hablar con ella en algún momento. Que necesitaría habar con ella en algún momento. Pero aún no podía. Porque ella aún tenía muchas cosas importantes por delante y se sentía como un idiota egoísta por estar pensando en sus dudas, antes que en lo que se venía en el camino de Amanda.

Así que se tragó sus dudas y las empujó tan lejos como pudo de su mente. Luego podría despejarse. De momento, solo le quedaba intentar olvidarlas.

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Capítulo corto :c lo siento lectores, pero los próximos serán mucho más interesantes, se los prometoo. Sobre todo el 11 y el 12 (a menos que se modifique alguna cosilla) :o omaigad :3 sii, esperen ansiosos por esos dos :p

En fin... ¡Nos leemos pronto!

Gracias por leer :)

Gracias por leer :)

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Sam (Mayores 2.5°)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora