Se sentía solo. Lo cual era tonto considerando el hecho de que tenía a Amanda, finalmente despierta. Y a sus padres, dejando de lado sus importantes trabajos para poder estar con ellos. Estaban los cuatro en la misma habitación, pero de todas formas no se sentía completo.
Se sentía solo.
Y una parte de él sabía que era porque Matthew no estaba. La otra se negaba a aceptar que era por eso. Lo seguía apartando, excusándose y diciendo que su tiempo tenía que dedicarlo completamente a Amanda. Pero Matt tenía que saber que había algo sucediendo con él. Tenía que saber que había más motivos por los cuales no quería seguir viéndolo.
Y es que, moría por verlo.
Pero estaba haciéndole creer que no era así.
Se frotó los ojos y siguió mirando por la ventana lo más tranquilamente que pudo. Estaban en uno de los pisos más altos de la clínica y se sentía incluso mejor que estar en la ventana de su propia habitación.
La puerta se abrió, de pronto y Sam dirigió su vista hacia ella, sintiendo que su corazón se aceleraba rápidamente. Se sintió idiota cuando vio que era Aiden. Volvió a dirigir su vista hacia la ventana y sacudió suavemente la cabeza.
¿Por qué seguía esperando que Matthew apareciera por aquellas puertas cuando sabía de sobra que lo seguía hiriendo cada vez que lo alejaba?
Sus ojos viajaron un segundo hacia Aiden y Amanda. Y no pudo evitar sentirse ligeramente celoso. Después de todo, ellos eran claramente felices juntos. Y Sam sólo quería aquello. Estar tranquilo, como ambos lucían. Quería ser tan feliz como ellos lo eran. Pero se sentía solo. Y era su maldita culpa.
Apartó la vista de nuevo cuando vio a Aiden inclinarse para besar a su hermana. No lo incomodaba que ellos estuvieran juntos, pero le dolía. Porque él no era completamente feliz. Y lo necesitaba.
Entonces la puerta se abrió abruptamente y con estruendo y Sam se vio obligado a dirigir su vista hacia ella de nuevo.
-¡YA LLEGUÉ, PERRAS! –fue lo primero que escuchó y su corazón dio un salto en su pecho cuando vio de quien se trataba.
Era imposible no recordarlo. Aquel chico de Starbucks. El que no había dudado en hacer conocer su interés por Sam. El que había invadido su espacio personal. Y sí, Sam había pensado en él algunas veces. En lo difícil que era olvidar a alguien como él. Él era como una luz enorme que llamaba la atención apenas ingresaba a un lugar. O al menos así lo sentía Sam.
¿Y qué diablos hacía él ahí?
Amanda estaba riéndose, cubriéndose la boca con una mano. Y todos estaban observando al chico con sorpresa. Sus padres parecían a punto de estallar en carcajadas y Sam estaba intentando no dejar notar el hecho de que ya sabía, de alguna forma u otra, quien era él.
-Tú, querida, definitivamente tienes que amarme –dijo el chico, entonces, haciendo su camino hacia Amanda y tomando su mano. Sam no pudo evitar seguirlo con la mirada–. Voy a traerte al mismísimo Killian King para que te cante una canción.
Los ojos de Amanda se abrieron como platos, de inmediato y luego estaba hablando sin parar, claramente emocionada con la noticia que acababa de recibir. Ya no había estado tan cansada como lo había estado el día anterior. Se le había realizado una transfusión de sangre, para que recuperara la que había perdido luego de que se había desmayado.
Y Sam siguió observando al chico. Entonces supo quien era él. No había otra persona que pudiera ser. Era Asher. Tenía que ser Asher. El tan famoso chico que iba a ayudar a Amanda de alguna forma. Eso significaba que estaba destinado a verlo por un buen tiempo y no estaba muy seguro de sentirse cómodo con aquello.
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Sam (Mayores 2.5°)
RomanceSamuel black. El hijo mayor de Alexander y Emily Black. Tiene 18 años y es un chico que a penas ha salido de la escuela hace un año. Está empezando su carrera: Medicina. Al igual que su madre. Habría elegido Economía, como su padre, si se le hubiera...