Cómplice III: Destroya [Gerard Way ft Billie Joe Armstrong]

Capítulo #13

—¿Y ahora? — preguntó Tré.

—¡¿Qué demonios hacen?! ¡No se queden allí! — les grito Gerard acercándose a ellos y giraron a verlo.

—¡Esta la maldita policía! — Ray respondió irritado y Gerard sacó su arma. —¿Bromeas, cierto? — le preguntó cuando lo tuvo al lado.

—Nos abriré paso, eso haré. — dijo viendo a los policías organizarse desde el otro lado de la puerta de vidrio. —Yo los cubriré.

—Entonces nosotros también te cubriremos. — sacó su arma y los demás también lo hicieron.

Abrieron la puerta y disimularon rendirse hasta que Gerard empujó a Ray, quien corrió junto con los demás mientras disparaban y les disparaban a ellos por igual.

Tré subió al auto primero y adentro la llave en este, dejando así, en el asiento del copiloto, el dinero. Bob subió atrás al igual que Ray, solo que este último luego de dejar el dinero busco con la mirada a Gerard.

—¿En dónde se metió?

—No sé, pero no hay mucho tiempo. — advirtió Tré nervioso.

La puerta trasera se abrió y apareció Gerard subiendo su parte del dinero, Ray paso por encima del asiento del auto para ir atrás.

—¡Sube, ya!

—Los cubriré ya se los dije, váyanse. — dijo sacando de su chaleco antibalas una granada para después intentar cerrar la puerta pero Ray lo evito.

—No nos iremos sin ti. — le aseguró.

Gerard sin decir nada, soltó la puerta para darse vuelta y activar la granada cuando los policías se acercaban. Retrocedió un poco y les lanzó la granada. Los policías comenzaron a dispararles a la distancia y Tré encendió el auto. En cuanto lo hizo, Ray tomó a Gerard del chaleco por la espalda y lo hizo subir al auto.

—Vamos.

Bob ordenó y Tré aceleró segundos antes de que la granada explotará.

(Con _______)

El autobús se detuvo a una calle del hospital y baje con las demás personas.

Miraba alrededor para ver si alguien me había reconocido, pero nada logré pasar sin ser notada. Posiblemente, aún no decían nada sobre mi fuga en las noticias locales, bueno al menos eso me daba ventaja para lo que estaba por hacer.

Me detuve para ir hacia unos arbustos y dar algunos tiros al aire, de inmediato las personas corrieron asustadas y descubrí mi herida. Mi brazo me ayudaría a darle realismo a mi distracción.

Guarde la pistola, salí de los arbustos y corrí hasta la entrada del hospital. Entre lo más asustada posible, ocultando las pistolas que llevaba a mis espaldas.

—¡Ayuda! ¡Ayuda, hay unos tipos afuera con unas armas! — las recepcionistas me creyeron rápidamente, pues me miraron sorprendidas. —Están disparando... y han herido... a mi esposo... — fingí llorar y ellas comenzaron a llamar a realizar llamadas.

—¿Dónde esta su esposo?

—En el auto, aquí... a una cuadra...

—Usted esperé aquí, la atenderemos.

Asentí y una enfermera me llevo con ella hasta un cuarto, en el cual estaba un doctor.

—¿Qué sucede?

—Al parecer, hay un tiroteo a una cuadra del hospital y esta chica salió herida.

—Esta bien, la atenderé yo. — la enfermera me miró y le asintió al doctor antes de que se fuera. — Siéntate, por favor.