Sintió su corazón dar un salto en su pecho cuando vio la puerta de la escalera auxiliar abriéndose, el loco de Asher ingresando y cerrando tras de sí.
―Estoy ebrio ―murmuró él, dejándose caer en uno de los escalones y hundiendo su rostro entre sus manos.
Sam se esforzó por apartar la molestia que había estado sintiendo y lo imitó, sentándose a su lado.
―Yo también ―replicó, sabiendo que no hacía falta decirlo para que el chico se diera cuenta. Sam se sentía como si estuviese flotando en las nubes, si era sincero consigo mismo―. Solo no se lo digas a tu hermana ―pidió, cerrando los ojos un momento―. Hicimos una apuesta y si se entera me dará más alcohol para hacerme vomitar.
Cuando abrió sus ojos, al no recibir respuesta de Asher, giró el rostro hacia él, dándose cuenta de que lo miraba fijamente.
―No se lo diré ―dijo, finalmente y Sam asintió, aunque no apartó su mirada de los ojos de él. Asher tampoco hizo ademán de apartar la mirada, sino que sostuvo la suya, como si estuviese analizando su interior.
Sam no sabía cómo se sentía al respecto, así que comenzó a hablar de nuevo.
―Te ves fastidiado ―señaló, porque era completamente cierto.
Asher parecía tener una arruga permanente entre sus pobladas cejas y una expresión de estrés apoderándose de sus facciones.
El chico se encogió de hombros.
―Me gustaría haber sido yo quién te trajera, no mi hermana ―dijo, sin más.
Sam, quizás por el alcohol, no reaccionó como habría reaccionado en cualquier otro momento. Simplemente se quedó observándolo, preguntándose porqué le era tan sencillo ayudarlo a aceptarse a sí mismo, pero parecía tan reacio a dejar a todos sus compañeros saber que le gustaban los chicos.
Después de todo, había besado a esa chica hacía solo algunos minutos.
Y luego, recién dándose cuenta de lo que sus palabras significaban, sintió un extraño calor apoderarse de sus mejillas. Avergonzado. El alcohol. No estaba en sus cinco sentidos.
Demonios.
―Podrías haber venido con quien quisieras ―dijo, subiendo sus pies un escalón, de modo que sus rodillas estuvieron casi rozando su pecho. Dejó sus brazos cruzarse sobre estas y apoyó la mejilla sobre ellas, de modo que seguía mirando a Asher.
―No es tan sencillo, ya te lo he dicho ―murmuró, imitando su postura, solo que mirando hacia él.
Sam se mordió el interior de la mejilla.
―¿Por qué? ―preguntó, en un susurro.
Había algo extraño sobre el ambiente. De pronto, hacía demasiado calor y Sam sintió una gota de sudor deslizándose por su cuello, hacia su espalda.
Estaba nervioso.
Y no sabía muy bien cómo se sentía al saberlo.
―Dije que sabía lo que sentías porque yo estuve ahí por mucho tiempo, créeme ―comenzó a explicar. Su mirada sostuvo la de Sam y él no apartó los ojos, porque de pronto, quería conocer la historia del chico siempre tan seguro de sí mismo―. Cuando logré aceptarlo, sin embargo, había muchas cosas que podría perder, si alguien se enteraba. Tenía todo ya perfectamente establecido y solo necesitaba guardármelo un tiempo más, hasta que no tuviera que volver a ver a toda esta gente de nuevo ―continuó.
Sam no pudo evitar sonreír ante sus palabras.
―Parece que estamos igual, entonces ―murmuró.
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Sam (Mayores 2.5°)
RomanceSamuel black. El hijo mayor de Alexander y Emily Black. Tiene 18 años y es un chico que a penas ha salido de la escuela hace un año. Está empezando su carrera: Medicina. Al igual que su madre. Habría elegido Economía, como su padre, si se le hubiera...