Capítulo 4: "Era su lugar favorito"

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Su libro no lo estaba ayudando. No como había pensado que lo haría.

Estudiar siempre hacía que su mente se despejara de las cosas que no quería recordar. Pero no le estaba funcionando. No le funcionaba desde hacía bastante tiempo. Quería que las vacaciones se terminaran de una buena vez, para poder regresar a la presión y al trabajo diario y exhaustivo.

Lo único bueno era que ese día tendría una pequeña clase de un par de horas. Algo a lo que se había metido con la esperanza de apartar los pensamientos de su mente por al menos un momento. Lástima que solo fueran un par de horas.

Se encontró a sí mismo caminando por la habitación, intentando no pensar, pero su mente estaba empeñada en pensar en ojos celestes. Ojos que podían deshacerlo con una sola mirada.

Y eso estaba mal de todas las formas posibles.

Resopló y se pasó una mano por el cabello, intentando tranquilizar su corazón, que de pronto se había acelerado.

Y cuando su celular comenzó a sonar, falló estrepitosamente, porque sus latidos se hicieron aún más rápidos.

Pero cuando fue a contestar, perdió la respiración un momento, al ver que era su hermana.

Antes de procesar completamente lo que estaba sucediendo, ya había comenzado a dirigirse a la habitación de Amanda. Y abrió la puerta, precipitándose al interior.

Y el pánico aún estaba en su pecho cuando sus ojos encontraron los de ella. Hasta que pudo tranquilizarse cuando vio que ella estaba bien. Amanda pareció fastidiada con la forma en que él había hecho su aparición, pero no podía realmente culparlo. Temía que algo pudiera sucederle en cualquier momento. Es decir, podría suceder sin más.

-¿Qué sucedió? –preguntó, encaminándose hacia su cama y sentandose en el borde

Tomó la mano de Amanda y rápidamente sintió su pulso. Estaba perfectamente.

Alzó la vista y se encontró con que su hermana estaba rodando los ojos.

-¿Ahora te estás poniendo todo doctorcito conmigo? – la escuchó preguntar y no pudo evitar sonreír

No podía evitarlo, realmente. Ya había pasado su primer año de medicina y le encantaba. Era como si hubiera estado en sus venas todo aquel tiempo. Y tenía sentido, pues su madre era una de las doctoras más sobresalientes del país. Y él estaba siguiendo sus pasos. Quizás no llegaría tan lejos, pero si quería intentarlo, al menos. Se había esforzado para ingresar a la mejor universidad del país especializada en medicina. La Universidad de Ciencias Aplicadas.

Y le había costado muchísimo, pero lo había logrado, luego de horas y horas de estudio diarios durante todo su último año escolar.

-Lo siento – contestó, encogiéndose de hombros – está en mi naturaleza

Amanda sonrió y él continuó con su pequeña inspección física, intentando no preocuparse mucho por el hecho de que su hermana menor lo estaba mirando como si supiera algun secreto suyo.

-¿Cómo estas? – la escuchó preguntar, pasado un momento

-Bien – contestó, intentando lucir despreocupado, fijó sus ojos en ella, finalmente - ¿tu como te sientes? – le preguntó

Su hermana se quedó callada un momento, aparentemente estudiándolo. ¿Acaso se daba cuenta de lo estresado que estaba? ¿Acaso se percataba de lo que le estaba sucediendo? Sintió el temor abriéndose paso por su pecho de solo pensarlo.

-Estoy bien – contestó ella, finalmente - ¿Qué es lo que te trae tan estresado, hermanito? – le preguntó, entonces

Y Sam se quedó completamente paralizado. Entonces sí se daba cuenta de que había algo que lo tenía fastidiado. Y si para su hermana era obvio, ¿lo sería para todos los demás también?

Sam (Mayores 2.5°)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora