Capítulo 28: "Es muy irónico"

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Las palabras continuaban resonando en todo el estadio y de pronto, Sam quería bajar y lanzar el parlante por los aires. Asher parecía paralizado en su lugar y no era difícil saber que no estaba reaccionando de la mejor manera a lo que estaba sucediendo. Conforme nuevas oraciones iban surgiendo, Sam se daba cuenta de lo retorcido que era todo.

Entrenador Jefferson, ya no puede exigirme nada, dañarme o chantajearme. Porque no pienso seguir una carrera dedicada a los deportes, así que deje de hostigarme de la misma forma que lo hizo con los demás capitanes ―se escuchó. Era Asher, su voz clara en los parlantes. A Sam no le gustaba nada lo que estaba sucediendo―. No soy su puta, entiéndalo de una vez.

Murmullos se alzaron por toda la cancha, mientras Sam observaba paralizado la sorpresa que comenzaba a crecer en los rostros de todas las personas. Asher. Siempre tan sonriente y tranquilo, no parecía afectarle nada. Sin embargo, aquello le venía sucediendo sin que nadie lo supiese.

¿En serio? ¿Crees que no sería capaz de quitarte del equipo dos semanas antes de que acabe la temporada? ―preguntó el hombre―. ¿No me crees capaz?

Los demás jugadores comenzaron a rodear a Asher y desde donde ellos estaban, parecía que apenas y podía mantenerse en pie.

―No lo haría. Perderían sin mí.

Los de la banda estaban intentando apagar el sonido. La multitud comenzaba a abuchear y a gritar que agarrasen al entrenador, cuya risa resonaba en el audio.

¿Y? Tu eres el que se retiraría del equipo, no yo. Te odiarían a ti, por abandonar. ¿Quién le va a creer a un chico de dieciocho contra un profesor de treinta y tres? Dímelo, ¿quién?

Asher se desplomó en el suelo, la multitud comenzó a gritar y la gente comenzó a empujar. Killian pateó el parlante hasta que cayó al suelo. Sin embargo, las palabras del entrenador seguían escuchándose por todo el lugar, saliendo sin parar y dando a conocer todo lo que Asher había estado escondiendo en todo aquel tiempo. Algo que había sucedido ya muchas veces antes. Saber que un profesor le había hecho algo como aquello a Asher hizo que Sam sintiese nausea apoderándose de él. Era injusto, que un chico tan soñador y loco hubiese tenido que pasar por aquello.

Asher fue cargado por sus compañeros hacia los camerinos. Los guardias se estaban llevando al entrenador, que luchaba por liberarse y no ser golpeado por los jugadores que no había desaparecido con Asher. Peyton y el señor Ferrer ya estaban corriendo escaleras abajo para ir en busca de Asher.

Sam no podía dejar de pensar en lo furioso que se sentía. El mundo se había derrumbado de pronto y no quería hacer nada más que estar con Asher, quería asegurarle que todo estaría bien, que él podría salir adelante a pesar de lo que había sucedido. Sin pensarlo dos veces, salió corriendo en dirección a los camerinos, esperando que pudiese encontrar a Asher y estar ahí para él.

Fue una sorpresa llegar al camerino y encontrar el lugar vacío con excepción al chico. Ni siquiera Peyton y su padre estaban, tampoco los amigos. Sam cerró la puerta del camerino con llave e hizo su camino hacia Asher. El chico estaba recostado contra la pared, piernas traídas al pecho y los brazos colgando de sus rodillas.

―Ash.

El chico alzó la mirada. Parecía serio, pero había dolor en su mirada. Sam sentía su corazón latiendo a gran velocidad en su pecho. Era injusto, que él tuviese que haber pasado por todo eso.

―Había estado esperando a que vinieses ―confesó suavemente.

Dejó su cabeza caer hacia atrás y la apoyó contra la pared.

―¿Tu padre? ¿Peyton? ―preguntó, tomando asiento en la banca que estaba frente a él.

Asher lo miró a través de ojos cansados.

Sam (Mayores 2.5°)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora