Sam se sentía como el idiota más grande de la existencia. Sentía como si se la pasara por la vida decepcionando a las personas que más quería. Matthew, cuando claramente le rompió el corazón por su miedo a aceptar lo que tanto quería. Peyton, a quién no le estaba contestando los mensajes porque temía quedar con ella y ver a Asher en el proceso. No necesitaba a alguien que lo confundiera más en aquellos momentos.
Y a Amanda, cuando salió corriendo en busca de Peyton en vez de quedarse a verla a ella.
Su hermana llevaba cinco días dormida y Sam no podía evitar preguntarse si quizás era un castigo para él, por estar tan centrado en sus temores y problemas, en vez de dedicarse a estar para su hermana menor, que lo necesitaba.
Por eso había pasado todas las benditas horas del día encerrado en la habitación de Amanda, simplemente mirándola o hablándole. Porque hablar con ella era sencillo y la mejor manera de dejar de pensar tanto. Era su forma de hallar tranquilidad. Aunque ella no pudiese contestarle, claro está.
Había salido a conseguir un café de la cafetería y estaba regresando cuando vio a Aiden salir de la habitación de Amanda, precipitadamente.
Sus padres habían estado en la sala de espera, su madre sin operaciones programadas aquel día y su padre trabajando desde ahí, porque no quería estar lejos cuando su hija despertara.
Sam había corrido detrás de ellos, para poder ver a Amanda, ahora despierta.
Amanda estaba bastante confundida sobre lo que había sucedido y Sam no pudo evitar tomar su mano por un largo momento, luego de que sus padres hubiesen hablado con ella.
Ella le había sonreído, como si supiese todo lo que Sam estaba sintiendo. Quizás recordaba todo lo que él le había dicho, mientras dormía. Quizás simplemente lo sabía todo, sin necesidad de recordar. Su hermana menor lo conocía mejor de lo que él mismo se conocía, después de todo.
Y Sam se había ido.
No porque quisiera, sino que, porque sencillamente sabía que Amanda no debía ser aturdida, ahora que había despertado. Además, ella realmente parecía querer estar con Aiden a solas. Sam no la culpaba, estaba perdidamente enamorada de él. Cualquiera con dos dedos de frente podía darse cuenta de ello.
Ahora deambulaba por la calle como si no tuviera ningún lugar al que ir. Y, de alguna manera, era así. Y es que, no conocía lugar donde sus temores desaparecieran y pudiese sentirse con la mente tranquila.
Cualquier diría que había matado a alguien y vivía atormentado porque había escondido el cuerpo.
Y es que así se sentía, como si estuviera guardando aquel enorme secreto y quisiera poder simplemente dejar de preocuparse por ello. Por un largo momento, se permitió a sí mismo pensar en Matt, en los cinco días que habían transcurrido y que él no había llamado o mandado algún mensaje.
Sam sabía que era idiota pensar que lo haría. Después de todo, le había dicho que no podía seguir más con ello.
Sam no lo culpaba.
Pero, de todas formas, no podía evitar desear que él se intentara comunicar de igual manera.
Suspiró, hundiendo sus manos en sus bolsillos y agachando la mirada cuando un grupo de chicas pareció interesarse en él. Odiaba eso, que el mundo entero pareciera interesarse en él por el simple hecho de que su apellido era Black. No ayudaba mucho que fuera prácticamente idéntico a su padre. El tamaño, las facciones, el cabello oscuro y los ojos celestes. Todo en el gritaba Black a los cuatro vientos.
-¿De quién estamos escondiéndonos? -escuchó a su lado, de pronto y prácticamente saltó del susto. Giró su rostro hacia la derecha y lo recibieron unos ojos que conocía perfectamente bien-. Hola, Sam -susurró, ahora más bajo, como para que solo él pudiese escuchar.
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Sam (Mayores 2.5°)
RomantizmSamuel black. El hijo mayor de Alexander y Emily Black. Tiene 18 años y es un chico que a penas ha salido de la escuela hace un año. Está empezando su carrera: Medicina. Al igual que su madre. Habría elegido Economía, como su padre, si se le hubiera...