Sam llegó a su casa sintiéndose extraño. Sinceramente, de solo pensar en que no volvería a ver a Asher, su corazón pesaba en su pecho. Se preocupaba por él, no quería ni imaginar lo difícil que debía estar solo cuando había sucedido lo que sucedió. Sin embargo, no había nada que pudiese hacer. Asher le había pedido tiempo y Sam no tenía derecho a reclamar nada.
Todo estaba a oscuras así que Sam ni siquiera se molestó en mirar si había alguien en casa. Sus padres debían estar trabajando y su hermana probablemente seguía con Aiden. Subió a su habitación y abrió la puerta, cerrando tras de sí.
Se detuvo a medio camino.
Matt estaba sentado al borde de la cama, el cuerpo echado hacía atrás y sus manos apoyadas en las sabanas. Sam parpadeó con sorpresa. Matt iba a llegar más tarde. Y, aun así, ahí estaba. El corazón de Sam saltó en su pecho.
De pronto, todo era Matt, Matt, Matt.
―Matt ―susurró, tragando saliva e intentando respirar.
Estaba nervioso de nuevo. La sensación extraña volvió a apoderarse de su abdomen y por un segundo le costó respirar.
Matthew se puso de pie y se acercó a él. Sam había prometido no correr más, pero no pudo evitar dar un paso atrás hasta que su espalda chocó con la puerta. Matt siguió caminando hasta encontrarse frente a él. De pronto, estaba tan cerca como Sam había querido que estuviera por los pasados dos meses. Lo había extrañado tanto que se había dado cuenta de lo mucho que sentía y de que no podía seguir corriendo.
―Hola, Sam ―saludó el otro. Sam alzó la mano hacia él, las puntas de sus dedos rozando la mejilla de Matt, deslizándose hacia atrás hasta que sus dedos se hundieron en su cabello. Matthew cerró los ojos y suspiró―. No sabes lo mucho que te he extrañado ―murmuró.
Sam asintió, a pesar de que él ya no estaba mirándolo. Sí que lo sabía. Él lo había extrañado tanto o más. Vivir sin Matt era algo que nunca había podido hacer y ahora todo tenía sentido, ahora comprendía porque siempre se había sentido de esa manera.
―Y yo a ti, Matt ―susurró de regreso.
Matthew abrió los ojos. Sus manos se alzaron y también tocaron el rostro de Sam. Sostuvo sus mejillas y sus miradas se encontraron.
―Quiero besarte ―dijo su mejor amigo―. ¿Puedo hacerlo?
Los labios de Sam se entreabrieron. Sí. Era lo único que quería. Quería sentir sus labios de nuevo, quería sentir su cuerpo contra el suyo. Quería abrazarlo hasta no poder más.
―Hazlo ―pidió, usando su mano libre para jalar el polo de Matt y atraerlo.
―No correrás, ¿cierto? ―preguntó él―. Lo prometiste, Sam.
―No lo haré ―repitió, dejando su nariz rozar la de Matt―. Bésame, Matt.
Matthew hizo un sonido en el fondo de su garganta y se inclinó tan de pronto que Sam se quedó sin respiración. Los labios de Matt no tocaron los suyos. Sus ojos siguieron fijos en los del otro. Pero Sam cerró los suyos y esperó a que Matt hiciera lo que ambos habían querido disfrutar todo aquel tiempo.
Lentamente, sus labios se encontraron y las manos de Matthew cayeron sobre sus caderas y lo acercaron más a él. Sam dejó que sus manos se hundieran completamente en el cabello de Matt y se tambalearon en su intento de estar más cerca. Sam se permitió a sí mismo disfrutarlo y perderse en su mejor amigo.
Una de sus manos se deslizó hacia abajo por la espalda de Matt y presionó en lo bajo de su espalda, sus pechos juntándose y el suspiro de su mejor amigo dejando sus labios para mezclarse con su aliento. Todo ardía alrededor de ellos. Sam no podía respirar bien, pero se sentía mejor que cualquier otra cosa.
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Sam (Mayores 2.5°)
RomanceSamuel black. El hijo mayor de Alexander y Emily Black. Tiene 18 años y es un chico que a penas ha salido de la escuela hace un año. Está empezando su carrera: Medicina. Al igual que su madre. Habría elegido Economía, como su padre, si se le hubiera...