Sam regresó a casa, una parte de él deseando regresar a ver a Amanda y revisar cómo se encontraba, viéndose que él había salido corriendo detrás de Peyton, mientras su hermana comenzaba a ponerse increíblemente nerviosa.
Pero la otra, sentía como si necesitase un descanso. Un respiro. Un momento sin preocupación, para poder simplemente cerrar sus ojos e imaginar que todo estaba perfectamente.
Que Amanda no estaba enferma y que estaba completamente sana en casa. Que él podía ser quién quería ser, sin temor a lo que pudiera suceder. Que Matthew siguiera a su lado, que Matthew y él...
Sintió calor llegando a sus mejillas, ante aquel último pensamiento inconcluso. Decidió apartar todas aquellas cosas de su mente, para poder aparcar correctamente el auto en el garaje de su casa, porque vamos, no quería terminar estrellándolo o rayándolo.
Y cuando ya hacía su camino hacia el piso de arriba, hacia su habitación, siguió sin pensar en todo ello, porque lo ponía más nervioso y no le permitía tener aquella tranquilidad que tanto añoraba.
Claro que, todo se fue por la ventana, cuando abrió la puerta de su habitación y se encontró con Matthew ahí. Matt estaba parado en medio de la habitación, sus ojos fijos en él, apenas abrió la puerta.
Se sentía como si hubiesen pasado meses desde la última vez que lo vio, cuando en realidad había pasado un poco más de una semana. Pero era normal que se sintiera así, después de todo estaba acostumbrado a verlo todos los benditos días de su vida. De hecho, era él quien hacía de cada día más soportable. Quién hacía cada día mejor.
Y lo había apartado tanto como pudo. Lo había empujado lejos. Había herido sus sentimientos. No había algo de lo que Sam se arrepintiera más. Había imaginado aquel momento durante horas, todos los días. Él pidiendo perdón, Matt perdonándolo. Sam aceptando lo que sentía. Matthew besándolo.
Pero aún no era capaz de aceptarlo. Quería besarlo, diablos, no había algo que pudiese querer más. Pero su miedo podía más con él. Su miedo a lo desconocido, a ser rechazado, a cambiar su vida por completo, cuando ya lo tenía todo perfectamente definido.
-Debo ser un verdadero idiota -la voz de Matt lo regresó a la realidad-. Tu sigues haciéndome daño y yo sigo regresando a ti, sin poderlo evitar -confesó. Sam sintió su propio corazón doler, ante sus palabras.
Odiaba hacerle daño. Y odiaba no poder evitar hacerlo.
Te gustan los chicos.
Las palabras de Peyton seguían flotando en su mente. Ya, era claro. Pero Sam seguía sin estar listo para aceptarlo.
-Matt -susurró, porque no sabía que más decir. No sabía cómo enfrentarlo. Habían pasado días, pero seguía sintiendo los labios de Matthew sobre los suyos, como si aquel beso nunca se hubiese terminado.
Matthew apartó la vista, cerrando los ojos un momento y Sam supo que era un intento por ocultar sus emociones. Y eso dolió. Dolió tanto o más que un golpe físico. Porque Matthew solía reservar aquello para todo el mundo, menos para él.
Y ahora estaba intentando bloquearlo.
-Lo siento -balbuceó, desesperado por evitarlo. Por evitar que lo dejara fuera de su vida. Desesperado por evitar perderlo de verdad, para siempre-. Perdóname, Matt. Lamento haberte hecho daño. Lamento haber dicho lo que dije -las palabras no se detenían. Y Sam tenía miedo de decir algo de lo que se pudiera arrepentir-. No sé cómo lo haces. Como puedes... aceptarlo. No soy como tú, nunca lo he sido. Sabes que pienso demasiado en las cosas y que me preocupo demasiado y que tengo miedo. Tanto miedo, Matt -finalizó, en un susurro.
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Sam (Mayores 2.5°)
RomantikSamuel black. El hijo mayor de Alexander y Emily Black. Tiene 18 años y es un chico que a penas ha salido de la escuela hace un año. Está empezando su carrera: Medicina. Al igual que su madre. Habría elegido Economía, como su padre, si se le hubiera...