Cómplice III: Destroya [Gerard Way ft Billie Joe Armstrong]

Capítulo #2

Horas después...

(Con Gerard)

Ray miraba desde el balcón la calle esperando el regreso de Gerard.

Las horas habían pasado, ya hasta la noche había caído pero todavía no sabían nada de él, y no se les ocurría a donde pudo haber ido o con quien pudo haberse topado.

—¿Aún nada? — pregunto Mikey mientras se paraba a su lado

—No, nada. — se recargo sobre la baranda —Tu hermano sigue siendo un impulsivo.

—Lo sé, aunque también es astuto su impulsividad lo pone en desventaja.

—De ahora en adelante, tendremos que asegurarnos de que reciba las malas noticias con sutileza.

—O tal vez estando amarrado para que no salga corriendo en cuanto lo sepa.

Ambos rieron y vieron que a lo lejos un auto se acercaba a toda velocidad.

—¿Será Gerard? — pregunto Ray mirando con atención el auto para reconocerlo.

—Sí, es él. Vamos. — aseguro Mikey, salieron de la habitación y fueron abajo.

Estaciono el auto a mitad de la calle, bajo agitado y cubierto de sangre mientras los demás lo miraban sin comprender que le había pasado. Se dirigió a la cajuela, la abrió y de esta bajo a un hombre amordazado y con una manta en la cabeza.

—¿Y él es?— pregunto Tré.

—Mi maldito lazarillo.

Tomo al tipo y lo arrastro hasta el sótano.

—¿Su lazarillo? — cuestionó Bob y fueron al sótano.

Una vez allí, le quito la manta al igual que la mordaza de la boca y comenzó a interrogarlo.

—¿Y bien? ¿Qué tienes que decir?. — preguntó caminando a su alrededor.

—No... no puedo decir nada, lo siento. — dijo asustado.

Gerard se detuvo para agacharse y mirarlo frente a frente, el director solo templaba de miedo. De un momento a otro lo tomo del cuello por sorpresa.

—No me vengas con que lo sientes y con que no puedes decir nada. — susurro apretando todavía más su garganta. —Porque hoy tengo más ganas de matar que de tenerle paciencia a malnacidos como tú. — lo soltó. —¡Hablá!

—¿Y qué puede saber él de Garred? — pregunto Ray.

—Es el director del departamento de niños y familia. — respondió Mikey.

—¡No, no puedo... perdería mi trabajo! — grito desesperado y Gerard se alejó un poco de él para darle un puñetazo en el estomago.

—¿Con que te importa mucho tu trabajo, no? veamos hasta donde llega tu amor por el.

Fue arriba y el hombre miro a los chicos.

—Ayúdenme, por favor. — ellos lo ignoraron —Les daré la cantidad de dinero que quieran pero por favor ayuden...

—Esto no se trata de dinero. — interrumpió Ray mientras se acercaba —Díganos donde esta Garred y lo soltamos. — propuso pero el hombre solo agacho la mirada estaba totalmente negado a cooperar. —¿Creo que no le importa mucho su vida, verdad?— no dijo nada —Así no se puede negociar.

—Aquí no hay nada que negociar. — dijo Gerard mientras bajaba con un balde de agua el cual puso frente al tipo. —Este es mi asunto, así que apartate.